Algunos de los afectados contaban
sus situaciones personales, en algunos casos desgarradoras.
Uno de los casos es el del matrimonio compuesto por
Abdelilah Akbal Arrus y Fatima Sora. Desde hace siete meses
viven en una pensión con sus tres hijos: una chica de 18
años que estudia segundo de Bachillerato y otros dos de 11 y
14 años.
En dicha pensión, los servicios
son compartidos y carecen de cocina. Viven en una habitación
con solo una cama. Asisten junto a sus hijos a un trasiego
constante de prostitutas y también advierten de la presencia
constante de ratas y cucarachas. Las vistas al exterior se
reducen a una pequeña ventana. “Estábamos en la lista y nos
llamaron de Emvicesa para que nos personáramos al día
siguiente para firmar el contrato. Creía que tenía ya la
llave en la mano”, explica Fátima.
Laila Marhoum
Otro caso es el de Laila Marhoum
Karkour, que tiene tres hijos pequeños, el menor de tres
meses, “de los cuales se ha pasado dos en la puerta del
Ayuntamiento”. Su marido está enfermo: es alérgico y no
debería trabajar en la construcción, que es su modo de
ganarse la vida, “pero lo sigue haciendo. Además sólo le
funciona menos del 80% del hígado. Laila está solicitando
una vivienda desde hace 16 años, desde 1999.
Asegura que la llamaron un buen
día: “Le llamamos de Emvicesa. Ya tiene usted su casa y
puede venir mañana para firmar los papeles”.
Cuando llegó, al igual que
en el caso de Abdelilah y Fatima se encontraron conque en
Emvicesa se encontraba la Policía y que un funcionario les
decía que no había nada de lo dicho. Que de momento, se
olvidaran.
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