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OPINIÓN - LUNES, 13 DE MAYO DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

“¿Como va mi contrato?” (III)

Por Ramiro T.


Como ya he escrito las últimas semanas, Juan Vivas y Rafa Montero, están protagonizando una nueva versión de “¿qué hay de lo mío?” con su “¿cómo va mi contrato?”. El suculento pastel de la publicidad institucional por el que se relame Rafa Montero, le podría reportar, la nada despreciable cifra de 810.000 euros anuales. Algo que no está dispuesto a dejar escapar aunque tuviera que volver a matar a Manolete que resucitara. Así ha de entender la ciudadanía cómo se gestiona el dinero público, proveniente de los impuestos de todos nosotros, para enriquecer a manos llenas a un empresario, cuyo mayor mérito es tener la habilidad de obtener del legalista y “decente” Juan Vivas, la suculenta cifra publicitaria para engullir en sus ingresos, tras presentar hace poco más de un año un ERE, en el que se quitó 10 trabajadores.

Rafa Montero es un verdadero especialista en quitarse trabajadores de en medio (él que tiene a un defensor de los trabajadores entre sus colaboradores habituales como Juan Luis Aróstegui), porque durante su primera etapa de político en el Ayuntamiento de Ceuta, allá por los años 90, “aligeró” la nómina de sus empresas particulares colocando trabajadores en ACEMSA y así se evitó idemnizaciones millonarias. Quiere decirse que su habilidad para obtener beneficios propios a cargo del Ayuntamiento, ha sido una de sus especialidades como práctica de habilidad y falta de escrúpulos.

Ahora, fuera de la Casa Grande, aún sigue maniobrando con sus malas artes, para continuar “chupando de la teta”, más entregado que nadie al poder político a cambio de sus grandes “mordidas” económicas. Ya saben: “¿Cómo va mi contrato?” Esa frase, altanera, pone en ridículo a los técnicos a quienes ofende, como si fueran meras marionetas de los políticos y de las prebendas del poder político para sus benefactores. Llegar a un despacho oficial interesándose por un pliego de condiciones, considerándolo propio sin ningún disimulo, es tan osado y vejatorio para los propios funcionarios, que los deja completamente desairados y relegados al papel de meros comparsas de un chanchullo de grandes dimensiones.

Mientras que existan políticos que se plieguen a sus caprichos y propuestas, Rafa Montero continuará sacándoles el tuétano económico a través del dinero público sin ningún recato. Y una vez que logre sus objetivos, tampoco le dolerán prendas en traicionar a quien haga falta porque ya saben la popular frase: “Una vez jodido, nada de lo prometido”.

Este personaje al que los políticos de medio pelo se entregan con facilidad para proteger su “decencia” con el dinero de todos, es insaciable en cuestión de demandas económicas y siempre le parecerá poco cualquier partida económica del político mediocre que trate de contentarlo. Siempre querrá más y más.Ya saben: “¿Cómo va mi contrato?”

Por ello, se engañan aquéllos políticos, como éstos del Partido Popular, que deberían exponerle a su secretaria general, Maria Dolores de Cospedal, cual es la fórmula mágica de acabar con tales personajes enquistados en el ámbito político como unas sanguijuelas deseosas de chupar la sangre económica del dinero público, cual parásitos de una sociedad que cuenta con estos personajes para ocultar la corrupción a cambio de muchísimos miles de euros para sus cuentas corrientes.

Es la fórmula de protegerse que tienen los “decentes”, con la indecencia de disponer del dinero de todos, no del suyo propio, y tirar con pólvora del Rey, para pagar favores o garantizarse la placidez de elogios y cualquier ausencia de crítica.

A buen seguro que si Juan Vivas se atreve a plantearle a María Dolores de Cospedal que le aconseje alguna fórmula para acabar con parásitos del poder político como Rafa Montero, la secretaria general del Partido Popular, tendrá alguna idea que libere a Juan Vivas de ese yugo al que se ve sometido a causa de su mediocridad política, por muchas encuestas del CIS que tenga, porque la integridad de un político, su aureola de persona sin dobleces, no entiende de barómetros demoscópicos, sino de calidad humana, de hombría de bien, de principios, de talante. Y como dice el refrán, “quien camina con un cojo, al final si no cojea, renquea”, y Juan Vivas con Rafa Montero y el apéndice de Juan Luis Aróstegui, forman un trío que mueve más a la vergüenza que a la decencia. Un político que es capaz de “amañar” un concurso para darle 800.000 euros de sus ciudadanos a un tío, no puede ir por la calle con la cabeza alta y luego decir que es muy decente. Esa bestialidad de dinero público dirigida a un individuo para que se enriquezca, es de una indecencia mayúscula. Y si Juan Vivas es capaz de hacerlo, habrá que llamarlo indecente.

Señor Vivas, esos 800.000 euros, no harán que usted sea más alto porque es imposible, ni que sea más guapo porque tampoco podrá a no ser que se haga la cirugía estética, ni más simpático porque ya se le ha visto el plumero de su falsedad e indecencia.
 


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