La visita de Adolfo Suárez a Ceuta, la primera de un
presidente de Gobierno, se produjo el cinco de diciembre de
mil novecientos ochenta. Se trataba de un acontecimiento que
resultaría histórico y que marcaba un punto de inflexión con
el devenir de los tiempos, hasta que otro presidente del
Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, también lo hizo.
José María Aznar, aunque vino en varias ocasiones, siempre
lo hizo como presidente del Partido Popular para actos
políticos de campaña electoral. De hecho, aquélla visita de
Adolfo Suárez, siempre fue motivo de alusión cada vez que se
reclamaba la presencia de los presidentes del Gobierno en
Ceuta, e incluso, de S.M. el Rey.
Recordamos aquélla histórica visita como una fría mañana y
con fuerte viento cuando aterrizó el helicóptero que traía a
Adolfo Suárez y su séquito en un “Puma” del Ejército del
Aire que le trasladaba desde Madrid. Le acompañaba el
ministro de Industria, Ignacio Bayón. Y fue recibido a pie
de pista por las primeras autoridades civiles y militares:
el delegado del Gobierno y comandante general, Gerardo
Mariñas Romero (tío del periodista, ya fallecido, Luis
Mariñas); el alcalde, Ricardo Muñoz Rodríguez y el capitán
general de la II Región Militar, Pedro Merry Gordon. Uno de
sus primeros actos fue la visita al acuartelamiento ‘Duque
de Alba’ II de la Legión, donde depositó una corona de
flores ante el monumento a los caídos en compañía de Merry
Gordon, el teniente general que dos meses después estuvo a
punto de sumarse al intento de golpe de Estado del 23-F, si
antes no es neutralizado por quien era Gobernador Militar de
Sevilla, general Esquivias Franco.
En aquéllos momentos los conciliábulos políticos llevaban
muchos meses en España escuchando “ruido de sables”, de
posibles intentos de golpe de Estado, malestar general entre
los militares y además con un presidente Adolfo Suárez que
no tenía en el Ejército, precisamente, a uno de sus
principales valedores, pese a contar con Gutiérrez Mellado
en su Gobierno como uno de los grandes bastiones, ya que
quien fuera Comandante General de Ceuta, contaba con gran
predicamento en el ámbito castrense. Adolfo Suárez se reunió
solo en uno de los salones del acuartelamiento de la Legión
con jefes y oficiales de la Guarnición donde se habló de
todo y de todos. Hubo momentos de gran tensión, pero a su
término se percibía que de allí salió un Suárez triunfante,
porque en las distancias cortas era un verdadero maestro. De
ahí el apelativo que se le conocía de “encantador de
serpientes”, dada su extraordinaria habilidad para convencer
y casi hipnotizar a sus contertulios que quedaban
ensimismados por sus argumentos.
Por nuestras calles fue saludado con entusiasmo, destacando
siempre su carisma y atractivo personal, alzaba la mano y la
agitaba al viento, a todo el mundo saludaba y a todos
sonreía. Se mostraba cercano y receptivo. Su presencia
supuso un acontecimiento sin precedentes y representó una
auténtica convulsión para los medios de comunicación que se
desplegaron en nuestra ciudad.
La presencia de Adolfo Suárez se recuerda con dos
inauguraciones: la central de Endesa en la zona del puerto,
que en esos momentos era una verdadera revolución en Ceuta y
también la actual Casa del Mar. Allí, un periodista del
extinto diario “Sol de España”, Juan de Dios Mellado,
enviado especial a cubrir la información, resultó herido al
caer una cristalera y hasta el herido se acercó Suárez a
interesarse por el estado del mismo. Se celebró un desfile
militar en la Avenida Cañonero Dato presidida por el Capitán
General de la II Región Militar, Pedro Merry Gordon. Hasta
nuestra ciudad llegaron reputados periodistas que seguían
los viajes oficiales del presidente del Gobierno: Miguel
Angel Aguilar, Abel Hernández o Pilar Cernuda, entre otros.
También tuvo reuniones políticas con el alcalde Ricardo
Muñoz y con los parlamentarios de entonces, el diputado
Francisco Olivencia, y los senadores Serafín Becerra y
Antonio Domínguez. La Unión de Centro Democrático le ofreció
una cena en el restaurante del Parador Hotel ‘La Muralla’ y
a su término, se fotografió con Serafín Becerra, gran amigo
suyo, leal compañero. Adolfo Suárez se caracterizaba por su
frugacidad en la comida, su impenitente consumo de tabaco y
también de café. Sobre la media noche se retiró a descansar
y dicen quienes estaban a su lado, que se le veía agotado
por la jornada intensa que había vivido en nuestra ciudad.
Antes, a los postres de la cena, Adolfo Suárez, había tomado
la palabra, y tras referirse a que no consideraba su viaje
solamente como una ocasión histórica, declarando que había
cumplido con su obligación de presidente del Gobierno y del
partido al visitar una ciudad españolísima como es Ceuta, se
comprometió a resolver los problemas de la ciudad con la
colaboración de todos los ceutíes, indicando que había que
iniciar su recuperación económica y los procesos para
conseguir una población autosuficiente. No ocultó los
momentos difíciles por los que atraviesa nuestro país, pero
“mi misión es vender ilusiones, -dijo-, así que tened la
completa seguridad de que ni ETA obtendrá una victoria
política, pues será completamente desterrada de España, ni
existe un programa alternativo al nuestro en el plano
económico, ni los problemas autonómicos romperán la
convivencia pacífica de los españoles”. Adolfo Suárez
dirigiéndose a sus correligionarios dijo: “Tengo la absoluta
seguridad de que ganaremos también las próximas elecciones,
ya que creo que todavía es válido ese eslogan, a pesar de
que nos están pidiendo cuentas todos los días de gestiones
que necesitan un tiempo mayor de solución».
Seguidamente, fue un tanto exagerado y no poco optimista,
cuando recordó los 103 años que le quedaban a Unión de
Centro Democrático en el poder, indicando que lo sentía por
la oposición, pues iba a tener que esperar mucho tiempo.
Esta fue la razón que dio Adolfo Suárez para que otras
fuerzas políticas buscaran el Gobierno de coalición, al que
definió como «una debilidad por nuestra parte», poniendo en
duda que culminara con éxito. Puso colofón al acto
realizando un brindis por el pueblo español, calificándolo
de maravilloso, deseándole que tuviera unos dirigentes
políticos mejores de los que actualmente poseía en ese
momento, en un ejercicio de modestia. Dos meses después de
su visita a Ceuta tendría lugar la intentona de golpe de
Estado, el 23 de febrero, lo que justificaba, en cierta
forma, su presencia en nuestra ciudad para pulsar el
ambiente militar en aquéllos momentos, y dicen que
“apaciguar los ánimos revueltos”; aunque aparentemente venía
a dos inauguraciones, el verdadero transfondo era el “ruido
de sables” que tanto le inquietaban y que en los cenáculos
políticos era motivo permanente de conversación. Adolfo
Suárez llegó a Ceuta en plena crisis militar como después se
encargarían de confirmar los acontecimientos que se dieron
con el devenir del tiempo.
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