La madrugada del 6 de diciembre es un vacío en la memoria de
Mohamed A., el autor confeso de la muerte de la joven Laura
Gutiérrez, o al menos eso es lo que ayer testificó en el
juicio que se celebró contra él en la Sección VI de la
Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta. El procesado apenas
dio detalles para arrojar luz sobre lo que pasó en la
vivienda del edificio Calypso, en la calle Linares. Mohamed,
más conocido como Toni, manifestó que la noche de los hechos
salió sobre las 2 o 2.30 horas del Casino de Ceuta, donde
trabajaba los fines de semana, y reconoció que había tenido
un “rifirrafe con su jefe”. Lo que venía después era más
confuso.
El procesado aseguró que no recordaba cuándo ni cómo había
llegado a la casa que entonces compartía con la joven
linense. La víctima estaba en Ceuta sólo unos días, los
necesarios para hacer el último examen de la carrera y
marcharse. El único hecho que recordó el procesado una vez
que entró en la vivienda es que tendió una lavadora que
había dejado puesta y negó haber mantenido una conversación
con la otra chica que se encontraba en la vivienda.
“Después, cuando me di cuenta, tenía a la víctima entre mis
manos”, afirmó con voz serena. No obstante, más tarde si
recordó que intentó trasladar el cuerpo de Laura hasta la
habitación aunque no supo precisar por qué.
Ante su relato de hechos, el fiscal preguntó a Mohamed si no
le parecía extraño que sólo recordara tener a Laura entre
sus manos a lo que el procesado no dudó en contestar: “No me
resulta nada extraño, porque yo estoy aquí para colaborar
con la Justicia”. Toni defendió en todo momento que su
voluntad era ayudar y quiso mostrarse como una víctima más
de lo sucedido. “Yo me preguntó todos los días, desde que
entré en prisión, qué es lo que pasó”. “No se que es lo que
quería, porque no me acuerdo”, insistió cuando el fiscal le
preguntó por qué atacó a Laura.
Relación de “respeto”
Sobre la relación con los compañeros de piso, el detenido
afirmó que era de “afecto y respeto”. Mohamed negó en todo
momento que hubiera pretendido mantener una relación sexual
con la víctima, a la que había conocido unos días antes.
Toni tampoco habló sobre su declaración en la Comisaría de
la Policía Nacional, donde dijo al agente que lo atendió que
había dado “una paliza de muerte a su compañera de piso”.
Aseguró que no se acordaba de nada y alegó que el 6 de
diciembre estaba “intoxicado” por la droga y que, tres días
después, cuando volvió a declarar en el Juzgado de
Instrucción, se encontraba “aturdido por la medicación que
le habían dado”. Cuando el letrado de la acusación
particular le preguntó a Amahda si hubo penetración, este se
puso a la defensiva e increpó al abogado si tenía alguna
prueba de que así fuera. El presidente de la Sala, Fernando
Tesón, se vio obligado a intervenir y recordarle al
procesado que estaba allí para responder y no para
preguntar.
Origen de la cocaína
Mohamed no quiso contar donde había adquirido la cocaína que
supuestamente consumió aquel día ni supo concretar cuántas
tomó. Lo que si dijo es que cada una costaba 25 euros, un
precio que hizo cuestionar a la acusación particular la
capacidad económica del acusado para comprar la droga. En el
juicio tampoco se aportaron pruebas que demostraran si ese
día había consumido o si era consumidor habitual.
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