La prisión de Los Rosales se vistió ayer de gala para
celebrar el día de la patrona de prisiones, Nuestra Señora
de la Merced. Un momento en el que el director del centro
ceutí, Francisco José Delgado Aguilera, quiso agradecer el
trabajo desinteresado de aquellas organizaciones e
instituciones que colaboran de forma estrecha con el centro
y sus reclusos. Policía Nacional, Guardia Civil y la
Asociación Luna Blanca fueron distinguidos por esta labor
que complementa el trabajo llevado a cabo desde la prisión y
que, en ocasiones, llega “donde las administraciones no son
capaces”, según puntualizó Delegado para añadir, en alusión
a Luna Blanca, que “asumen como propia la labor de ayudar al
privado a buscar su reinserción social”.
El director de Los Rosales recordó que en la prisión reciben
a aquellas personas que después de ser juzgadas o como
medida cautelar son internadas por jueces y tribunales para
su custodia y rehabilitación. “Hablamos de seguridad y de
reinserción, y de la combinación de ambas, ya que sin
seguridad, difícilmente se puede conseguir el objetivo
fundamental de la resocialización del interno”, advirtió
para destacar que con esta labor se contribuye “a la
seguridad de todos los ciudadanos”.
Transformar ciudadanos
En la cárcel conviven todo tipo de personas, desde el
terrorista desarmado al pequeño delincuente marginal pasando
por el violador lascivo, el psicópata, el conductor
imprudente, o el gran traficante, y así lo señaló Delegado
para hacer hincapié en que el denominador común de estas
personas es que “una vez extinguida su responsabilidad por
el delito cometido retornarán a la sociedad y a nuestras
calles”. Una situación ante la que, el director de la cárcel
manifestó, si las prisiones se limitan “a administrar el
encierro sin intervenir en sus causas, no solo incumplirían
el mandato del legislador que determina la orientación legal
de las penas privativas de libertad, sino que abonarían el
conflicto social y devolverían a la sociedad personas que no
tienen voluntad para respetar la ley, a enemigos de la
seguridad”.
“De poco sirve la pena que amenaza con rigor al delincuente,
si no somos capaces de transformar el encierro en
oportunidad para superar aquellas carencias que llevaron al
penado a delinquir”, afirmó Delgado.
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