Yolanda Bel llevó a la práctica esa máxima que dice: ”La
mejor defensa es un buen ataque”, cuando como cierre de su
intervención declaró: “Mi posición aquí no debe condicionar
lo que haga mi familia. Tengo la suficiente vergüenza para
seguir aquí al no haber influido en la colocación de mi
hermana”. También añadió que daba explicaciones porque no
era justo que se le criticara y aludió a su pasado familiar:
“No me avergüenzo de donde vengo. Es muy bonito defender a
los parados de boquilla sin sufrir en sus propias carnes la
necesidad”.
En el relato de sus carencias, “todavía hay políticos que no
utilizamos el cargo para favorecer a familiares” y comenzó
su discurso personal: “Mi familia es normal y corriente.
Tras 12 años de estar yo aquí, quizás no los conozcan. “Mi
familia es normal y corriente, doce años después no conocen
este mundo de la política y están al margen de mi condición
eventual de consejera pero sabe, como miles de ceutíes, qué
es vivir con una pensión mínima, llegar justo a final de
mes, el paro y hasta pedir una bolsa de alimentos. No tiene
mérito, porque hay miles de familias así pero no me
avergüenzo y jamás utilizaría mi puesto para meter a un
familiar en Colaboración Social ni en ningún sitio”.
Prosiguió Yolanda Bel con su humilde orígen: “Hay cientos de
personas con dificultades a final de mes y luchar todos los
días es un orgullo y venir de eso, también es un orgullo.
Nadie se ha preguntado porqué mi hermana era perceptora del
subsidio que no se da a cualquiera”.
“¿Piensan que si yo hubiera ejercido la más mínima
influencia entraría por 500 euros el Colaboración Social sin
cotizar y cobrando el subsidio?”, cuestionó Bel. “Si hubiera
influido estaríamos hablando de algo más importante”,
justificando su comparecencia a petición propia “porque el
parentesco familiar era una obligación moral que tenía. Sale
y habla el que puede. Se ha pasado por alto la protección de
datos”, y censuró a la oposición que no quisieran la
igualdad de oportunidades por considerar Yolanda Bel que se
veta a los familiares de los políticos por sus apellidos.
Se exculpó en sentido figurado, de responsabilizarse “si un
familiar mata a Manolete” y también utilizó una frase muy
socorrida sobre que no descendía “de la pata del Cid” y fue
más allá: “Tengo la suficiente vergüenza para seguir aquí al
no haber influido en la colocación de mi hermana”.
Yolanda Bel quiso dar una lección de sus orígenes humildes
al Pleno para demostrar su apego a los más desfavorecidos,
por considerarse una de ellos reiterando que no se
avergüenza de su familia pese a su humildad, declarando que
ella misma lo ha pasado muy mal, antes de llegar a la
política.
En este contexto, fue salpicando su discurso político en un
debate del que agradeció que fuera político y donde la
oposición le criticó que se plasmara en un documento oficial
una relación de personas, cuyos méritos eran equiparables a
otros muchos.
Quiso acabar con la cabeza muy alta, sin responder a José
Antonio Carracao, cuando éste dijo que hablaba en plural de
casos de familiares, asunto en el que Yolanda Bel no entró,
tal vez, por si surgían nuevos hechos o el debate derivaba a
otros casos.
“Tengo la suficiente honestidad y vergüenza -dijo-, que me
da mi apellido Bel Blanca”. Bel convirtió en una cuestión de
honor el “caso” de su hermana sin negar en ningún momento la
petición que se hizo desde la Ciudad, aunque sí lamentó que
se hiciera pública la identidad de su hermana con DNI,
aludiendo a la ley de protección de datos.
Para concluir, y tras solicitarle por parte de la Oposición
que dimitiera, Yolanda Bel contestó con rotundidad: “Les voy
a dar una mala noticia: no voy a dimitir porque no tengo
nada de lo que avergonzarme, porque no influí para nada en
ese contrato, porque todo se hizo conforme a la legalidad,
porque reunía los requisitos y porque yo estoy orgullosa de
mi familia”, defendió.
“Antes de avergonzarme de ser Bel Blanca, me voy porque
estas cosas solo las sabemos los que no somos ‘hijos de’...
Aquí es muy fácil defender de boquilla, sin haberlo sufrido
en la propias carnes, a quienes pasan necesidades. No pidan
la dimisión: cuando ustedes sufran la exclusión social con
todas las de la ley empezaremos a hablar y a reflexionar con
profundidad”.
|
Se enredó en buscar coartadas que se caían al mismo tiempo
que se reforzaban sus contradicciones
Yolanda Bel no supo o no pudo dar
una explicación convincente, más bien al contrario. Se
enredó en buscar coartadas que se caían al mismo tiempo que
se reforzaban sus contradicciones. Ayer en el Pleno afirmó
que en 2011 “se proponían nombres para evitar que las muchas
renuncias conllevasen pérdidas de subsidios y más trámites”,
cuando semanas atrás el Gobierno aseguró en un comunicado
que el citado escrito “no tuvo efecto alguno” en la
selección para el puesto de auxiliar administrativo. ¿En qué
quedamos? No es posible argumentar que se enviaban escritos
con nombres y apellidos para que fueran contratados y evitar
así posibles renuncias y a la vez defender que los citados
escritos no causaban “efecto alguno”. Además ¿comó podía
saber el Gobierno de la Ciudad quienes, de los miles que
cumplen los requisitos, renunciarían y quienes deseaban ser
contratados? ¿Solo los nombres que indica el Gobierno en sus
escritos habían mostrado su deseo ser contratados? Otras de
la contradicciones de Bel se produjo cuando ésta se escudó
en un certificado emitido por INEM el día siguiente del
envío de la carta de ‘recomendación’, “en el que se dice que
fue enviada y seleccionada para Colaboración Social de
acuerdo con los criterios y cumpliendo la normativa”. Y la
cuestión es, si esa era entonces la forma de funcionar
acordada con el Servicio Estatal de Empleo “para evitar que
las muchas renuncias conllevasen pérdidas de subsidios y más
trámites” como afrimó Bel, ¿por qué debería el INEM realizar
un certificado asegurando que la hermana de Bel cumplía la
normativa y los criterios de selección? ¿Qué sentido tiene?
¿Realizó el INEM un certificado por cada una de las persona
que el Gobierno indicó en sus numerosos escritos? ¿O solo lo
hizo en el caso de la hermana de Bel?
|