Tras la lectura de una carta redactada por un compañero,
Alfonso Pérez, tutor del joven Munir en el Instituto Siete
Colinas, dijo que el acto de ayer tenía tres objetivos
claros, uno, “unirnos a la famillia, cuyo dolor no se lo
vamos a poder quitar nunca”. Otro, “que los carniceros se
enteren de que no vamos a seguir consintiendo eso” y
tercero, “a las autoridades para que cojan a los culpables y
que los lleven ante la Justicia”.
El docente se dirigió a las más de quinientas personas que
estaban en la esquina del Instituto Siete Colinas,
preguntándoles “¿No sé hasta dónde pensáis ir, pero si el
objetivo era ese, de verdad que lo hemos conseguido y
recomendaría paz y tranquilidad y a casa. Seguiremos
peleando para que esto no vuelva a ocurrir”.
Alfonso Pérez, emocionado, manifestó que todo lo sucedido es
algo inexplicable y lo único que se pretende con la ación
llevada a cabo ayer es “que esta situación se tiene que
cortar, que las personas que tienen en su mano cortar esto,
lo corten y dar apoyo a la familia”.
El profesor agregó que no se puede explicar que “haya algo
que valga más que la vida ¿Qué hay?, se preguntó.
El docente dejñ claro que no hay nada más que valga más que
la vida de un persona”, en clara alusión a la tragedia que
ha supuesto la muerte de estudiante del instituto en que
imparte clases.
El tutor definió al joven de 20 años, “como un mucha normal,
bastante risueño, más que la media y que participaba mucho
en las clases”.
Pérez dejó claro que no “era un muchacho conflictivo” y
nunca ha existido, según el docente, “ningún indicio que
hiciera pensar que lo que ha ocurrido tenga algún tipo de
lógica, ninguno”.
El tutor de Munir evidenció que la muerte del joven ha
supuesto un “mazazo” para la comunida educativa “y no hay
más que ver la representación de profesores que estamos aquí
“, apart de que “no hay que olvidar que los alumnos son una
proyección nuestra, a los que le hablamos todos los días,
aunque lo hagamos de matemáticas o de física, son , de
alguna forma, herederos de algo nuestro y si matan a uno,
matan a parte de nosotros”.
Munir era un chico que “tenía voluntad de hacer cosas y le
gustaban más las prácticas que la teórica”. “Cuando tenía su
labor práctica, ahí estaba como loco trabajando”, concluyó.
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