Con un aparente descuido, el que le llevó a hablar de la
Constitución de 1812 en lugar de la de 1978, la vigente, en
el inicio de su intervención, el presidente elogió ayer la
naturaleza de los principios que inspiran la Carta Magna
vigente que, se felicitó, puso fin a la época del patíbulo,
el exilio y el enfrentamiento fratricida.
Una vez más por las líneas del costumbrismo, el presidente
Vivas dejó a más de uno patidifuso cuando, al arrancar su
intervención institucional, no se quedó en 1978 y remontó su
alegato constitucional hasta ‘La Pepa’ de 1812, aunque su
alusión a esta como “la fecha más importante de la historia
contemporánea española” quedará para la historia como una
incógnita de si se trató de un error o de un regodeo
histórico.
El caso es que Vivas se congratuló por el “inequívoco
refrendo que supuso de la voluntad de cambio sin trampas,
modernización y progreso de la sociedad española”, alusión
de la que cabe deducir que le bailaron las cifras.
Anécdotas al margen, el presidente se congratuló por las
virtudes que hacen que, a su juicio, la Constitución
Española “merece ser homenajeada”. En primer lugar porque
puso fin “al enfrentamiento fratricida, a la confrontación,
al exilio, al destierro, al drama y, en muchas ocasiones, al
patíbulo”.
“Es una obra bien hecha en la letra, en el espíritu y en los
cimientos, que son muchos”, prosiguió Vivas, que citó
cuatro: 1) la indisoluble unidad de España; 2) el pueblo
español como protagonista y titular de la soberanía
nacional; 3) la monarquía parlamentaria como forma política
del Estado, y 4) “la justicia, la igualdad, el pluralismo
político y la libertad como valores superiores del
ordenamiento jurídico”.
Al respecto Vivas recordó que sin justicia “no hay orden
cívico ni paz social”; que sin pluralismo político “se
empobrece la toma de decisiones en los asuntos públicos” y
que sin libertad e igualdad “no hay progreso”.
En esa misma línea, el político Popular pronunció una
encendida defensa de la libertad en todos los órdenes “con
el único límite del respeto a los demás y a las normas que
ordenan nuestra convivencia democrática” y de la igualdad
“para que no quepa discriminación por ninguna razón”.
Solidaridad territorial
Como siempre, el presidente subrayó también el valor y la
importancia de la solidaridad, tanto en el ámbito privado y
particular como en el político general “para que todos los
españoles puedan recibir los mismos servicios públicos con
independencia de donde residan”.
“Todos estos valores y compromisos tienen que ser de todos
para defenderlos cada día y con los que debe comprometerse
la sociedad y singularamente los jóvenes, cuya participación
en la vida pública hay que estimular”, prometió sólo dos
días después de que la juventud ceutí se lo reivindicase en
el XI Pleno Escolar. Además, también abogó por mantener y
promover “el consenso y el acuerdo político” para hacer
frente juntos a problemas como la actual coyuntura
económica, el propio terrorismo o la ordenación del Estado
“ante las legítimas reivindicaciones de autonomía y
descentralización”.
“La Constitución no va en contra de nadie; se hizo a favor
de todos; pero sus principos se muestran absolutamente
opuestos a la intransigencia, al racismo, a la xenofobia, al
fanatismo y a la intolerancia”, resumió su visión de las
cosas el presidente, que como siempre cerró su turno en el
uso de la palabra con el deseo de “larga vida a la
Constitución, a la paz, a la libertad y a la convivencia
democrática”.
|