Carlos García Selva. nicol's. |
audiencia provincial /
caso 'kimbi'
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Selva intentó anular, en base al
artículo 741, el testimonio de A.A.D. |
Dice
que para ser prueba, la incriminación debe
prolongarse en el tiempo, ser
plural, sin ambigüedades, ni contradicciones, además
de no constar “motivos espúreos”
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El abogado de A.C.A., Carlos García Selva, comenzó su
defensa por la controvertida devolución del vehículo
tiroteado a su dueño sin la realización de las pruebas
necesarias para garantizar la realidad de los hechos y
demostrar de forma evidente la “inconsistencia,
incongruencia y falsedad del testigo de cargo”. Carlos
García partió del artículo 741 LECRI que establece que el
Tribunal, apreciando, según su conciencia, las pruebas
practicadas y con aplicación de las máximas de “la
experiencia, la lógica y el sentido común”, teniendo en
consideración las razones expuestas por las acusaciones y
las defensas dictará sentencia.
“Estimamos que no se ha practicado prueba alguna con la
suficiente entidad como para erigirse en fundamento de una
sentencia condenatoria contra los mismos”, dijo el abogado.
Según explicó García Selva, una declaración oral del
testigo-víctima puede constituir prueba de cargo si cumple
los siguientes requisitos: no constar motivos espúreos que
permitan dudar de su veracidad o imparcialidad y que la
incriminación persista, prolongada en el tiempo, plural, sin
ambigüedades ni contradicciones.
Para el letrado, las declaraciones de A.A.D. “carecen de los
requisitos jurisprudencialmente señalados para desvirtuar el
principio de presunción de inocencia”. Primero, porque no se
puede establecer que su testimonio venga motivado por su
deseo de decir la verdad y colaborar, como todo ciudadano de
bien, con la justicia, no pudiendo descartarse móviles
espurios. Y segundo, según García Selva, porque el referido
testigo ha incurrido en importantes contradicciones en las
sucesivas declaraciones prestadas (17) para la causa “que
tienden a restar verosimilitud a su versión de los hechos,
no sabiendo dar explicación convincente a ellas en el acto
del plenario”.
Los hechos
El letrado defensor desgranó punto por punto cada uno de los
hechos sucedidos aquel 31 de diciembre de 1999 para probar
la inocencia de su patrocinado. Según Carlos García Selva,
la acusación concluye en sus informes que “el lugar es
idóneo para una emboscada porque los ocupantes de un
vehículo que suba por la calle Rafael Orozco, no ven lo que
pueda esperarles en la calle San Daniel, dado ambas calle no
forman una línea recta”.
En cuanto a la disposición de los tiradores, el discurso de
la acusación es que había cuatro en el lado izquierdo, dos
en el derecho (escondidos entre los coches), tres vehículos
cortando la posible huída y ocho personas más delante, todos
perfectamente armados. Según García Selva, el testigo de
cargo asegura que todos disparaban desde sus respectivas
posiciones y aún “hay autores que no están metidos en la
causa porque nunca los he llegado a reconocer, ya que había
gente apostada en las azoteas”.
Una vez analizada la huída del coche y el transcurso de los
acontecimientos, Carlos García Selva considera que “todos
estos elementos llevan a la conclusión de que A.A.D. no se
encontraba en el coche cuando se produjeron los disparos”.
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“La historia del testigo es inverosímil e irreal”
Respecto a la salida del coche de
A.A.D. existe una clara discrepancia entre la versión dada
por el Ministerio Fiscal y la acusación particular: El hecho
de que el testigo pudo salir del coche y salir corriendo ha
venido siendo abonada, “sin mucho éxito”, en todas y cada
una de las 16 declaraciones sumariales del Testigo de cargo,
con variaciones sustanciales en cada una de ellas, según
explicó el letrado. Para García Selva, en unas asegura que
se hizo el muerto permaneciendo varios minutos inmóvil hasta
que optó por huir, mientras que en otras asegura que salió
en el momento en que una mano entraba por la ventanilla para
efectuar “el tiro de gracia”.
En todo momento Abdelkader viene a sostener que, después de
hacerse el muerto y una vez comprobado que sus atacantes del
grupo de apoyo se han ido, abre la puerta y sale corriendo
en dirección a la posición que ocupaba dicho grupo atacante
(puente del quemadero), siendo herido en la planta del pie.
Para García Selva la narración de todos estos
aconteciomientos por parte de A.A.D. es absolutamente
“imposible, inverosímil e irreal”. “Porque un fuego cruzado
de tal magnitud lesionaría a los propios pistoleros; la
ubicación del grupo de apoyo es aún más absurda, ya que en
todo caso estarían detrás de los vehículos y no delante con
riesgo de atropello; ningún impacto entra por la puerta
derecha; la mayor parte de la sangre se encuentra en el lado
derecho; y no es lógico que la huída se produzca en la misma
dirección que los agresores”.
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