El 30 por ciento de los presos españoles tiene prescrito
psicofármacos, más del cuarenta por ciento los combina con
metadona. En la prisión de Los Rosales, con pocos reclusos,
se puede aplicar el TDO (tratamiento directamente
observado), tanto para la dispensación de psicofármacos como
de metadona. Es decir, que el personal sanitario verifica
que el paciente se toma el tratamiento en su presencia, así
se evita el trapicheo dentro de la cárcel. “Es un problema
que se da muy a menudo con los ansiolíticos, que acaban
creando una gran dependencia. Nosotros procuramos
administrarlos en su justa medida”, asegura el doctor
Ahmadieh Jurdi. Los médicos de Instituciones Penitenciarias
se mantienen continuamente alerta ante lo que se conoce como
el código de PPP (Petición Permanente de Psicofármacos),
fenómeno que se refiere a las continuas presiones que
reciben de los reclusos para adquirir este tipo de
medicamentos. “En Los Rosales procuramos dar sólo la
cantidad adecuada y no de forma crónica, como está
ocurriendo en otras prisiones”, remacha Ahmadieh Jurdi. El
almacén de psicofármacos se encuentra en una estancia
situada justo al lado del control de la Guardia Civil, para
que pueda ser custodiados. Otros medicamentos de otra
naturaliza se depositan en los armarios de la consulta
médica.
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