Para Muhammad Yunus (Bangladesh, 1940), la pobreza es una
realidad social susceptible de ser erradicada y así lo ha
demostrado a través de su teoría aplicada del microcrédito
en Bangladesh. Su equiparación de los términos exclusión
social y financiera viene determinada por la voluntad “de
todos” para acabar con una lacra que caracteriza al grueso
de países del mundo. La puerta de salida “debe ser común” y
el impulso “decidido” para que el Banco Grameen pueda
“seguir trabajando” para ayudar a cumplir los ocho objetivos
de la Declaración del Milenio.
La finalidad de este acuerdo internacional firmado en 2000,
es reducir a la mitad el número de pobres en el planeta para
el año 2015. Una loable intención que el prestigioso
economista sabe que “no todos los países podrán cumplir,
sobre todo los africanos, que serán quienes lo tendrán más
difícil”. Nueve años de plazo para su meta en los que China
y Bangladesh serán “de los pocos que puedan asegurar su
cumplimiento”. Y es que el fundador del único banco
solidario contempla expectante como su país se recupera de
un problema que pintaba eterno. En su opinión, “lo
conseguirá porque, desde hace treinta años, se han ido
fijando fechas concretas para restar deudas”. Un camino que
se “debe recorrer con el apoyo” de Occidente mediante la
eliminación “definitiva” de barreras discriminatorias.
El sistema de microcréditos del Grameen recala, en el 90% de
los casos, en mujeres, y se distribuyen en cada continente
en base a un estudio de necesidades: 85 millones en Asia, 10
en África y 5 en Latinoamérica. La aplicación de la original
idea ha tenido respuesta directa en su país, pero reconoce,
sin especificar, que en algunos otros lugares, esta teoría
se tomó como “una moda pasajera” que, aunque laureada, “no
se ha intentado llevar a la práctica”.
Yunus explica que, en 2005, se celebró el año del
Microcrédito: numerosas recepciones, actos institucionales y
actividades conmemorativas en las que se trató de recordar
el espíritu de su trabajo: “La idea era ayudar a cien
millones de pobres a salir de su estado; ahora vamos a
tratar de llegar a los 175 millones”. Fechas, plazos,
números, personas. El pragmatismo de su actitud choca con la
utopía que podría simbolizar. “No es imposible, es cuestión
de intención”. Un ejemplo fácil: el Banco Grameen. El
proyecto del ‘Banquero de los Pobres’ fomenta el autoempleo
entre los sectores con más dificultades de supervivencia
porque la pobreza “se ataja desde dentro”.
Inmigración
Aunque asume que esta teoría concreta “no siempre se ha
entendido bien e incluso, a veces, no se ha sabido usar”,
insiste en el caso de Bangladesh para hablar de soluciones
tangibles. Mientras tanto, la diseminación de la pobreza,
cuyas raíces se extienden históricamente por el planeta,
encuentran un punto de novedad en los fenómenos migratorios.
La situación que padece Ceuta como una de las fronteras
españolas al sur de Europa es, a juicio del antiguo profesor
de Economía en Tennessee (Estados Unidos), “comprensible”.
La explicación es “sencilla: si un territorio tiene
excedente de agua y otro no tiene nada, mira al de arriba
desde abajo porque quiere las mismas oportunidades de vida”.
En este sentido, medita sobre los intentos de saltar la
valla. Los individuos que sufren pobreza en África,
“mantienen sus expectativas de mejorar, pero también se
puede colaborar a que no tengan que marcharse de su país”.
Para Yunus, tanto la aportación de fondos desde la Unión
Europea como el trabajo de repatriación desde los países de
orígen “no son acciones opuestas”.
A su juicio, son, más bien, “complementarias” para paliar la
afluencia masiva de inmigrantes indocumentados. “No es
necesario elegir entre ambas opciones, es mejor hacer un
trabajo conjunto desde todos los ámbitos.
Fenómeno inevitable
Sin embargo, afina: “Hay que tener en cuenta que la
inmigración es inevitable, la gente va y viene y eso no se
puede parar, las personas estamos en continuo movimiento,
pero se debe intentar promover la integración de la gente
para que, si es posible, puedan volver a sus países en
mejores condiciones”.
El Banco Grameen prosigue en su labor de adaptación y
renovación en Bangladesh con vistas a un pacto mundial
contra la pobreza.
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