El primero de los milagros que registra la historia local,
se refiere a la epidemia de peste levantina que diezmaba
ciudades allá por el año de 1651.
Frente a lo escrito por otros autores, la enfermedad no
llegó a hacer pasto entre la población ceutí como demuestran
los libros de los Hospitales de la Santa y Real Casa de la
Misericordia y los de Defunciones de la entonces parroquia
única del Sagrario de Nuestra Señora de África.
La reacción del entonces Gobernador de la Ciudad, al ver el
avance de la epidemia, D. Juan Suárez de Alarcón y Melo
(Marqués de Trocifal y primer Conde de Torres Vedras,
Mayordomo de la Reina y miembro del Consejo de S.M), fue la
de elegir por Patrona de la Ciudad a Nuestra Señora de
África, “Votando” guardarle fiesta cada 9 de febrero, lo que
aún hoy se hace, principalmente tras su ratificación en
1743, cuando se generaliza la epidemia de peste bubónica que
andaba amenazando nuestros contornos.
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