Han pasado 18 primaveras desde que una menuda niña de 15
años marchara a Madrid para seguir progresando dentro del
mundo del flamenco. Todas las metas que imaginaba Elsa
Rovayo, más conocida como La Shica, parecen haber quedado
obsoletas, a raíz sobre todo del éxito de su debut
discográfico, ‘Trabajito de chinos’, que la ha situado como
la cantante revelación del año. La Shica ha interrumpido la
grabación de su segundo álbum para estar en el homenaje de
su ciudad, donde hoy se le impondrá la Medalla de la
Autonomía por su todavía corta pero intensa carrera. “Son
los premios que más alegría producen: los que te da tu
gente”, asegura ella, y este año ha recibido unos cuantos.
Pregunta.- ¿Ilusionada ante el homenaje que te tributa tu
ciudad con la imposición de la Medalla de la Autonomía?
Respuesta.- Desde luego. Yo creo que son los premios que más
alegría dan: los que te da tu gente.
P.- ¿Te lo esperabas?
R.- No. Estoy muy agradecida a los que pidieron y apoyaron
la Medalla para mí.
P.- ¿Cómo fue tu infancia en Ceuta?
R.- Muy divertida, la verdad, porque lo bueno que tiene
Ceuta cuando eres pequeño es que, como es tan chica y no hay
mucho peligro, puedes ser relativamente libre, manejarte a
tu rollo, ir al colegio siempre con amigas, te conocen las
vecinas... Tengo muy buenos recuerdos.
P.- ¿Fue entonces cuando ya se te empezó a llamar La
Shica?
R.- El mote me lo puso mi novio un poco más adelante.
P.- ¿Tenías ya inquietud por ser artista?
R.- Supongo que sí, porque la vena artística la tuve desde
bien enana. En Ceuta siempre estudié y bailé.
P.- A los 15 años marchas a Madrid. ¿Por qué?
R.- Porque en Ceuta es más rollo de festival. Más que
enseñarte una técnica potente y machacarte, las escuelas
están enfocadas a que las alumnas se diviertan, a hacer un
festival bonito para los padres... y yo quería ponerme las
pilas. Quería aprender.
P.- ¿Fue duro pasar con 15 años de una ciudad de 80.000
habitantes a la gran metrópoli que es Madrid?
R.- Mucho, pero lo volvería a hacer. Al principio fue muy
duro, porque no conocía a nadie aquí. No tenía a nadie con
quien ir al cine, ni nadie que me diera un abrazo y a esa
edad es un poquito jodío. Pero me hice colegas bien pronto.
A los seis meses ya tenía aquí mi círculo.
P.- En Madrid conseguiste estudiar con buenos profesores.
R.- Ya lo creo. Con mucha gente. Aprendí flamenco, estudié
clásico español, ballet clásico, jota aragonesa, de todo.
Fue dura la época de los tablaos, porque es sufrido y un
poco desagradecido, pero si te gusta, te gusta tanto que te
llevas una gran satisfacción. Se aprende muchísimo. El
tablao es como un máster. Estás aprendiendo todos los días,
porque todos los días se improvisa, pasan cosas diferentes,
cada día te canta una persona, te toca la guitarra otra y
tienes que saber desenvolverte en muchas situaciones que no
conoces. Yo he aprendido lo mejor sobre un tablao, más que
estudiando.
P.- ¿De qué profesor te acuerdas más?
R.- Tengo un especial cariño a José Antonio Galicia y su
grupo Camaleón. Con él aprendí la clase de banda con la que
yo quería trabajar y la forma cómo hacerlo. Gali es de las
personas más libres que yo he conocido sobre el escenario.
Cuando salía yo nunca sabía qué es lo que iba a hacer. Era
un tío alucinante, siempre preocupado de todo el mundo.
Hasta la gente que normalmente daba problemas trabajando,
cuando iba con el Gali nunca pasaba nada, porque era tan
buena persona que no había nadie que tuviese el valor de
complicarle la vida. Un maestro. El amor que sentía por la
música se lo transmitía a todo el mundo y por eso le
respetaban.
P.- ¿En esos momentos te planteabas llegar a ser
cantante?
R.- Siempre lo he tenido ahí, porque siempre me ha flipado
cantar, pero me daba mucho palo. Siempre cantaba en privado,
porque me daba mucha vergüenza. Pero siempre he tenido una
vocecita en el subconsciente que hablaba muy bajito al
principio, pero que al final me pegaba unos gritos, como
para no escucharla.
P.- ¿Cuándo dices: estoy preparada para subir a un
escenario a cantar?
R.- Estuve formándome en el Taller de Músicos con Julio
Pardo como profesor, estudiando técnica de voz, y recibiendo
clases también de guitarra, solfeo y armonía con Adrián, así
como algunas clases con Rafael Jiménez. Sin embargo, creo
que nunca estás preparado del todo para subir a un
escenario. Ni siquiera ahora, si miro lo que quiero ser,
pero uno se sube al escenario porque tiene una necesidad de
comunicarse con el público. Yo sería una asesina en serie
sino me subiese al escenario. Estoy segura -risas-.
