Como ya he escrito las últimas semanas, Juan Vivas y Rafa
Montero, están protagonizando una nueva versión de “¿qué hay
de lo mío?” con su “¿cómo va mi contrato?”. El suculento
pastel de la publicidad institucional por el que se relame
Rafa Montero, le podría reportar, la nada despreciable cifra
de 810.000 euros anuales. Algo que no está dispuesto a dejar
escapar aunque tuviera que volver a matar a Manolete que
resucitara. Así ha de entender la ciudadanía cómo se
gestiona el dinero público, proveniente de los impuestos de
todos nosotros, para enriquecer a manos llenas a un
empresario, cuyo mayor mérito es tener la habilidad de
obtener del legalista y “decente” Juan Vivas, la suculenta
cifra publicitaria para engullir en sus ingresos, tras
presentar hace poco más de un año un ERE, en el que se quitó
10 trabajadores.
Rafa Montero es un verdadero especialista en quitarse
trabajadores de en medio (él que tiene a un defensor de los
trabajadores entre sus colaboradores habituales como Juan
Luis Aróstegui), porque durante su primera etapa de político
en el Ayuntamiento de Ceuta, allá por los años 90, “aligeró”
la nómina de sus empresas particulares colocando
trabajadores en ACEMSA y así se evitó idemnizaciones
millonarias. Quiere decirse que su habilidad para obtener
beneficios propios a cargo del Ayuntamiento, ha sido una de
sus especialidades como práctica de habilidad y falta de
escrúpulos.
Ahora, fuera de la Casa Grande, aún sigue maniobrando con
sus malas artes, para continuar “chupando de la teta”, más
entregado que nadie al poder político a cambio de sus
grandes “mordidas” económicas. Ya saben: “¿Cómo va mi
contrato?” Esa frase, altanera, pone en ridículo a los
técnicos a quienes ofende, como si fueran meras marionetas
de los políticos y de las prebendas del poder político para
sus benefactores. Llegar a un despacho oficial interesándose
por un pliego de condiciones, considerándolo propio sin
ningún disimulo, es tan osado y vejatorio para los propios
funcionarios, que los deja completamente desairados y
relegados al papel de meros comparsas de un chanchullo de
grandes dimensiones.
Mientras que existan políticos que se plieguen a sus
caprichos y propuestas, Rafa Montero continuará sacándoles
el tuétano económico a través del dinero público sin ningún
recato. Y una vez que logre sus objetivos, tampoco le
dolerán prendas en traicionar a quien haga falta porque ya
saben la popular frase: “Una vez jodido, nada de lo
prometido”.
Este personaje al que los políticos de medio pelo se
entregan con facilidad para proteger su “decencia” con el
dinero de todos, es insaciable en cuestión de demandas
económicas y siempre le parecerá poco cualquier partida
económica del político mediocre que trate de contentarlo.
Siempre querrá más y más.Ya saben: “¿Cómo va mi contrato?”
Por ello, se engañan aquéllos políticos, como éstos del
Partido Popular, que deberían exponerle a su secretaria
general, Maria Dolores de Cospedal, cual es la fórmula
mágica de acabar con tales personajes enquistados en el
ámbito político como unas sanguijuelas deseosas de chupar la
sangre económica del dinero público, cual parásitos de una
sociedad que cuenta con estos personajes para ocultar la
corrupción a cambio de muchísimos miles de euros para sus
cuentas corrientes.
Es la fórmula de protegerse que tienen los “decentes”, con
la indecencia de disponer del dinero de todos, no del suyo
propio, y tirar con pólvora del Rey, para pagar favores o
garantizarse la placidez de elogios y cualquier ausencia de
crítica.
A buen seguro que si Juan Vivas se atreve a plantearle a
María Dolores de Cospedal que le aconseje alguna fórmula
para acabar con parásitos del poder político como Rafa
Montero, la secretaria general del Partido Popular, tendrá
alguna idea que libere a Juan Vivas de ese yugo al que se ve
sometido a causa de su mediocridad política, por muchas
encuestas del CIS que tenga, porque la integridad de un
político, su aureola de persona sin dobleces, no entiende de
barómetros demoscópicos, sino de calidad humana, de hombría
de bien, de principios, de talante. Y como dice el refrán,
“quien camina con un cojo, al final si no cojea, renquea”, y
Juan Vivas con Rafa Montero y el apéndice de Juan Luis
Aróstegui, forman un trío que mueve más a la vergüenza que a
la decencia. Un político que es capaz de “amañar” un
concurso para darle 800.000 euros de sus ciudadanos a un
tío, no puede ir por la calle con la cabeza alta y luego
decir que es muy decente. Esa bestialidad de dinero público
dirigida a un individuo para que se enriquezca, es de una
indecencia mayúscula. Y si Juan Vivas es capaz de hacerlo,
habrá que llamarlo indecente.
Señor Vivas, esos 800.000 euros, no harán que usted sea más
alto porque es imposible, ni que sea más guapo porque
tampoco podrá a no ser que se haga la cirugía estética, ni
más simpático porque ya se le ha visto el plumero de su
falsedad e indecencia.
|