Una curiosa actividad más típica del verano que de estas
fechas y que rompe sobremanera con el carácter familiar del
‘Día de la Mochila’ hizo furor ayer en la Cala del
Desnarigado.
Un grupo de jóvenes y no tan jóvenes encontraron un nuevo
aliciente para pasar esta fiesta tan señalada, una diversión
que va má allá del clásico chapuzón en los primeros metros
de costa que posee dicho emplazamiento.
La experiencia es un salto al vacío en el lugar conocido
como ‘el salto del tambor’. Un espectáculo no apto para
cardíacos. Treinta metros de caída vertical que finalizan
con un tremendo chapuzón en unas aguas cristalinas que
albergan unas rocas puntiagudas en el fondo.
Este acantilado de la Cala del Desnarigado es de sobra
conocido para los ceutíes que recuerdan como la zona es
utilizada en algunas ocasiones para que quien no espera nada
de la vida se la quite de manera voluntaria.
Origen
Según contaba una de las espectadoras del recital de riesgo,
la cascada recibe tal nombre porque en la época de la guerra
civil ese lugar era utilizado para ejecutar a presos y
rebeldes. “Les empujaban o simplemente les obligaban a
tirarse al vacío desde una altura considerable y habiendo
piedras cortantes a menos de tres metros de la superficie
del agua”, explicó. La denominación final se alcanzó ya que
durante las ejecuciones sonaba un redoble de tambores.
En una zona apartada de la mirada de curiosos y familiares,
un grupo de veinteañeros probaban suerte primero desde poca
altura. “El secreto está en no pensarselo mucho”, confesó
uno de los temerarios practicantes de este ‘deporte’.
“Es una descarga de adrenalina total”, aseveró Encarni
González. Esta caballa explicó que en un principio no tenía
ninguna intención de tirarse pero “hoy es un día especial me
parece una ocasión estupenda para vivir nuevas experiencias
y quitarme el estrés de la vida diaria y esta era una manera
fantástica”.
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