Estas filántropas solidarias, encabezadas por Maribel
Llorente, soñaron con una Ceuta digna y sin prejuicios y se
pusieron a trabajar por ella. De aquel sueño iniciado hace
ya casi cinco años se han conseguido grandes logros. Cientos
de mujeres tienen en la ONG un báculo de esperanza.
Esperanza de aprender a leer y escribir, esperanza de vivir
con una mano al otro lado del precipicio con el que se
encuentran muchas veces y esperanza de recuperar su
dignidad. “Sin dignidad no tienes nada”. Digmun quiere hacer
llegar eso a la sociedad ceutí, humanitaria “a ratos’ y
dedican la medalla a sus familias a las que han robado miles
de horas de entrega para volcarse con gente desconocida que
les ha enseñado a no mirarse al ombligo y a saber que son
afortunadas porque nadie les ha robado su dignidad.
Pregunta.- Cinco años cumplís en diciembre de trabajo. ¿Qué
ha sido lo más difícil de todo este camino?
Respuesta.- Demostrar que realmente había un colectivo muy
necesitado y que era invisible. Un colectivo muy grande con
unas carencias enormes y por el que trabajamos sin ningún
afán lucrativo un grupo de personas voluntarias que creemos
en que podemos mejorar la situación de exclusión en que
viven todas estas personas a nuestra lado.
P.- Digmun está abanderada por la defensa de la dignidad
de mujeres y niños. ¿Los hombres tienen la suya ya a buen
recaudo?
R.- De eso que se ocupen otros. De los perros se encarga la
Asociación Protectora y del Medio Ambiente los ecologistas.
No comparamos, pero sí explicamos que nosotras nos volcamos
con las mujeres y los niños porque son el colectivo más
desfavorecido.
P.- ¿En Ceuta hay menos dignidad que en otros lugares del
país?
R.- Si hablamos de que hay menos dignidad porque hay más
colectivos desfavorecidos, sí. Al ser ciudad fronteriza
estamos en el ojo del huracán. En la puerta y el paso de los
colectivos más marginados desde el norte al sur del
continente africano y donde más diferencia de renta per
cápita hay: en la frontera entre Ceuta y África. Aquí hay
muchas personas que tienen a todos los niveles, carencias
muy importantes debido a la situación de marginalidad en la
que viven los países que nos rodean. En Ceuta tenemos una
vida más digna que la que pueda tener la gente que vive a
pocos metros de nuestras casas si cruzamos el Tarajal, en el
mismo Castillejos.
P.- ¿Todos corremos el riesgo de estar en exclusión
social?
R.- Hoy por hoy estamos en una situación de privilegio
respecto a millones de personas que viven en la pobreza más
absoluta. Los que estamos mejor debemos tomar conciencia. No
es cuestión de repartir riqueza que no todos están de
acuerdo, pero si repartir un poco de tiempo. Si cada uno
diera un poco a las ONGs la situación mejoraría.
P.- ¿La medalla ha sido por vuesta labor o un
agradecimiento de la ciudad por hacerles más liviano el
trabajo?
R.- No creo que haya sido por eso, porque realmente el
conocimiento de que este colectivo existía y tenía estas
necesidades no se sabía. Quizá hubiera colectivos más
cercanos que requerían ayudas de manera prioritaria pero
esas mujeres y esos niños están ahí y hemos despertado esa
caja de pandora. Estamos desbordadas a causa del desborde de
las instituciones que tienen usuarios que no pueden atender
y que nosotros nos quedamos cortas por falta de recursos. En
cinco años tenemos mucho trabajo y hemos abarcado muchos
temas imprescindibles para miles de personas.
Nosotras no somos merecedoras de ninguna medalla ni de
ningún premio. Al concedernoslo nos sentimos consoderadas
pero eso es indiferente.
P.- ¿A quién concedería Digmun una medalla de oro?
R.- A las mujeres del Biutz, sin ninguna duda. A todas a las
que ayudamos que ellas si que tienen que hacer magia para
sobrevivir día tras día. A todas las que se levantan a las
cinco de la mañana para llegar aquí, trabajar, mantener a
sus familias, estudiar y seguir adelante.
P.- ¿Qué os han enseñado todas esas mujeres y todos esos
niños?
R.- A no mirarnos el ombligo, a valorar lo que tenemos y
analizar por lo que ellas pasan y como son capaces de salir
adelante. A valorar muchísimo lo que tenemos.
P.- ¿Qué hace falta para seguir recogiendo frutos?
R.- Dinero...(risas). Lo primero una consideración ante las
mujeres que hacen aquí el servicio doméstico porque a todos
nos interesa que vivan dignamente con una formación adecuada
al menos que sepan leer y escribir y tengan condiciones
dignas de trabajo. ?Qué podría ocurrir si se cerrara la
frontera y nos quedáramos sin ellas? los ancianos, las
familias, las casas... están en sus manos. No es digno por
nuestra parte tenerlas explotadas con 100 euros al mes u 8
euros al día. Al menos, les ofrecemos la oportunidad de que
sepan leer y escribir porque a nosotros nos favorecen. Pero
sobre todo hace falta que los recursos se administren tras
realizar análisis adecuados. Y que sepan que no hay hombres
y mujeres de segunda o tercera categoría. Todos somos de
primera. Si se canalizan bien los recursos hay para todos. Y
hay partidas para ello. Las instituciones deben saber que
las ONGs hacemos nuestro trabajo y los políticos deben
cambiar ese chip que tienen. Que salgan de los despachos y
se empapen de lo que pasa en la calle.
P.- ¿Cuál es la meta?
R.- Que no haya personas con carencias sociales tan grandes.
P.- Eso supone implicar a la sociedad en el concepto más
amplio de la solidaridad. ¿El ceutí es solidario?
R.- El ceutí es solidario lo que pasa que como en todas
partes hay muchas connotaciones sociales...
P.- ¿Es racista?
R.- No podría generalizarlo. En esta ciudad siempre se ha
vivido bien por la categoría de funcionariado y quizá haya
existido poca educación solidaria porque no se consideraba
tampoco necesaria. La gente cuando hay una llamada de
demanda puntual acude, eso si es verdad, aunque no es una
actitud solidaria ante la vida.
P.- Digmun... ¿qué es la dignidad?
R.- Ser persona. Sin ella no se es nada, el ser humano no
tiene nada. Es algo intrínseco a la persona y por lo que hoy
en día mucha gente tiene que que seguir luchando cada día.
En Ceuta, más que en otros lugares.
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