Lo guay –vocablo muy ochentero que ha superado el paso del
tiempo– hubiese sido haber estado en aquel concierto en
1978, una mañana de domingo, entre más de 5.000 modernos, en
el Parque de Atracciones de Madrid. Ahora, 31 años después,
no puede ser lo mismo, pero no deja de ser una cita
histórica con el mejor rock nacional, el que bebe de los
grandes como, especialmente, de The Rolling Stones. Tequila,
nuestras propias piedras rodantes en castellano, echan un
último y nostálgico trago.
Capturar ese mejor momento no es fácil. Hay que estar en el
lugar adecuado en el momento adecuado. Un ejemplo: en la
gira de Metallica del Master of puppets en 1986 sólo unos
centenares de personas presenciaron la actuación del
cuarteto californiano en una sala de Madrid. Estaban en su
mejor momento y contaban todavía con el increíble bajista
Cliff Burton. ¿Qué no daríamos ahora por viajar al pasado
para plantarnos frente a ese escenario lleno de cruces o por
estar en aquel multitudinario y gratuito concierto en Hyde
Park de los Rolling Stones o repartiendo paz y sexo en
Woodstock o en el duelo destructivo-pirómano entre The Who y
la Hendrix Experience en Monterrey o con Deep Purple en los
míticos conciertos de Tokio o sentados al lado de Andy
Warhol en la Factoría viendo a la Velvet Underground o en la
escandalosa gira del Anarchy Tour de los Sex Pistols o en
Donington junto a Iron Maiden viviendo de primera mano el
nacimiento del metal...?
Pero la vida da, a veces, segundas oportunidades. Vivimos el
tiempo preciso en el que los grandes grupos clásicos tienen
la oportunidad del último graznido, unas veces patético –la
lamentable gira de regreso de los Sex Pistols, por ejemplo–,
otras glorioso –la vuelta de The Police en los conciertos
del Live 8–, si bien la mayoría, con el paso de los años,
queda en anecdótico.
Con un sonido impecable, incluso demasiado pulido, Alejo
Stivel, Ariel Rot y el resto de la nueva banda entraron en
el escenario del auditorio del Recinto Ferial con uno de sus
temas más conocidos, Rock and roll en la plaza del pueblo.
La presencia sobre el escenario de dos de los tres
supervivientes de Tequila –Felipe Lipe declinó salir de
gira– es arrebatadora. Se les ve cómodos, dominando la
situación sin casi quererlo. El cantante y el guitar hero.
Nena, qué bien te ves, Rock del ascensor, Ring ring,
Matrícula de honor... fueron cayendo profesionalmente, si
bien, incluso irritantemente perfeccionistas, perdiendo algo
de frescura.
Algunos temas más lentos menos apropiados para el directo
dieron al concierto ciertos altibajos que se tapan
rápidamente gracias a un repertorio donde hay cosas como
Quiero besarte o Dime que me quieres.
Uno sabe que si abandonan el escenario sin haber tocado
Salta, va a haber al menos un bis. El archiconocido tema,
que nunca ha dejado de sonar en las discotecas, fue el
esperado colofón.
Como dijo el propio Ariel Rot en la rueda de prensa horas
antes del concierto: “Si los Rolling Stones han llegado
hasta aquí, todavía nos queda un rato”... de nuestras
propias piedras rodantes.
|