La Ciudad Autónoma de Ceuta distinguió ayer con la Medalla
de la Autonomía al joyero Carlos Chocron por medio siglo de
compromiso con su oficio, al que sigue dedicado con fervor
artesanal aún después de alcanzar el éxito y el
reconocimiento a nivel nacional e internacional; por su
cariño a este, el terruño que le vio nacer como persona años
después de hacerlo naturalmente en Tetuán y en el que hace
medio siglo que decidió quedarse de manera continuada; y por
su vocación humanista, por su empeño irrenunciable de
devolverle a la sociedad una parte de lo que esta le ha dado
a él.
Hace muchos años Carlos Chocrón eligió vivir la joyería de
una forma muy distinta a la que cualquier lector de las
revistas de papel couché pueda imaginar que lo hacen otros
camaradas de su nivel. Escogió seguir pegado a la tierra, a
su familia y a sus amigos, y echar raíces. Puso el glamour,
los flashes y las luces en el lugar que a su juicio les
corresponden y se empeñó en intentar devolverle a la
sociedad, muy especialmente a la ceutí, “parte” de lo que
esta le ha dado a él en forma de unánime reconocimiento a
nivel nacional e internacional, de riqueza económica e
intelectual...
Por todo eso la Asamblea de Ceuta decidió por unanimidad que
debía concederle la Medalla de la Autonomía este año.
Cualquier publicista sabe que sería impagable lanzar una
campaña de promoción de la ciudad autónoma como la que le ha
dado Carlos Chocrón abanderando esta como su verdadera
patria aún habiendo nacido, hace ochenta años, en la vecina
Tetuán.
Al joyero de hoy, capaz de llenar cada dos por tres la
ciudad de las estrellas que llenan las páginas de Sociedad
de periódicos, radios y televisiones, no se le han olvidado
los días en que, con sólo 18 años, emprendió su aventura
particular empujado “por la absoluta confianza que
depositaba en sus proyectos y por la búsqueda constante de
la perfección”, según describen aquellos sus primeros pasos
los especialistas del sector.
Emprendedor por naturaleza, Chocrón supo pronto que el mundo
ofrecía mil oportunidades para prosperar desde Ceuta. En los
años cincuenta y sesenta comenzó a viajar a Alemania y Suiza
para adquirir la maquinaria más vanguardista del momento con
el fin de ofrecer a sus clientes un producto con una calidad
al alcance de muy pocas firmas en el mundo.
Emblema de la tercera generación de una saga joyera que ya
alcanza la cuarta, Chocrón se ganó la confianza de los
compradores más exigentes e hizo de su firma lo que es hoy
en día, una de las más conocidas y prestigiosas del sector.
Sin embargo, su ascensión profesional no logró despegar sus
pies del suelo. Empecinado en una reconocida vocación
humanista, hace dos años la Ciudad Autónoma le concedió el
denominado ‘Premio Encina’ por involucrara a la firma suiza
‘Patek Philippe’ y a los rotarios ceutíes en una empresa
como la de plantar 6.500 árboles en Ceuta. “El Medio
Ambiente”, advirtió cuando recibió el galardón, realista
como siempre, “no debe ser considerado como algo abstracto,
sino como algo real que está en cada una de las personas”.
No obstante, su obsesión por favorecer a la sociedad
devolviéndole “parte” de lo que esta le ha aportado a él
para ser lo que es no se queda ahí. El pasado 2 de julio el
BOE dio cuenta de la creación de la Fundación Chocrón
Macías, dedicada a “la enseñanza a jóvenes sin formación de
las técnicas de joyería y relojería a través de la
correspondiente escuela taller”.
A través de ella y aunque reconozca que es “complicado”
proyecta montar un centro de formación en la ciudad que
sirva para perpetuar en ella su oficio, tal y como detalló
ayer en las Murallas.
Igualmente es más que relevante su contribución a los
trabajos de las entidades dedicadas a atender a los
enfermeos de síndrome de Down y de West [una encefalopatía
epiléptica de la infancia, grave y poco frecuente]. También
ha estado vinculado estrechamente a la Fundación Reina Sofía
dedicada a “la promoción, ayuda y desarrollo de las
necesidades, tanto físicas como espirituales, de toda clase
de hombres y mujeres, y su más plena integración en la
comunidad social”.
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