La periodista de Antena 3, Soledad Arroyo, participará
hoy en la segunda jornada del V Curso de Otoño de
Periodismo y Educación. Arroyo hablará sobre la
investigación ‘Los bebes robados’, que le llevó a publicar
en 2013 su primer libro, ‘Los bebés robados de Sor María.
Testimonios de un comercio cruel”. Ya ha estado en Ceuta en
varias ocasiones, “la última hace cinco años invitada por un
gran ceutí y muy buen amigo que ya no está con nosotros,
Carlos Chocrón. Celebró una fiesta inolvidable. Siempre me
ha parecido un lugar especial, con mucha magia. A los que no
somos de allí, Ceuta nos ofrece la posibilidad de mirar
España desde un punto de vista muy diferente al que tenemos
siempre. Tomas conciencia de la riqueza cultural que tenemos
en este país”, afirma.
Pregunta.- ¿Cuál considera que debe ser la función del
periodismo en la sociedad actual? ¿Informar o educar?
Respuesta.- La teoría siempre ha dicho que la función de los
medios es informar, formar y divertir. Yo creo que hoy en
día, los medios de comunicación tienen una cuarta función
que va a resultar definitiva en lo sucesivo dado el auge de
las redes sociales y de la gran aportación testimonial que
pueden llegar a tener. Me refiero a la función de filtrado y
contraste de las informaciones que circulan por la red. Yo
no creo que sea necesario educar. Cada vez más los españoles
demuestran una formación cultural alta. Informar es una
tarea casi sagrada. Servir la información, los datos y que
el público los analice para sacar sus propias conclusiones.
No creo que haya que educar, esa no es la función del
periodista. En todo caso podemos tratar de ayudar a
comprender lo que ocurre a nuestro alrededor y formar a las
audiencias para que analicen críticamente lo que ocurre y
puedan entender su entorno de forma adecuada. Pero la
información es lo más importante, es un derecho y un deber
social.
P.- ¿Cuáles cree que son los principales retos del
periodismo en España?.
R.- La independencia, sin duda. No es fácil para un
periodista trabajar de forma independiente cuando la empresa
que le paga depende económica o ideológicamente de un
tercero. Pero no es lo único. El periodismo español tiene
otras muchas asignaturas pendientes como el machismo en los
medios: utilizamos siempre más expertos que expertas.
También tenemos complejos que nos cuesta sacudirnos. El
pasado viernes estaba en París cuando se produjeron los
atentados. Al día siguiente los titulares de la prensa
hablaban de “Francia atacada”, los periodistas se permiten
hablar de Francia porque se sienten una parte más del país.
Aquí nos costaría titular con el nombre de nuestro país.
Además nos cuesta mucho exigir a los politicos que nos
hablen a los periodistas, que nos rindan cuentas. Ellos
están obligados a hablar y nosotros a preguntarles. Pero
somos dóciles con la clase política. Si nos hablan grabamos,
si no nos quieren hablar nos vamos. No nos quejamos. Eso es
no es bueno. No es democráticamente saludable. Deberíamos
ser más conscientes de la importante función social que
cumplimos. Soy muy crítica con mi profesión. Creo que
tenemos que serlo si queremos mejorar.
P.-En su intervención va a hablar de los bebés robados.
¿Verdad o mito?
R.-En noviembre de 2011 me quedé en casa dos días con gripe.
El segundo, conecté el televisor con el programa matinal de
la mañana de Antena 3. Oí una señora contar que le habían
robado a su bebé en el Hospital de O’Donnell. Llamé a mi
madre. Mamá, pon la tele. Hay una señora que está contando
que le robaron a su bebé. Si no fuera porque tú sabes que tu
hija mayor murió de verdad es para pensar que te la robaron.
entonces mi madre me contestó: “Es que yo siempre pensé que
me la robaron”. Ya te puedes imaginar cómo me quedé. ¿Mi
propia madre víctima de algo así? No me lo podía creer. Pero
resultó ser cierto. Eso me hizo meterme de lleno en esta
terrible historia e investigar todo lo que pude. A día de
hoy sigo investigando otros ladrones de bebés recién
nacidos.
P.-¿Por qué nadie busca a los bebés robados en España?
¿Existe miedo a mirar al pasado?
