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sociedad - MARTES, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2008


pablo belmonte. alicia samiñán.

dia de ceuta
 

«Soy tan feliz que me da miedo»

El empresario ceutí describe emocionado la buena época que atraviesa tanto en el terreno profesional como personal tras su anunciada condecoración con la Medalla de la Autonomía en la edición de 2008
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Comenzó vendiendo plátanos en el mercado, suministraba productos a sus compañeros del servicio militar y a los 16 años se iniciaba como aprendiz de ferretero en la riera. Poco después, compatibilizando varios empleos que le generarían unos pocos ahorros, consiguió independizarse. Desde entonces, el espíritu empresarial y la constancia en su trabajo son las mejores características que definen al empresario ceutí Pablo Belmonte, dueño y señor de los almacenes san pablo de la ciudad autónoma. por su labor como empresario, dedicado toda la vida a la creación de empresas en Ceuta y a generar empleo, Pablo Belmonte será reconocido con una de las cinco Medallas de la Autonomía para esta edición de 2008.

Pregunta.- ¿Qué sintió cuando le anunciaron que iba a recibir la medalla de la autonomía?

Respuesta.- La verdad es que no me lo esperaba porque para mí es la culminación de todo mi trabajo, la culminación de lo que es luchar por Ceuta, la culminación a mi mujer también, que esto se lo debo a ella. Esta medalla de la debo y se la merece el pueblo porque gracias a él, tenemos lo que tenemos. Y del que más apoyo he recibido es de mi pueblo.

P.- Cuéntenos a groso modo la historia de los inicios de Almacenes San Pablo.

R.- Pues la historia es un poco dura, y es mucho lo que puedo contar. Yo estaba con Riera y le vendieron la tienda al Candado, claro como yo quería ver más allá, no me conformaba mirando como me vendían como una mercancía. Yo soy un enamorado de mi profesión, porque a mi me dicen vamos a abrir un establecimiento, y lo abro otra vez. Me gusta bregar con el personal, soy hombre de empresa, y por muy dura que esté la situación, siempre tiro para delante... Entonces le dije al de Rivera: Don Enrique, yo me voy a quedar con estos señores pero usted les va a decir que yo me encargo de las representaciones con el fin de tener los martes libres y dedicarme a las representaciones y poder salir, para aprender a escribir las cartas comerciales. Luego estudié radio. Y una vez que recogí unas pesetas pues me salí de almacenes Amaya con mi máquina de escribir y mi mujer. Y echándole muchas horas de trabajo, llegue aquí.

P.- El espíritu empresarial, ¿Lo poseía o se lo inculcaron?

R.- No, no, nada. Yo me parezco a mi madre, ella también era muy trabajadora. Con 18 años yo vendía pollos en el mercado con ella y garbanzos remojados. Entonces a las muchachitas les echaba garbancitos y una mujer le dijo a mi madre que me quitase del puesto, porque no creaba nada bueno. Y me colocó en la ferretería.

P.- La superación y la constancia, ¿Pueden ser adictivos?

R.- Yo no me conformo con lo que tengo, porque a mi el trabajo no me mata, yo lo vivo.

P.- Usted que es muy dado a los refranes, ¿Tiene predilección por alguno?

R.- Tengo muchos, y los tengo repartidos por todas mis tiendas. Me gusta uno que tengo aquí: “Trabajar por Ceuta es un placer, trabajar por Ceuta es un deber, aquí nací, quisiera morir, mira qué bonita tuya es, tu tierra, mi tierra”. Todos estos eslóganes los tengo en mis tiendas.

P.- En cada establecimiento tiene usted una panorámica de Ceuta con una frase donde expresa su cariño por la ciudad, ¿De dónde surge esa idea?

R.- Es mía, la siento, porque soy caballa a más no poder y lucho por Ceuta. Para mí irme de vacaciones fuera es un sacrificio porque estoy tan enamorado de Ceuta, y es tan bonito el conocer a todo el mundo e ir a la playa, te da vida. Y te vas fuera y sin conocer a nadie, pierdes hasta el habla.

P.- ¿Cuál es la tradición de Ceuta con la que más se identifica?

R.- Bueno, todas enteras. Yo es que a Ceuta, no le puedo reprochar nada. Soy caballa y lo siento así, y me gusta todo de ella.

P.- ¿Cómo es la relación con sus trabajadores?, ¿Puede ser demasiado afectiva y generar algún contratiempo?

