Ángel José P.C. hizo uso de su derecho a la última palabra
para insistir en que había sido maltratado habitualmente,
como una especie de justificación del crimen, de la muerte
de su padrastro de una cuchillada.
“Como ha dicho mi abogado, fui maltratado, con palos de
fregona, con un vaso en la frente... Tengo un cristal en el
párpado. ¿Puedo enseñárselo al fiscal y al jurado?”,
preguntó al magistrado presidente de la Sala, Jesús Carlos
Bastardés. “No es necesario”, respondió éste, tajante.
Además dijo que también había sufrido malos tratos por parte
de su madre y de su hermano pequeño. Finalmente, se perdió
incoherentemente en señalar que si le habían arrebatado el
cuchillo, cómo éste pudo hacer de tapón de la herida para
que su padrastro no sangrase más profusamente: “No me entra
en la cabeza, no me entra en la cabeza”, repitió varias
veces antes de guardar finalmente silencio.
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