Sara Juchnowicz tomó el turno de la palabra con su ponencia
sobre ‘Las mujeres en la cultura judía’ dejando muy claro
que no se podía vincular el término ‘feminismo’ con la
historia de las religiones ya que “las mujeres judías
estuvieron preocupadas por poseer sus derechos desde
principios de la historia”.
Las comunidades judías se expanden en la actualidad por casi
todo el globo terráqueo, motivo por el cual la experta
insistió en que estaban condicionadas por su contexto, y de
manera paralela, el rol de la mujer. “Sí es cierto que somos
activas en todos los ámbitos de la vida, tanto profesional
como personal y existen judías profesoras, científicas y
políticas. Fácil no, pero hoy en día, dependiendo de la rama
del judaísmo, se pueden encontrar mujeres que se encargan
del oficio religioso y otros más ortodoxos, que no permiten
que la mujer sea rabino”, argumentó Juchnowicz.
La libertad de elección religiosa también es innata en la
mujer judía así como la percepción del hombre hacia su
pareja ya que, en términos generales, “suelen ser
respetuosos aunque normalmente se espera demasiado de
nosotras, siendo capaz de llevar el hogar, la educación de
los hijos, la formación, un poco mujer orquesta. Pero
estamos a la par del hombre”, apostilló. Comparando el
judaísmo con la sociedad en general, la ponente defendió que
al crearse las primeras colonias en Israel-Palestina, ya se
hizo firme el derecho al voto de la mujer e incluso ser
candidata. Mientras que “en las democracias latiamericanas
no fue hasta los años 30. Lo que quiero decir es que el
judaísmo no es extraterrestre, está dentro del marco y las
situaciones que se dieron en las sociedades occidentales”.
Indagando en los temas civiles, la experta reveló al
auditorio el significado del divorcio en un matrimonio
judío. “Es un contrato, no un sacramento, y uno de los
motivos de divorcio, pueden ser los malos tratos. E incluso
está permitido que la mujer se vaya de su casa”, expresó.
Pese a todo, Sara Juchnowicz reconoció que la lucha no había
sido fácil y que la actitud activa en la relación entre
hombres y mujeres debía mantenerse; “a lo mejor no de manera
combativa sino más desde el punto de vista social,
intelectual y de la reflexión”. Activa socialmente, con
intereses de superación personal y profesional, con mirada
crítica sin ser pasiva, fue el perfil que la conferenciante
quiso dar de la mujer judía para concluir su intervención.
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