Nervioso. Así vieron a Mohamed A. todos los agentes de
Policía Nacional que interactuaron con él en algún momento
del día de los hechos. Los policías que ayer declararon como
testigos en el juicio por la muerte de Laura Gutiérrez
coincidieron en que el procesado se mostró muy alterado en
todo momento, aunque coherente con lo que decía. El primer
agente en testificar fue el que recibió a Toni en comisaría
cuando acudió para delatarse. “Me dijo que estaba nervioso y
que le había dado una paliza de muerte a su compañera de
piso”, afirmó el policía que explicó que sólo repetía esta
frase hasta que dijo “Tengo novia y me voy a casar, me he
buscado la ruina”. Eran en torno a las 10.50 horas y tras
averiguar si se trataba de un caso de violencia de género,
extremo que quedó descartado, el agente envió un zeta hasta
el lugar donde supuestamente había tenido lugar la agresión.
Mohamed explicó la compañera a la que había dado una paliza
se llamaba Beatriz y los agentes que se personaron en la
vivienda preguntaron por este nombre, pero la compañera de
Laura les dijo que allí no vivía chica llamada así. Por
ello, desde la comisaría decidieron trasladar al detenido
para que indicara cuál era el domicilio. Sin embargo,
aclarado el error del nombre y antes de que llegara el
segundo zeta, los agentes volvieron a la vivienda y pidieron
a la chica que se encontraba allí que abrieran la puerta del
dormitorio de Toni. Allí se encontraba Laura, tendida en el
suelo boca arriba, con los brazos abiertos y los pantalones
por los tobillos. Aunque, según los policías, con la ropa
interior intacta. Había pasado una media hora desde que el
autor de la muerte había llegado a comisaria para confesar
lo que había hecho. Eran en torno a las 11.15 horas.
Una taza rota
Dos unidades del 061 llegaron hasta la calle Linares en ese
momento. Los sanitarios procedieron a practicar la maniobra
de reanimación cardiopulmonar (RCP) durante más de media
hora, pero nada pudieron hacer por la joven. Tras ellos, la
policía científica tomó la vivienda para hacer un reportaje
fotográfico de como se encontraba todo y recopilar pruebas.
Los agentes coincidieron en que el salón presentaba signos
de forcejeo. El sofá revuelto, un cojín con sangre que luego
se demostró que procedía de la víctima, y una taza con un
asa rota son algunas de las muestras que quedaron de lucha
entre Laura y Mohamed. En la habitación, donde se encontró a
la joven, había sangre en un colchón que estaba apoyado en
la pared, mientras que junto al cuerpo aparecieron dos
cordones además del que se encontraba alrededor de su cuello
y que Toni, supuestamente, utilizó para estrangular a su
víctima. En la cama había dos móviles y una sola papelina de
droga. El inspector que instruyó el atestado puntualizó que
al entrar en la habitación de Mohamed había una pantalla de
televisión encendida con anuncios de sexo duro. Este miembro
del CNP fue el único que declaró que el procesado mostraba
signos de haber consumido droga. “A lo largo del
interrogatorio presentaba subida y bajadas de carácter”,
señaló el inspector para puntualizar que el procesado
recordaba lo sucedido por momentos.
No obstante, en el juicio no se presentó ninguna prueba
sobre si Mohamed estaba drogada el día de los hechos. El
resto de agentes no supo precisar si además de nervioso, el
joven estaba drogado.
|