El Salón de Grados del Campus Universitario de Ceuta,
acoge hoy la segunda jornada del V Curso de Otoño de
Periodismo y Educación. A las 18:00 horas será el turno de
la periodista y presentadora de televisión, Blanca
Rodríguez, cuya intervención versará sobre ‘La ética en el
periodismo’. Rodríguez es Licenciada en Ciencias de la
Información por la Universidad Complutense de Madrid, y
defiende que “en periodismo no vale todo. Quienes piensan
que la realidad nunca debe estropear un titular hacen un
flaco favor al periodismo y extienden la sospecha sobre el
buen trabajo que realizan muchos profesionales”. Blanca
Rodríguez confiesa que “vengo a Ceuta por primera vez, no la
conozco y le confieso que aprovecharé la ocasión para
disfrutar de la ciudad. ¿Alguna recomendación?”.
Pregunta.- Su intervención es sobre la ética en el
periodismo. ¿En el periodismo vale todo?
Respuesta.- Rotundamente NO, y digo ese NO con mayúsculas.
El periodismo tiene un compromiso con la sociedad y debe
nutrirse de una escala de valores que no se puede romper por
un titular, una exclusiva o un “yo llegué primero”. Los
periodistas no somos los dueños de la información, es
importante ser honestos a la hora de contar lo que pasa y
también debemos serlo al utilizar las herramientas de que
disponemos para hacer nuestro trabajo. La clase de
periodistas que somos hace la clase de periodismo que
tenemos. Jugar sucio envilece el oficio y desprestigia lo
que contamos, porque el fin no justifica los medios. Quienes
piensan que “ la realidad nunca debe estropear un titular”
hacen un flaco favor al periodismo y extienden la sospecha
sobre el buen trabajo que realizan muchos profesionales cada
día. .
P.- ¿Qué es la ética periodistica?
R.- Es un código que todos los periodistas deberíamos
grabarnos a fuego, yo siempre digo que la ética es la voz de
la conciencia, aquello que nos dice lo que está bien y no
tan bien en nuestro trabajo. Al final todo se resume en el
sentido común y la responsabilidad hacia aquello que
hacemos, decimos y cómo lo interpretamos. La ética es la
única garantía de credibilidad, el respeto al derecho de
información de los ciudadanos, porque nuestros mensajes
llegan a cientos de personas y tenemos un compromiso moral.
La libertad de expresión nunca puede estar por encima de
otros derechos fundamentales de la persona.
P.-Lo que ocurre es que supone una mochila muy dura de
llevar...
R.-Que razón tienes!!! pero eso pasa en todas las
profesiones. El camino fácil suele ser el que da más
resultados a corto plazo, pero esto es una carrera de fondo.
Y todo pasa factura. Yo prefiero dar menos exclusivas pero
dormir con la conciencia tranquila cada noche y utilizar mi
trabajo con toda la humildad para colaborar en una sociedad
más justa, más tolerante, y más comprometida. Hacer un
periodismo ético no es difícil si los medios también lo son.
Esa es una clave importante, que las empresas periodísticas
tengan también esos valores en su ADN. Claro que a nadie se
le escapa lo complicado que puede resultar a veces, dar un
paso atrás porque falta un dato, no hay una confirmación,
necesitamos más tiempo para contrastar. En una sociedad
donde todo viaja casi a la velocidad de la luz, si no
tenemos cuidado la información, se deforma.
P.- La precarización laboral supone un justificante de la
falta de ética de algunos profesionales?
R.-No creo que la falta de ética se pueda justificar con
nada. Si es verdad que el periodista necesita medios para
hacer su trabajo y también necesita tiempo, que a veces se
nos olvida, pero no podemos escudarnos en eso para escurrir
nuestra propia responsabilidad, porque si lo hacemos en
cierto modo estamos traicionando a quiénes nos leen, ven o
escuchan. El periodismo es vocación y lo es a pesar de la
precariedad laboral, que desde luego no ayuda. Hay muchos
periodistas ahora mismo que no están trabajando en las
mejores condiciones y les aseguro que hay muchos sorteando
obstáculos cada día para intentar hacer su trabajo lo mejor
posible.
P.- Dicen que en este país se paga muy poco precio por
los incumplimientos éticos y, por el contrario, los
comportamientos éticos tienen un precio muy alto en forma de
despidos. ¿Qué opina?
