Y el tiempo finalmente acompañó. Después de una semana
bastante gris en lo que al tiempo se refiere, la
climatología fue benévola con el pueblo ceutí que se echó la
mochila al hombro para poblar los montes y las playas que
jalonan su geografía.
Esta festividad caballa tan arraigada entre locales y
visitantes parece erigirse entre la dicotomía campo o playa.
Y así lo deciden los propios ceutíes. Pocos son los que
comienzan este año a celebrar ‘la mochila’ in situ en el
campo o la playa y que tienen que inclinarse por una u otra
opción por lo que el resto tiene decidido donde irá porque
el ‘Día de la Mochila’ es ante todo una jornada de
costumbres.
La posibilidad de hacer barbacoas hizo que muchos ceutíes
decidieran instalarse en zonas playeras como la Cala del
Desnarigado para pasar la jornada. “Un día como este no
sería nada sin una buena barbacoa o una paella”, exclamó
Fermín Castilla, que tenía ya los ingredientes listos en la
paellera.
El Hacho
El Monte Hacho y sus alrededores forman parte de una de las
zonas de disfrute por antonomasia del ‘Día de la Mochila’.
El Hacho tiene tanto monte como playa por lo que muchos
eligen este destino para pasar el día.
Cualquier rincón, por recóndito que fuera, era susceptible
de ser utilizado ayer por los mochileros. Así, era normal
encontrar a una familia tomándose unos pinchitos en un
aparte anexo al arcén de la carretera que baja al
desnarigado. Pronto descubriríamos que son ya unos clásicos
del Monte Hacho. La mayoría se desplazó en vehículo propio
con lo que la cercanía a un sitio para estacionar fue
capital.
Muchos coincidieron en que la Cala del Desnarigado podría
ser más de lo que es. Con algún retoque podría ser un sitio
emblemático para albergar a los mochileros en próximas
fechas. Aún así, eso no frenó a la gente que acudió en masa
hasta el punto de abarrotar el aparcamiento y el improvisado
paseo que hay antes de llegar a la arena.
Maestros de la parrilla
En el día de ayer los cocineros fueron los hombres. Ellos
estaban al mando de las sartenes, parrillas o paelleras.
“Hoy cocinamos nosotros y de buena gana”, espetó Joaquín
Marín. Así, a un lado del paseo se encontraban las tiendas
donde los comensales esperaban los pinchitos y la paella
degustando otros platos fríos que venían de casa en los
típicos tuppers. Y al otro se gestaba el almuerzo.
Cualquier manta o tela valía para hacer una improvisada
tienda donde guarecerse del sol, que ayer pegó fuerte, y
poder disfrutar de un almuerzo a base de chacinas,
emparedados y patatas fritas.
El menú del día de la mochila combina los platos típicos
campestres y de la gastronomía ceutí con los alimentos
tradicionales de esta jornada de celebración ancestral. Así
en la base se encuentran: la paella, los pinchitos, las
hamburguesas o las chuletas. Acompañados de una cerveza
fresca o buen vino la comida finaliza con las típicas frutas
y frutos secos como la chirimoya o las nueces y castañas.
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Los orígenes de Ceuta a través de la fiesta
El Día de la Mochila es cada año
una excelente oportunidad para poder ser aprovechado
turísticamente y en beneficio de la memoria histórica de la
ciudad.
Una ocasión que es capaz de congregar a tanto público puede
ser canalizada como motivo de visita de espacios como el
Castillo del Desnarigado, la ermita de San Antonio, el
Mirador de Santa Isabel o el Monte Hacho.
De hecho en el día de ayer se dió un atisbo de esta
posibilidad ya que fueron muchos los que se pasaron por
estos monumentos. Más allá de eso, los abuelos tienen en
días como el de ayer la ocasión perfecta para ilustrar con
sus vivencias la evolución de esta historica ciudad, Ceuta.
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