Poco más de dos años. Este es el plazo que ha fijado el
delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez,
para que se ponga en marcha la nueva prisión que se está
construyendo en Loma Mendizábal. Estas instalaciones
sustituirán a la cárcel de Los Rosales y servirán para que
el trabajo de los funcionarios, como el propio delegado
reconoció, “sea un poco más fácil”. Y es que, el centro será
el más moderno que hasta la fecha se ha construido, como
señaló González Pérez. Para su construcción se han destinado
120 millones de euros, por lo que el delegado destacó que es
“un proyecto muy importante que, a pesar de los difíciles
momentos económicos, ha continuado construyéndose”.
No obstante, aunque el proyecto haya seguido adelante la
crisis le ha influido de lleno retrasando la finalización de
las obras. Pese a que en un principio se auguró que la
construcción estaría lista para verano de 2013, la prisión
no está aún terminada y su puesta en marcha, según anunció
ayer el delegado durante los actos por el Día de la Merced,
se prevé para el último trimestre de 2016. Este fue el único
dato que ofreció González Pérez en su discurso con motivo de
la conmemoración de la patrona de prisiones sobre la
inauguración del nuevo centro.
Mientras, los trabajadores han mostrado durante los últimos
meses sus dudas respecto a la entrada en funcionamiento del
nuevo centro. Desde UGT, en el mes de marzo, advertían en
declaraciones a EL PUEBLO que con los recursos humanos y
económicos existentes sería “inviable” la apertura de la
prisión de Loma Mendizábal. Una situación sobre la que el
delegado, en marzo 2012, señalaba a EL PUEBLO que una de las
dificultades era dotar de personal al centro. “La nueva
infraestructura va a necesitar muchísimo más personal”,
afirmaba. Cuando se presentó el proyecto en 2009 se hablaba
de más de 400 empleos directos.
Escenario limitador
Por su parte, el director de Los Rosales, Francisco José
Delgado Aguilera, recordaba ayer que el trabajo de los
funcionarios también ha estado marcado por la crisis.
“Transitamos por un escenario claramente limitador de
recursos económicos que ha exigido también un gran esfuerzo
a todos los profesionales de este centro para que no se
menoscabe la dignidad del tratamiento penitenciario que
reciben los reclusos ni se merme la seguridad en el mismo”,
trasladaba para puntualizar: “Esto es mérito de quienes
trabajan aquí y quiero poner esto en valor para que nadie
tenga una idea equivocada”. Delgado quiso destacar “el
esfuerzo de todos en la mejora de la infraestructura del
centro, en sus condiciones de habitabilidad, en las
oportunidades de educación y formación de los internos, así
como los programas de tratamiento frente a los problemas que
presentan y que dice mucho de la profesionalidad y entrega
de todos los que trabajan y colaboran con el centro”.
Más de 50 años en pie
Los Rosales, tras más de 50 años en funcionamiento, es uno
de los centros penitenciarios más antiguos del país. Cuenta
con 94 celdas, más 23 complementarias. Ahora, la nueva
prisión viene a multiplicar esta capacidad con 800 celdas
dobles y un Centro de Inserción Social (CIS) para internos
en tercer grado, con 50 habitaciones dobles. El centro
penitenciario, que responde al nuevo modelo de tratamiento
de los penados, volcado en su reeducación y reinserción, tal
como se subrayó en su momento desde Instituciones
Penintenciarias, se constituye como un núcleo urbano con una
urbanización en módulos o edificios que lo dotan “de mayor
operatividad y seguridad”. La prisión estará formada por 12
pequeños centros residenciales con servicios culturales,
sanitarios, deportivos, productivos y comunitarios. Sin
embargo, la previsión no es poner en funcionamiento todas
las instalaciones, sino ir abriendo módulos poco a poco en
función del personal que se pueda ir uniendo a la plantilla.
|
El delegado puso en valor el trabajo de los funcionarios
para facilitar la reinserción de los presos
González Pérez no quiso dejar
pasar el Día de la Merced sin poner en valor la labor que se
lleva a cabo en las prisiones de reinserción y que a menudo
pasa desapercibida. Por ello, el delegado advirtió de que de
poco sirven o servirán las penas impuestas por las
sentencias dictadas si funcionarios y administración no son
capaces de “transformar el confinamiento en una oportunidad
para superar las carencias que llevaron al penado a
delinquir”. “Para lograr este objetivo hay que hacer
comprender y motivar al recluso ante la importancia y
necesidad de respetar los derechos de sus conciudadanos,
para que su actividad cotidiana en libertad no le lleve de
nuevo al amplio universo delictivo, pero también hay que
capacitarle, formarle, prepararle para su salida, y esto es
también esencial, si queremos que tengan una segunda
oportunidad”, señaló para añadir: “Si la actividad de
cualquier centro se limitara a administrar el encierro, sin
intervención alguna sobre sus causas, poco podríamos
lograr”.
|