Los vibrantes acordes de zarzuela, la pieza final que Inma
Shara y la ‘Brandenburgisches Staatorchester Frankfurt’
ofrecieron ayer al público en el Gran Teatro Auditorio del
Revellín, resonaban aún en los oídos del encandilado
público. En la primera fila, junto al arquitecto Álvaro Siza,
el presidente de la Ciudad, el último en abandonar la sala,
afirmaba con acierto: “Todos nosotros nos iremos, pasaremos,
pero esto quedará para siempre”. Acierto es que se califique
de perdurable una obra hecha con ese fin, para que a partir
de ahora, fecha histórica por ello en el calendario ceutí,
los ciudadanos a este lado del Estrecho puedan disfrutar de
la buena música en un lugar creado para la música.
“Esta bien, está bien, he estado arriba y aquí, y está
bien”, afirmaba el autor de tan especial arquitectura con la
sencillez y humildad que caracterizan sus gestos, respecto a
la acústica de su obra. A su lado, su fiel colaborador en
este proyecto, Avelino Silva, y el jefe de obra de Corsán,
Sajaro Hijazi, que sonreía al fin tras una dura recta final
de la obra, una verdadera carrera contrarreloj.
Al lado de Siza, a pie de escenario, el presidente Vivas y
los miembros de su gobierno; el delegado, José Fernández
Chacón, y el comandante general, Enrique Vidal de Loño. Un
poco más allá, el joyero Carlos Chocrón, uno de los
patrocinadores del evento y cuya fundación Chocrón-Macías,
dará hoy la oportunidad a otros 600 amantes de la música y
de la buena arquitectura de tener el privilegio de escuchar
a una sinfónica de primer nivel en Ceuta. “Lo importante es
lo que se abre a partir de ahora”, señalaba también el
presidente, con el augurio de los buenos tiempos culturales
que podrá vivir la ciudad, hasta ahora y durante décadas,
privada de una sala de conciertos y un teatro, y que desde
ayer cuenta con uno que merecerá, según señaló a este diario
Inma Shara al anunciar el programa que traería a la ciudad,
entrar en el “circular de las orquestas”, por ser una
genuina “casa de la música”.
“Esto no es para rock..., es para música sinfónica, de
cámara, ópera, teatro..., la voz desde el escenario se oye
perfectamente, sin necesidad de altavoces”, resumía el
ingeniero encargado de la acústica, Daniel Commins, quien
conversaba en el descanso del concierto con el arquitecto
Juan Miguel Hernández León, uno de los amigos que ha
acompañado a Siza en la apertura de su Auditorio, el
elemento más “transformador” dentro del conjunto que
conforman los edificios de La Manzana y tal como él mismo lo
ha definido. “¿Y para el carnaval?”, preguntábamos a Commins
“Bueno, como excepción...”, señalaba el experto.
Portugal y España, Ceuta, se dan la mano en el mundo que ha
creado La Manzana del Revellín: “Lo que son las cosas...”,
manifestaba el presidente de la Ciudad, para recordar, en
una conversación en la que Siza intervenía con interés, los
lazos que unen a ceutíes y portugueses desde la llegada de
estos a la ciudad, hace seis siglos. “Ahora hay que
estrecharlos”, propone Vivas, para agregar, respecto a las
posibilidades de seguir contando en la ciudad con la
presencia del premio Pritzker, que “a Don Álvaro habrá que
hacerle un homenaje”.
Además del privilegio que supuso asistir en Ceuta a la
actuación de una sinfónica alemana que la propia directora
definía como “una máquina” musical, Vivas presumía también
de la plaza central del complejo: “Muy Mediterránea,
¿verdad?”, destacaba al final del concierto. Su sonrisa era
elocuente tras una tarde llena de emociones que comenzaba en
ese límpido espacio, hecho para la serenidad de la cultura y
también para la algarabía de los transeúntes, y para el
rumor del agua que Siza ha previsto suene sobre sus pétreas
fuentes. Piedra y agua, sólido y líquido, paredes de mármol
hechas para perdurar, elemento etéreo como la música, como
la pasión, la de Álvaro Siza, la que Inma Shara puso con la
orquesta, la que a partir de ayer despertará en los
espíritus sensibles esta gran obra ceutí y universal.
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