P.- ¿Cómo superaste ese miedo? ¿Cómo fue el primer día
que subiste al escenario a cantar?
R.- Alucinante. De repente fue como encontrar tu sitio.
Siempre había estado dando como palos. Estaba cerca, pero no
era lo que yo quería hacer en el fondo de mi alma. Cuando me
subí al escenario por primera vez, aún cantando muy
malamente, porque ni habíamos ensayado ni nada; fue mirarlo
un día por la tarde y al día siguiente a trabajar; en ese
momento fue como si todo tuviese sentido: ya sé por qué he
venido aquí.
P.- ¿Recuerdas cuál fue la primera canción que grabaste?
R.- La primera cosa que grabé fue con Eliseo Parra, un
superfiera. Era un tema que se llama Al sur. Creo que no he
pasado más miedo en mi vida. Cuando yo veía a Parra, que le
admiro muchísimo, y viendo que yo sólo había hecho un par de
bolitos...
P.- Luego giraste con la Malikian Ensemble como cantante
haciendo una versión de ‘Amor brujo’, de Falla.
R.- Yo era bailaora todavía, pero hubo una audición y yo, en
ese momento, no tenía mucho trabajo. Me llamaron para hacer
la prueba de cantante y yo les dije que no era cantante, que
no sabía, pero insistieron. Hice la prueba y les moló. Me
preguntaron si quería hacer la gira y contesté que claro.
Ahí sí que pasé miedo. ¡Madre mía!
P.- Hablemos un poco del presente. No sé si te imaginabas
que tu debut discográfico, ‘Trabajito de chinos’, fuese a
tener tanto éxito.
R.- Ni siquiera me imaginaba tener un primer disco. En un
principio se trataba de sentir lo que necesitaba sentir:
subirse al escenario con tus amigos a hacer cosas bonitas y
a divertirte. A ser un poco libre. Quizás en el flamenco yo
no me sentía muy libre, porque hay muchas facetas mías que
ahí no tenían sentido ni espacio. El flamenco es de una
manera y hay ciertas cosas que no debes hacer, sobre todo si
trabajas en el tablao, que es bastante tradicional. Hay
libertad dentro de unos límites muy claros.
P.- Con ‘Trabajito de chinos’ has girado por casi toda
Europa e incluso Sudamérica. ¿Cómo te sientes cuando te
llegan solicitudes de tierras tan lejanas?
R.- Es una alegría. Un regalo maravilloso. Cualquier bolo es
maravilloso, cualquer ciudad a la que vayas, pero con lo
difícil que es que te salga un concierto en Sudamérica,
cuando eso ocurre te dura un mes el subidón. Fue precioso,
muy especial poder ofrecer mi espectáculo en Chile y
Argentina.
P.- Me consta que en cualquier entrevista que te hagan
los medios nacionales cuelas alguna alabanza de Ceuta.
R.- Yo creo que tomarte un té en Benzú es obligado. No
hacerlo es pecado. Es uno de los sitios más bonitos del
mundo.
P.- ¿Cómo va la planificación del nuevo disco?
R.- Lo estamos grabando ya.
P.- Sientes la presión de tener que ofrecer un buen
producto por haber tenido tanto éxito con el primer disco.
R.- La sentí mientras componía, que me dieron mucha caña. Mi
mánager es un tipo estupendo, pero es muy burro y ya me hizo
llorar unos cuantos días. No pienso que en el arte se pueda
trabajar desde la presión. El arte es arte y sale lo que uno
siente en ese momento y ya está. No son churros. Septiembre
ha sido duro para mí. Heavy metal. En mayo estaba ya
reventada, pero estoy muy orgullosa. Al final conseguí
apartar la presión y hacer los temas con el corazón. Uno no
puede pensar qué tema va a funcionar o cuál no, porque ni
siquiera las discográficas lo saben. Lo único que puedo
sentir es que un tema es de verdad, me siento orgullosa de
él, me mueve y si me mueve a mí, va a mover al público.
P.- De lo que lleváis grabado y lo que estáis ensayando,
¿cómo suenan los nuevos temas?
R.- Muy, muy diferente. No tiene nada que ver. Por suerte,
creo que hemos evolucionado. No es que este disco no sea
alegre, porque tiene sus momentos más luminosos, más
divertidos, pero es más profundo y más serio, pero no
aburrido. Hemos dado un pasito más, el disco será más sólido
y también más arriesgado, con el concepto mucho más claro.
Casi no rapeo... tan sólo en un par de temas o tres, porque
me apetecía mucho más cantar como más punki.
P.- ¿Para cuando lo esperamos en la calle?
R.- Para enero. Va a nacer en enero, como yo.
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