R.-No es cierto que no se busque a los bebés robados. Lo que
ocurre es que la Justicia española no ha sabido abordar este
asunto. No ha habido compromiso político para esclarecer los
hechos ocurridos hace tantos años, no se ha querido levantar
las alfombras de hospitales, maternidades y centros de
acogida de niños. Nadie ha querido comprometerse con las
víctimas que siguen descabezadas buscando de manera
individual. Se han producido reencuentros y yo misma he
tenido la fortuna de contar muchos casos. Pero son fruto de
la casualidad, del error de alguien que dejó un papel
olvidado en un expediente, una factura con un nombre que no
se tachó o una dirección que no se borró a tiempo. Por eso
hay pocos casos de reencuentros. Pero no se puede cuestionar
que hubiera robos. En mi investigación pude conseguir lo que
no consiguió la justicia: demostrar que sor María Gómez
Valbuena, robó bebés a sus madres biológicas para
vendérselos después a familias que ella consideraba más
aptas para criarlos.
P.-¿Existe un interés concreto en que desaparezcan las
pruebas o en que los familiares no tengan acceso a los
datos?
R.-Claro que existe un interés en que no se conozca todo lo
que ocurrió. A nadie le gusta que le digan que su padre o su
abuelo o su tío, participó en algo tan sucio como es el
tráfico de bebés recién nacidos. En España hemos adoptado la
costumbre de cerrar en falso las heridas y eso tiene un
coste: que las heridas se abren cuando menos lo esperas y el
caso de los bebés robados es un ejemplo muy claro.
P.-¿Considera que los medios de comunicación han sido
útiles para las personas que han tenido en su familia casos
de bebés robados?
R.-Lo que de verdad resultó útil para que el caso de los
bebés robados tuviera el auge que experimentó en 2012 es la
extensión de las redes sociales. Facebook fue un vehículo
inmejorable para que muchos de los afectados por el robo de
recién nacidos, ya fueran hijos o padres, se pusieran en
contacto. Fue así como el movimeinto se tradujo en presencia
en los medios. Mucha gente descubrió así que no eran los
únicos, que no estaban solos, que la historia se había
repetido miles de veces y entonces es cuando se atrevieron a
denunciar públicamente, a dar el paso y contarlo. Y eso fue
definitivo.
P.-¿Teme que el tratamiento del caso de los bebés robados
en algunos medios pueda tender al periodismo sensacionalista
en lugar de a una información seria?
R.-Desde luego que muchos medios han hecho un uso
sensacionalista de muchos de los casos de bebés robados,
pero mi investigación dió la vuelta al mundo. Sor María
Gómez Valbuena, la monja en la que centré mi trabajo, se
había convertido en un personaje de interés mundial cuando
fue citada a declarar en los juzgados de Plaza de Castilla.
Había cámaras de todo el mundo y fue noticia en medios de
todo el mundo. Fue un escándalo como el de las Magdalenas en
Irlanda, el de la sangre contaminada en Francia o los
aborígenes australianos. Puede que en España se le haya
dedicado demasiado espacio en magacines, pero eso ha
contribuido a la extensión del fenómeno y a que muchas
personas pudieran descubrir que también habían sido
víctimas. Es la cara positiva y negativa de los medios. Las
causas nos necesitan, pero nosotros también necesitamos a
sus protagonistas.
P.-¿Hasta qué punto las redes sociales e Internet han
cambiado el sistema de trabajo de los medios de comunicación
españoles?
R.-Desde mi punto de vista las redes sociales han supuesto
un cambio definitivo en el trabajo periodístico. El viernes,
mientras se producían los ataques terroristas en París, me
enteré por las redes sociales, cuando estaba cenando a un
kilómetro del lugar en el que se produjo el primer ataque.
Fueron tuiteros los que me pusieron en alerta. Después
llegaron los medios tradicionales. Claro que los periodistas
tenemos que corroborar lo que nos dicen las redes y tenemos
que confirmar la veracidad de lo que se cuenta, pero son una
nueva fuente de conocimiento. Ya no se busca en buscadores
generalistas de internet. Los periodistas buscamos en
Twitter. Los periodistas de Televisión ya no buscamos en
Youtube, buscamos en Twitter y Facebook... En fin, todo está
en las redes: lo que pasa, cuándo pasa, a quién le pasa,
dónde pasa y porqué sucede. Las redes nos ponen en contacto
con los protagonistas y nos permiten establecer diálogos
directos con ellos. El cambio se produjo hace tiempo y ese
cambio es irreversible.
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