Fatna Ahmed lleva más de 20 años
solicitando una vivienda de protección oficial. Cuando se
casó, al no tener recursos, se quedó viviendo con sus padres
en una casa militar de Poblado de Regulares. Pero los años
han pasado y no ha podido salir de allí. Al contrario, sus
hijos se han hecho mayores, han contraído matrimonio y
continúan en esta vivienda con sus respectivos hijos. Ahora,
conviven en la vivienda cuatro generaciones, en total once
personas, y el espacio se ha vuelto mínimo. Además, en el
caso de que fallezca la madre de Fatna, todos ellos se
verían en la calle. Por ello, esperaban entrar en las listas
de adjudicatarios de las VPO. Ella y sus dos hijos casados
están como solicitantes, pero en el primer listado no han
entrado y temen no estar en el definitivo que se elabore
ahora.
Fatna pide que se tenga en cuenta
su expediente.
Ella no pierde la esperanza de
poder acceder a una vivienda. Aunque tiene un trabajo, no le
da para pagar un alquiler o comprometerse con una hipoteca.
Situación en la que también están sus hijos y sus
respectivas parejas. Por eso, espera poder pagar una
hipoteca de una vivienda de protección oficial.
“No he conocido nunca la
intimidad de una pareja y no quiero que mis hijos pasen por
lo mismo”, señala esta madre, resignada a seguir esperando
que se les tenga en cuenta para una vivienda de Loma
Colmenar.
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