A lo largo de su trayectoria personal y profesional, el
cardiólogo Jesús del Real Pérez se ha encontrado con muchos
casos que le han impactado y le han hecho sufrir. De todos
ellos destaca la faceta humana, la cual califica de
“terrible por ese sentimiento de humanidad que puede ser
tristeza o alegría” a la hora de enfrentarse a sus pacientes
tras un diagnóstico. Por sus diversos estudios, ponencias,
proyectos y actuaciones con varios colectivos, el
profesional sanitario recibirá una de las Medallas de la
Autonomía, ante la que se siente “muy orgulloso y
reconocido”, después de haber abandonado su tierra natal en
los años setenta. Aún así, Del Real lleva Ceuta por bandera
y nunca la olvida allá por donde va.
Pregunta.- ¿Cuáles fueron sus primeras sensaciones al
conocer que lo habían galardonado con una Medalla de la
Autonomía?
Respuesta.- Primero lo recibes y te quedas casi igual y es
cuando tomas conciencia a lo largo del tiempo, poco a poco,
y te replanteas que te han propuesto para una cosa
importante. Pero no te quieres hacer muchas ilusiones por si
ha sido un error. Luego te llega la ratificación del
presidente por escrito y te sientes muy orgulloso. Ya es
cuando te preguntas, y por qué. No lo sé, pero me siento
orgulloso y reconocido.
P.- ¿A quien le dedicará este homanaje?
R.- La verdad es que no lo había pensado (bromea). A la
familia, que nos soporta y a la que queremos. Y aquí, a una
serie de amigos también, los cuales me acogen tan bien que
siempre amenazo con volver.
P.- ¿Qué dirá en su discurso a todas esas personas que lo
han seleccionado como Medalla de la Autonomía?
R.- Pues que estoy muy orgulloso y me siento reconocido; que
sigo recibiendo un trato de paisano extraordinario, por eso
vuelvo a amenazar con volver otra vez. En Ceuta la gente es
cariños, somos acogedores, entonces, no cabe duda a la hora
de regresar.
P.- Aunque dejase en los años 70 su ciudad natal, ¿la ha
olvidado?
R.- Raro que falte a mi visita a Ceuta, más días o menos,
pero siempre vengo. Y la he visto cambiar, cosa que me
gusta. Lo emblemático me encanta, aunque no sea muy
monumental porque cuando uno ve fotografías de primeros de
siglo, de los años veinte, me gusta que se conserven los
edificios, sobre todo, en la calle Real. Y cuando los tiran,
me duele.
P.- A lo largo de su vida ha viajado y vivido en varias
ciudades, tales como Granada o Madrid, ¿cómo ha sido su paso
por ellas?, ¿cómo han tratado al ceutí?
R.- Cuando tienes algo, quiérelo, y estarás a gusto. Estoy
en Ceuta, quiero a Ceuta; estuve en Granada y quería a
Granada que también me vino por mi pasión por el fútbol,
donde hice mucho amigos universitarios. Y vuelvo pasear por
los sitios que me recuerdan esas etapas. Luego, a Madrid le
tengo un gran agradecimiento, sobre todo, a Alcalá de
Henares, donde vivo, porque me ha acogido bien, me ha ido
bien, mis tres hijos son madrileños. Madrid acoge a todo el
mundo, no sólo a los madrileños, no como en otros sitios.
P.- ¿Se ha replanteado alguna vez regresar a la ciudad
autónoma, volver a la infancia, al recuerdo y la nostalgia?
R.- Es difícil porque los hijos tiran mucho, sobre todo, a
las madres y ahora dile a una madre que se separe de ellos.
Yo vendré pero mi sitio principal estará en Madrid.
P.- Y aunque no viva en Ceuta, ¿se considera embajador de
esta tierra?
R.- Yo me lo digo a mí mismo pero es un eufemismo, demasiado
ostentoso (bromea).
P.- Su especialidad es Cardiología, ¿qué le hizo
declinarse por ella?
R.- En verano venía a la ciudad autónoma, me iba al hospital
militar y había un doctor muy válido, al que tenía mucho
cariño, que me inició en ella. Me gustó, seguí y he seguido.
Estoy ya en la penumbra de mi actividad pero sigo apasionado
por ella. Nunca fui el empollón de mi clase, más bien
normalito, pero después fui más alto.
P.- Hablando de su especialidad, ¿influye en el corazón
el llevar un ritmo de vida tan acelerado como el de la
sociedad actual?
R.- Sí que influye aunque la vida siempre ha sido así, no ha
cambiado. Somos nosotros los que imponemos las situaciones y
los que respondemos a esos estímulos. Cuando has estudiado,
te has preparado los exámenes y has pasado tu tiempo de
estrés e inquietud. Al terminar la carrera sabes que tienes
que trabajar, entonces tienes que buscar trabajo, luchando,
sin que te lo regalen, lo que se convierte en otro estrés.
Pero si se lleva bien, aunque esté ahí por circunstancias
laborales o problemas ajenos, es menos acelerado.
P.- A este respecto, ¿aprovecharía para ofrecer unos
consejos a la sociedad caballa?
R.- No suelo dar consejos pero lo más fácil es seguir una
dieta mediterránea y tener una actividad física suficiente
para ellos, sea con deportes o caminando. Al principio
cuesta, pero luego uno disfruta con las pequeñas cosas. Y
eso espero mañana (por hoy), disfrutar, porque a veces ante
estas situaciones uno no sabe cómo va a responder con el
sentimiento, que a veces juega malas pasadas.
P.- A lo largo de su trayectoria habrá visto y tenido de
todo ante sus ojos, ¿qué casos le han impactado más?
R.- Es la faceta humana la que más daño me hay podido hacer,
con la que más he sufrido. No deberíamos querer pero son
seres humanos que tenemos enfrente y es lo peor. Hacer un
diagnóstico, te puede costar más o menos trabajo, pero no es
nada. La faceta humana es la más terrible por ese sentido de
humanidad tan grande que puede ser para bien o para mal,
tristeza o alegría.
P.- Desde 1.974 hasta 1.990 fue responsable de la Lucha
de Cardiopatías Reumáticas en los niños, ¿por qué se centró
en este colectivo tan joven?
R.- Cuando yo empecé todavía existía la cardiopatía
reumática y un grupo de médicos y enfermeras se dedicaban a
visitar los colegios y hacían unos estudios que luego
nosotros completábamos para hacer el análisis. Luego lo
dejamos porque desapareció esta cardiopatía y decidimos
hacer algo distinto, los estudios de Prevalencia de Presión
Arterial en una muestra a 40.000 escolares. Les tomábamos
muestras de colesterol, ác idos grasos, triglicéridos, y
como coincidencia, estábamos haciendo una actividad no
productiva e intentamos buscar una alternativa que sirviese
para el futuro. Al final no se utilizó para nada porque
mientras las madres tenían autoridad sobre los hijos, estos
venían, pero luego no visitaban el médico. Entonces los
resultados y todo el trabajo, se perdió después de tantos
años.
P.- ¿Qué sacó como conclusión de este intento fallido con
los escolares?
R.- En España la gente le tiene miedo al médico, a la
representación de la enfermedad. Y es el médico el que te
recuerda si estás, o no, enfermo. Hay una palabra que ya no
utilizo en la pregunta, ¿cómo estoy?. Normal, y la gente ya
se cree que está mal. Un matiz que tenemos que girar para
que la gente no sufra. Pero son momentos, etapas, esfuerzo y
que luego quedan recompensados.
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