R.-Que no les falta razón. Creo que la sociedad debería ser
mucho más intransigente en este sentido y demostrar que
clase de periodismo quiere. Vivimos una paradoja muy curiosa
en este sentido, hay programas de televisión diariamente
criticados por su falta de principios y después tienen unos
resultados de audiencia aplastantes. Y qué importa si
traspasan los límites, aunque hagan frente a denuncias que
acaban con sanciones económicas, al final la balanza sale
rentable. Sí, se paga poco precio por los incumplimientos
éticos, el único caso que recuerdo, ahora mismo, es el
despido de la reportera húngara que ponía zancadillas a los
refugiados sirios, ¡qué menos que ser despedida! Eso no fue
un error o una equivocación, había mala fe y nada de ética.
Es tan deplorable ese caso, como un despido por intentar
hacer bien tu trabajo. Y estas situaciones también se dan y
hay periodistas que lo han denunciado públicamente. Mantener
la independencia, la imparcialidad, ser éticos en nuestro
trabajo nunca debería ser un problema sino un valor añadido.
P.- ¿El periodismo es poder o servicio?
R.-Buena pregunta. Yo entiendo el periodismo como servicio
público, pero a nadie se le escapa que también es poder. Lo
ético es utilizar ese poder al servicio de los ciudadanos,
no de ningún interés particular, económico o político. El
periodismo es un valor incalculable para cualquier
democracia, sólo tenemos que pensar en la situación de
aquellos países donde no se permite la libertad de prensa,
donde los periodistas son asesinados por contar la verdad,
pensar diferente o ir contra el poder establecido.
P.-¿Cree que la mayoría de los periodistas tienen
presente la ética a la hora de trabajar?
R.-Sinceramente, creo que sí. Pero nunca está de más
preguntarnos si aquello que estamos haciendo es lo correcto.
Y no es una pregunta fácil… fíjese, esta misma mañana me
surgía la duda viendo un programa de televisión que emitía
las imágenes del interior de un restaurante durante los
atentados de París. ¿Esto es información o estamos
propagando el miedo sin pretenderlo? Hasta dónde tenemos que
llegar para informar sin convertirnos en una herramienta
para los terroristas. Si ya sabemos lo que ha ocurrido, ¿qué
aporta ver las imágenes de un terrorista disparando contra
civiles? Lo dejo en el aire, como reflexión.
P.-Cuáles son los valores que deben guiar a los
periodistas?
R.-La bandera principal es la veracidad, y después debemos
añadir objetividad, imparcialidad, independencia,
responsabilidad, prudencia. Al final la clase de periodismo
que hacemos, tiene mucho que ver con la clase de persona que
somos.
P.-Piensa que el periodismo ético tiene la confianza de
la audiencia?
R.-No como debería. Creo que la audiencia es inteligente y
sabe perfectamente distinguir el periodismo de valores, pero
no nos engañemos, transgredir la norma puede resultar mucho
más atractivo desde el sofá de casa. Nos llevamos las manos
a la cabeza, pero lo vemos...
P.-¿Qué piensa del periodismo amarillista?
R.-No me gusta, no lo comparto, ni lo entiendo. No es
necesario para informar caer en la sensiblería, en el morbo,
en el sensacionalismo. Se puede y debe informar de sucesos,
pero con equilibrio, la saturación cuando ocurre alguna
desgracia tampoco es aconsejable. Me quito el sombrero ante
la prensa francesa que ha mantenido una ética impecable tras
los últimos atentados en París. No se han visto imágenes
innecesarias, no se busca a los familiares de las víctimas y
nadie lo echa de menos. El código ético que mantiene la
prensa allí respeta la intimidad en todos los casos y por
encima de todas las situaciones.
P.- ¿Y del periodismo rosa?
R.-La crónica social ha existido siempre, nunca ha faltado
esta página en los periódicos. Hay prensa del corazón que
trabaja con rigor y con profesionalidad , sin traspasar los
límites, sin dar pábulo a rumores, sin meter los micrófonos
a un famoso cuando no quiere hablar de su vida privada. El
resto no lo considero periodismo porque creo que convierte
en mercancía aquello que se cuenta.
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