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sociedad - MARTES, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2008


Abdelatif Abdeselam Hwidar. cedida.

dia de ceuta
 

«Somos muchos los
musulmanes luchando para
que se nos pierda el miedo»

El cineasta ceutí cree que la ciudad,
como él mismo, ha ido madurando y “acoplando” sus piezas durante los últimos quince años y hoy está preparada para asumir la resolución de sus problemas
 

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Ganador del Goya 2008 al Mejor Cortometraje, Abdelatif Abdeselam Hwidar recibirá esta tarde una de las cinco Medallas de la Autonomía que la Ciudad concede este año. Sin pelos en la lengua, el cineasta ceutí repasa los sentimientos que le llevaron a escribir ‘Salvador. Historia de un milagro cotidiano’, el film que le sacó de la “invisibilidad”, y explica cómo vive su sentimiento religioso y cómo le repugna la incultura y la intolerancia. “La ciudad ha vivido una evolución durante los últimos quince años bastante parecida a la mía como persona”, se felicita Hwidar, que hace quince años también sentía que sus piezas internas no encajaban demasiado bien. Hoy, como Ceuta, se ve más armónico.

Pregunta.- ¿Está usted acostumbrado a que le cacheen por llamarse Abdelatif Abdeselam?


Respuesta.- Sobre todo en los aeropuertos, donde se ha convertido en una rutina.

P.- ¿Por tu nombre?

R.- He percibido que desde el 11-S el llamarme Abdelatif Abdeselam ha cobrado otra importancia, y no positiva precisamente. En Zürich, durante un trasbordo, tras subirme al avión, tres hombres en un castellano perfecto me pidieron que les acompañara, me desnudaron completamente, se llevaron todo y me dejaron 20 minutos solo con café y pastas.

P.- ¿Qué pasó cuando volvió?

R.- Me hirió bastante que la gente me mirara con miedo. Me tocó soportar algo que no me correspondía y mi ropa apestaba, imagino que a los productos que le echarían para detectar si tenía explosivos. Da la impresión de que esto tipo de cosas ya vienen en el lote y no sé si quiero acostumbrarme a ello.

P.- Desde el 11-S ha pasado ya mucho tiempo. ¿Cómo van evolucionando las cosas?

R.- Humo un momento álgo meses después y ahora las cosas se han suavizado, pero cuando voy con mi chica a un aeropuerto, aún en un vuelo nacional, su pasaporte no llama la atención. El mío suele pasar ciertas comprobaciones en el ordenador.

P.- De esa sensación nace ‘Salvador. Historia de un milagro cotidiano’, el cortometraje con el que ganó el Goya de este año

R.- No, creo que precisamente de lo contrario, de la necesidad de metabolizar una desgracia, la del 11-M, que me dejó K. O., en estado de shock, que no sabía cómo administrar por dentro. Somos muchos los musulmanes luchando porque se nos pierda el tiempo, y la mejor manera para ello es conocernos. Lo del 11-M me dejó sin argumentos. ¿Cómo rebatir eso? ‘Salvador’ fue mi respuesta.

P.- ¿Qué buscaba con la película?

R.- Una catarsis para mi dolor. Lo perseguía para mí y si lo he conseguido también con los espectadores... Maravilloso.

P.- Seguramente le dejó peor que si la masacre la hubiera perpretado ETA

R.- Claro. El atentado, desde el principio, no parecía ser obra de ETA. Unos capullos, porque no tienen otro nombre, pretenden monopolizar la etiqueta del Islam, pretenden adueñarse de lo que es ser musulmán. Y no es así. Somos dos mil millones y ellos son estadísticamente despreciables. Y no sólo como números. Son unos seres despreciables.

P.- ¿Has tenido algún problema, en Ceuta o fuera de aquí, por decir cosas como estas?

R.- No. Y si genera alguna molestia lo siento por ellos. Lo que no voy a hacer es plegarme. Mi padre es imam y probablemente en este tema sea mucho más lúcido que cualquiera. Él dectectó lo que venía antes que nadie. Esas interpretaciones tan bizarras del Islam no son muy islámicas. Lo que se hacía en Afganistán no es tan islámico. Son un error. Aplicar hoy un código de conducta de hace 1.400 años no parece muy razonable. Lo que sí hay que luchar es por su espíritu. Mahoma era un reformista, buscaba un nuevo equilibrio social, una nueva justicia. La clave está ahí.

Religioso... “A mi manera”

P.- ¿Es usted religioso?


R.- Creo a mí manera, con matices. A lo mejor muchos musulmanes no me considerarían, pero tampoco tiene que haber un Islam único. Hay tantas formas de Islam como maneras de vivirlo, pero sí noto que mi vínculo con la realidad vibra porque en todo esto hay algo más, un milagro cotidiano, una inteligencia que nos supera a todos. Si alguien no lo aprecia es porque está miope.

P.- Ahora vive en Rusafa, Valencia. ¿Aquí o allí siente usted un choque de culturas o civilizaciones?

R.- Nunca ha habido choque de culturas, sino de incultos. El que tiene clara su cultura y la vive con naturalidad no se siente agredido por otra. En Ceuta he detectado tensiones en su momento. Esta ciudad ha soportado convulsiones muy fuertes y siempre hemos tenido un vínculo muy dependiente y centralista de Andalucía o Madrid. No se nos ha dado la oportunidad de hacernos mayores y ahora advierto que esta ciudad está empezando a creer en sí misma: este problema es nuestro y, aunque precisemos de la ayuda de otros, tenemos que solucionarlo nosotros.

P.- ¿Se lleva usted bien con Ceuta?

R.- La ciudad ha vivido una evolución bastante paralela a la mía como persona. Hace diez o quince años mis distintas partes estaban en riña, no armonizaban, y percibo que a Ceuta también le está pasando un poco lo mismo.

P.- El largometraje que está preparando arranca aquí

R.- Sí, en el barco, con tres personajes que se conocen durante la travesía, en la que ocurren cosas que acaban determinando su futuro.

P.- ¿Ha cambiado mucho su vida ganar el Goya?

R.- Dejas de ser invisible. No es lo mismo ir de puerta en puerta pasando veinte filtros para que quien decide le eche un vistazo que tener un contacto directo con los productores y sembrar la curiosidad en ellos directamente.

P.- Usted tiene que saber mucho de la invisibilidad porque ha pasado por casi todas partes: desde el andamio hasta los campos de fútbol

R.- Sí, pero creo que todo me ha dado algo. Una cosa es subsistir y otra hacer lo que te gusta. Para lo primero he tenido que trabajar de muchas cosas, pero estoy convencido de que he aprendido más de cine trabajando dos años como albañil que haciendo muchos cursos. Me enseñó a tener una relación concreta con lo que hago, sin tanto mareo.

P.- Volver al papel en blanco desde el ladrillo debió ser duro

R.- Yo cogí una tarjeta y la pegué en el ordenador: ‘¿De qué coño quieres escribir?’, decía. Un mes después entró una brisa por la ventana y se descolgó el papel. Fue, como diría Jodorowski, muy psicomágico. Ahora, entre mi hijo y el ruido de la principal arteria de Valencia, donde vivo, encuentro muy poco tiempo para escribir. La solución es irme al campo, sin cobertura, en paz, y así vivir en la película.
 


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