Después de tanto mensaje y reclamación política como se ha
oído durante los últimos años a los representantes de la
Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), su delegada en
Ceuta, la periodista Teresa García de Vinuesa, tomó ayer la
palabra en el Salón del Trono del Palacio autonómico durante
los actos del XXX aniversario de la Constitución,
consagrados este año a homenajear a ese colectivo, para
llegar al corazón de los ceutíes de forma individual y
colectiva, para reclamar el lugar que conceden a quienes han
sufrido más de cerca la barbarie de los violentos los
valores fundamentales de la Carta Magna.
La delegada de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT)
en Ceuta, Teresa García de Vinuesa, hija de un funcionario
de prisiones al que un paquete bomba con 400 kilogramos de
explosivos en el interior de un libro cambió su vida para
siempre, llenó ayer de lágrimas y aplausos el acto
organizado por la Ciudad y la Delegación para conmemorar el
XXX aniversario de la Constitución y homenajear, de paso, a
las víctimas del terrorismo a través de su artículo 15, que
literalmente dice que todos los españoles “tienen derecho a
la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún
caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos
inhumanos o degradantes” justo antes de consagrar la
libertad “ideológica, religiosa y de cuelto” en el 16.
“Discúlpenme si hoy mi voz se quiebra al hablar. Comprendan
la emoción que siente una víctima del terrorismo después de
que durante años se silenciara su palabra. Hoy la
Constitución nos devuelve la libertad de expresión.
Gracias”, inició su alegato en defensa de la libertad, la
justicia y la oposición a la barbarie la periodista, que no
eludió mostrar sus propias heridas durante su intervención.
García de Vinuesa era una niña de Primaria cuando su padre,
en la prisión de Las Palmas, se cruzó un día con Iñaki de
Juana Chaos, antiguo jefe militar de ETA, huido de la
justicia española de nuevo desde hace 26 días.
“¡Hombre¡, Francisco Vinuesa, conocido torturador de las
prisiones de Málaga y Ceuta. Usted y sus familiares sí que
son terroristas. También conozco a su hermano Rafael,
funcionario de la prisión de Ceuta. Si le veo por la calle,
le meteré veinte tiros en la frente. El odio que usted le
tiene a ETA y esta actuación que han tenido hoy contra mí,
será puesta en conocimiento de mi organización”, le juzgó y
condenó. Ocho meses después, un libro con 400 gramos de
explosivo en lugar de páginas le dejó una vida a medias,
resquebrajada por esa onda expansiva interna que, según
recordó ayer su hija, llega mucho más adentro que las balas.
“Ojalá, ojalá nos devolviera la vida de nuestros seres
queridos o el equilibrio psicológico de quien pudo eludir la
muerte y hoy está vivo para contarlo”, deseó con rabia desde
el atril. Desde allí tuvo palabras también para esos jóvenes
que ni siquiera pudieron conocer a sus progenitores porque
aún no habían nacido cuando “los miserables terroristas”
segaron sus vidas.Y para los padres de las víctimas (“¡qué
mayor dolor que la pérdida de un hijo por llevar uniforme!”,
se preguntó). Y para sus parejas tuvo palabras de cariño y
comprensión y de reivindicación sobre el escaso castigo en
forma de años entre rejas que a juicio del colectivo reciben
los etarras.
“Profundas cicatrices”
“Las heridas psicológicas no se ven, pero dejan unas
profundas cicatrices en el alma, y es que jamás podremos
olvidar a todos los que nunca volverán a esta tierra, a
todos esos embajadores de Ceuta que fueron asesinados por
llevar uniforme para trabajar”, denunció antes de prometer
que mientras le queden fuerzas y siga considerando que es
una causa justa seguirá luchando por las víctimas del
terrorismo.
La AVT, aa la que representa en la ciudad, es una
organización apolítica de carácter benéfico asistencial que
fue constituida en el año 1981, con el objeto de socorrer a
todas las víctimas del terrorismo del abandono y marginación
del Estado, así como de muchos sectores de la sociedad
española. Actualmente, el total de la población atendida por
la AVT supera, según esta misma fuente, las 6.000 personas.
Para todas ellas pidió Vinuesa un hueco en el corazón de la
sociedad ceutí y española porque, recordó, “el corazón en el
que están las víctimas del terrorismo es el de una sociedad
democráticamente sana”, con corazón, ojos y oídos. “La paz
no se puede conseguir a costa de cerrar los ojos”, cerró su
intervención, “por eso yo por ti, paz, de doy mis ojos”. Una
atronadora ovación solidaria le sirvió de simbólico pañuelo
para enjugar sus lágrimas.
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