Como si se tratara de un gesto premonitorio, el veterano
joyero Carlos Chocrón Chocrón pronunicó un discurso con
motivo de la entrega de la medalla de la autonomía cargado
de emociones, recuerdos y versos. Su intervención fue todo
un alegato en defensa de la cultura emprendedora y las
posibilidades económicas, culturales y de convivencia en
libertad que ofrece la ciudad autónoma. Tal vez hubiera un
exceso de emoción en sus palabras y el corazón del veterano
joyero no pudo contenerla. Terminó de recitar al poeta
limeño José Santos Chocano y apenas segundos después se
desplomaba sobre el escenario.
Era el tercero en recibir la medalla de la autonomía en el
acto solemne que conmemoraba ayer el día de Ceuta. Se acercó
al atril donde minutos antes habían intervenido dos de los
distinguidos: Mohamed Abdeselam Mohamed Stitu, fundador de
la asociación de enfermos de Parkinson, que delegó la
lectura del discurso en su sobrina, Sumaya Elapti, y
Francisco González, rector de la Universidad de Granada, que
recogió la distinción en nombre de la Facultad de Educación
y Humanidades de Ceuta. Los otros dos galardonados, Borrás
SL Productos Alimenticios y Cruz Roja Ceuta, ni siquiera
tuvieron tiempo de recibir la medalla tras lo sucedido a
Carlos Chocrón.
La alocución del joyero estaba cargada de recuerdos y
emoción. Tras agradecer su presencia a todos los asistentes
y prometer que llevaría la medalla “con orgullo sobre mi
pecho” rememoró que llegó a Ceuta hace cincuenta años “de
paso”. Sin embargo, su voluntad inicial se vio rápidamente
doblegada por “la hospitalidad de la gente, el respeto
recibido y la diversidad de culturas” que caracteriza a
Ceuta, a la que calificó de “verdadera escuela de humanidad”
donde impera “el diálogo, el respeto y la tolerancia”.
Su trayectoria empresarial también fue desmenuzada en su
discurso. Así, recordó el taller con el que empezó, con
cuarenta operarios y las técnicas más avanzadas. Sin
embargo, añadió, “más que mi éxito particular me satisface
que el ochenta por ciento de los talleres que se fueron
instalando en la ciudad fueron procediendo de los nuestros”.
El colofón de tanto esfuerzo ha sido la constitución de la
Fundación Chocrón Macías, que intenta impulsar la
implantación de una escuela de joyería. Además, desde este
misma entidad se promoverán conferencias, coloquios, eventos
benéficos y un sinfín de actividades parecidas.
A continuación, “movido por el cariño hacia la ciudad”
expresó su deseo de verla como el enclave turístico por
excelencia del norte de África: “Animo a trabajar con
esfuerzo para disponer de unas estructuras más modernas,
eficaces y competitivas”, señaló. Una modernización que no
podría llevarse a cabo más que sobre la base del crecimiento
sostenido y la creación de empleo. “Hay que cambiar con la
Wall Street Mentality”, dijo porque aun siendo una desgracia
“la crisis permite cambiar las mentalidades”.
El joyero dirigió después su intervención a las
posibilidades de relaciones sociales que le había deparado
su vida en Ceuta y la proximidad del vecino Marruecos. “He
conocido empresarios, princesas, escritores, ministros,
embajadores....”, señaló.
Después hizo mención, sin nombrarlo explícitamente, a la
pérdida de dos de sus hijos cuando afirmó que “a pesar de
las vicisitudes en lo personal, no he perdido la esperanza
en la vida”. A continuación dedicó palabras de especial
agradecimiento a su esposa Alicia y a sus hijos.
Carlos Chocrón tenía previsto cerrar sus intervención con
unos versos del poeta limeño José Santos Chocano que eran
todo un canto a la vida y la esperanza. Lo tenía pensado y
así lo hizo. Su voz adquirió cierto temblor cuando pronunció
el verso “quien no echa raíces no puede dar frutos”. Fueron
una de sus últimas palabras antes de girar sobre sus pies y
dirigirse a la tribuna donde se situaba el resto de los
distinguidos por la Ciudad Autónoma, en medio del
estrepitoso aplauso del auditorio. Pero no llegó a su
destino. Dio apenas dos pasos cuando su alta figura se vino
abajo y se desplomó sobre el suelo del escenario instalado
en las Murallas Reales ante la atónita mirada de los
concurrentes.
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