R.- Para mi los trabajadores son una familia. Tengo 50 empleados y no tengo ningún problema con ellos. Me dicen el tito. Además lo tengo dicho, que cuando tengan un problema que vengan a mi despacho. Cuando yo veo a una persona un poco disgustada, le pregunto y le saco, y le damos solución. Porque si tengo lo que tengo, es gracias a ellos. Los empleados para mi son la base fundamental y quién los trate mal se equivoca. Como he sido empleado sé lo que es. Al empleado hay que tratarlo y pagarle como se merece, evitando la separación entre empresa y empleado. A mi la palabra don, que me la eviten pero cuando hay que trabajar, se trabaja.

P.- Pilares básicos para que funcione un negocio.

R.- Los pilares básicos son echarle muchas horas de trabajo, estar encima del negocio, estar con los empleados, cualquier problema solventárselo. La base fundamental son los empleados, su unión. Llegan las Navidades, por ejemplo, y lo bonito que es, sentarse en una mesa con 50 trabajadores. Yo soy un enamorado de eso, y se lo digo a mi hijo: esto que perdure, esto no lo pierdas nunca.

Recuerdos

P.- Díganos, ¿Cómo era Ceuta y qué servicios poseía cuando usted empezó?, ¿Hubiera triunfado de la msma forma en la época actual?


R.- Siempre hay que ir mejorando y ha cambiado, pero bastante. Hoy en día el comerciante tiene más probabilidades de asentarse. Hay muchos a los que les han ayudado con créditos y eso. A mi nadie me ha ayudado, sólo mi pueblo y mi mujer. Yo me tiré muchos años comiendo en mi casa, porque me daban facilidad para pagar, y no querían que me viesen en los restaurantes si alguna vez me fuera mal. Y he sido muy feliz así, con una camisa, humilde y enamorado del trabajo. Enchaquetado, parezco disfrazado.

P.- ¿Qué recomienda a los jóvenes emprendedores?

R.- Que si son por vocación, porque les guste, es bonito. Pero si es por establecerse, hay que ser consciente de en lo que uno se ha metido, de ser responsable, pagando a los empleados en su momento y no decir que lo que hay en la caja, es tuyo. El mérito del comerciante no es montar un negocio, es mantenerlo.

P.- ¿Con qué se queda de estos años de trayectoria?, ¿Cree que con esta medalla le queda algo más por hacer o piensa retirarse?

R.- Eso fue lo primero que me dijeron al anunciarme lo de la medalla y contesté que no me retiro, que yo a las seis y media me levanto todos los días. Desayuno, hago ejercicio y a las ocho en punto hace más de cuarenta años, estoy en la puerta del banco. Tengo mi ruta apuntada en una libreta de lo que tengo que hacer al día siguiente, y no me retiro tan fácil, todavía no.

“Hay que subir la cuesta”

P.- ¿Algún momento que recuerde con un cariño especial a lo largo de su trayectoria como empresario?

R.- Momento especial ahora, que soy muy feliz con lo que tengo, muy feliz con mi familia. Soy tan feliz que hay veces que me da miedo ser tan feliz. Yo voy a San Antonio y no sé que pedir, porque me lo ha dado todo. Y ser enamorado de mi tierra y mi trabajo, eso por supuesto. Además, hay crisis, pero yo no me conformo. Tu tienes que ir a la montaña, la montaña no puede venir a ti, eso está muy claro. Cuando hay crisis, es cuando hay que luchar, cuando hay que subir la cuesta.

P.- ¿Ha echado en falta, en una vida dedicada plenamente al trabajo, ese espacio dedicado al ámbito familiar y social?

R.- Sí que es verdad. Tengo 77 años y cuando he estado empleado en Rivera, me daban el dinero y no me iba de vacaciones. Cuando mis hijos tenían problemas, era mi mujer la que iba con ellos al médico y yo, al pie del negocio. No podía ir. Entonces siempre les digo a mis hijos que miren por el negocio, pero que disfruten. Siempre les aconsejo que viajen porque si no disfrutan, no merece la pena trabajar tanto. Yo he viajado y he disfrutado mucho trabajando, pero claro, quiero que lo hagan ellos, porque trabajar, trabajar, tampoco es eso. Pero que nadie me critique porque yo soy feliz en mi trabajo y disfruto echando horas en él.
 


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