El arquitecto Álvaro Siza descorrió la cortina. Una placa
con letras en relieve que dejaban para el futuro la huella
de un día histórico en Ceuta. Ocurrió ayer, pocos minutos
después de las seis de la tarde. Le acompañaban el
presidente de la Ciudad, Juan Vivas, los consejeros de su
Gobierno, y numerosas autoridades que no quisieron perderse
tan emotivo encuentro. Era el aperitivo para el concierto
que llegaría después y que sería el colofón final. Pero
antes, la consejera de Educación, Cultura y Mujer, Mabel Deu,
Vivas y el arquitecto quisieron explicar a los presentes lo
que significa para Ceuta inaugurar el Auditorium Revellín.
“¿Qué pasa ahí?”, preguntaba una niña a su abuela. “Que
estrenan un teatro”, le contestaba la señora. Eran las seis
menos cuarto de la tarde y el Paseo del Revellín estaba en
todo su esplendor. Radiante, lleno de gente, de curiosos que
no querían perderse la llegada de las autoridades, y de
políticos que, poco a poco, iban haciendo su entrada en
escena. Políticos, eso sí, sólo del Gobierno de la Ciudad,
porque los de la oposición, tal y como habían anunciado, no
aparecieron.
El esperado momento se iba acercando. Las personas que iban
llegando, lo hacían como marca la etiqueta: los hombres
vestidos con traje de chaqueta; las mujeres, con vestidos,
aunque, mayoritariamente, cortos. Alguna chaqueta blanca,
como la de Adela Nieto, consejera de Sanidad, pero en su
mayoría, tantos mujeres como hombres, optaron por el color
negro en su indumentaria.
Primeros besos en la manzana del Revellín. Había llegado el
ansiado día, el del estreno del ‘Gran Teatro Auditorium
Revellín’. El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, y sus
consejeros, esperaban al sol. La más radiente, la consejera
de Educación, Cultura y Mujer, Mabel Deu. Era su día. El día
en que la consejería que apuesta porque Ceuta tenga una vida
cultural de primera categoría podía lucirse.
La estrella indudable de la jornada, el arquitecto Álvaro
Siza, saludaba a las autoridades poco antes de que el reloj
marcase las seis de la tarde. La comitiva presidencial se
introdujo en la plaza del auditorio. La manzana del Revellín
lista para darle un sabroso bocado. Una cortina roja a punto
de descorrerse. La nueva era cultural de Ceuta, de la que
tanto se había hablado en estas últimas semanas, estaba a
punto de despertar. Álvaro Siza y Vivas retiraron la cortina
que tapaba la placa. Blanca, con letras en relieve. Un
recuerdo del hoy para el mañana.
A las 18.05 horas, el auditorio quedaba inaugurado. Ceuta
podía presumir de tener un espacio escénico a la altura de
los grandes. Entre los presentes, muchos rostros conocidos:
el delegado del Gobierno, José Fernández Chacón; el
consejero de Fomento de Melilla, Rafael Marín; el ingeniero
Daniel E. Commins; el acuarelista Pedro Orozco; el técnico
de Cultura Manolo Merlo; el director de la UNED, Fernando
Jover; el presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías,
Juan Carlos Aznar; el director de la compañía de teatro
local ‘ConMedia Farsa’, César Martín; representantes de los
‘Amigos de la música’, de las amas de casa y de las
asociaciones vecinales; el joyero y premio de la Ciudad
Autónoma Carlos Chocrón; el presidente de la Cámara de
Comercio, Industria y Navegación, Karim Bulaix; y el editor
de EL PUEBLO, José Antonio Muñóz; entre otros.
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Testigos de un hecho histórico
“Esto es un momento emocionante,
incluso para los que nos emocionamos difícilmente. Yo
reconozco que hoy me siento muy satisfecho de mi ciudad”,
declaraba a EL PUEBLO, el comisario de la Fundación Ceuta
Crisol de Culturas 2015, Francisco Antonio González, a la
entrada del Auditorium Revellín, tan solo unos momentos
antes de su inauguración.
“Hace ya algún tiempo, nueve años más o menos, que algunas
personas que hoy son lo que son, idearon este tema. Yo estoy
absolutamente encantado de que haya llegado ya el momento
inaugural y de que tengamos en nuestra ciudad un evento de
estas características y, además, una infraestructura
cultural de primer nivel nacional e internacional”,
agregaba.
No era el único que pensaba así. Todos los asistentes se
encontraban emocionados. Iban a ser testigos de un momento
único tal y como el presidente de la Ciudad, Juan Vivas,
agregaría después durante su discurso: “En estas
situaciones, uno tiene siempre la tentación de decir que
estamos ante un hecho histórico, y suele caer en un tópico,
pero es que, en este caso, es verdad”.
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