Varios cameruneses miran la televisión en un apartamento en
el barrio de Bujalef en Tánger y se recuperan de las heridas
causadas el martes cuando intentaron cruzar la frontera de
Ceuta, en el que supuso el mayor asalto la frontera en los
últimos años.
Ninguno quiere dar su verdadera identidad. David tiene el
brazo escayolado, Thomas lleva un parche en la oreja y André
se apoya con dificultad en unas muletas para poder caminar,
mientras un compañero va haciendo zapping entre los
deportes, las telenovelas y las noticias.
En este apartamento de Bujalef, un barrio con una gran
concentración de subsaharianos, la decena de hombres que
comparte alojamiento revive el momento del asalto del martes
y su conversación se intensifica cuando recuerdan los golpes
y las heridas.
Alrededor de 850 inmigrantes que intentaron cruzar ese día
la valla de Ceuta fueron detenidas e introducidas en
autobuses que les trasladaron hasta Rabat o, en el peor de
los casos, les dejaron en grupos de diez -perdidos, sin
dinero y sin teléfonos- en la carretera que conduce a la
capital marroquí.
Desde entonces, algunas asociaciones como la Asociación de
Luz sobre la Emigración Clandestina en el Magreb (ALECMA) se
esfuerzan sin éxito en localizar a estos grupos
desperdigados por el país.
‘El Gobierno del orden’
Llegados a este punto, el destino y la suerte de muchos de
ellos depende en la mayoría de los casos del poder de
organización de su comunidad.
Uno de los cameruneses más veteranos en Marruecos, que fue
trasladado a Rabat y que ya está de vuelta en Tánger, relata
cómo a pesar de los percances los miembros de su comunidad,
la mayor en el barrio de Bujalef, se sienten respaldados
entre ellos gracias a una estricta organización bautizada
por algunos como “el Gobierno del orden”.
Está jerarquía -extensible a otras ciudades y a otras
comunidades- y formada por un presidente (normalmente uno de
los más veteranos), vicepresidente y varios adjuntos, les
permite ayudarse y vivir su día a día en una relativa paz
dentro de la marginación social que sufren desde hace años
los inmigrantes en Marruecos.
Además de formar cadenas para prestar ayuda a compañeros
arrestados o heridos, el “Gobierno” también tiene poderes
para impartir justicia.
“Si molestas a una mujer árabe o creas algún problema te
castigan, por ejemplo, limpiando el barrio. Si se ha
establecido este sistema gubernamental es porque no queremos
problemas con la policía marroquí”, afirma un inmigrante.
Los sin papeles, no solo tienen que hacer frente a las
vicisitudes diarias con la sociedad marroquí, por lo general
bastante racista, y con las autoridades; también deben
lidiar los problemas entre ellos, ya que cada comunidad
cuenta con sus reglas y en muchas ocasiones mira por sus
propios intereses.
Después de la muerte de un ciudadano de Costa de Marfil el
pasado 6 de febrero en el suceso ocurrido en la frontera de
Ceuta en el que fallecieron 15 personas, los marfileños, con
el cansancio añadido debido a los constantes engaños que
sufren por parte de falsas mafias, han decidido organizarse
de la misma forma que otras comunidades.
Así lo explica Dioula, un joven de 24 años, músico de
profesión y que dejó su estudio de grabación en Costa de
Marfil a causa de la situación política que atraviesa el
país.
“Si un marfileño muere debe haber alguien dispuesto a hablar
con su familia”, subraya Dioula, que asegura que su
comunidad ya no está dispuesta a intentar cruzar en
“avalancha” la frontera con Ceuta y prefiere organizarse
entre sí y buscar otros medios como el viaje en zodiac, cada
vez menos utilizado por el aumento de la seguridad marroquí
en las costas en los últimos diez años.
Marfileños y cameruneses coinciden en que no hay una
organización específica a la hora de cruzar las fronteras
terrestres, a pesar de que a veces el nivel de reagrupación
es tal que es fácil prever un asalto.
“Hay veces que un amigo me dice ¡Vamos!, y respondo que
estoy cansado y que ya iré otro día”, afirma el veterano
camerunés que ha intentado cruzar ya unas treinta veces a
España, y que sirve de ejemplo de la frustración e incluso
de la rutina que supone para estas personas los asaltos.
Porque aunque el problema de la inmigración ilegal en
Marruecos toma mayor relevancia en momentos determinados,
las mismas historias y testimonios se reproducen de manera
exacta desde hace años sin producirse realmente un gran
cambio.
Seguiremos intentándolo
El jueves 20 agentes de la Guardia Civil desembarcaron en
Ceuta para reforzar la vigilancia en el paso fronterizo, y
pronto se sumará un helicóptero, pero nada de eso alterará
la determinación de alcanzar España de estas personas que
han abandonado sus países por falta de medios de
subsistencia o en busca de protección.
“Aunque haya 1.000 helicópteros y a pesar de los muertos
seguiremos intentándolo. No hay hombre más testarudo que el
negro”, concluye un activista camerunés.
|
Vivas lamenta “personas sin escrúpulos” utilicen a
inmigrantes
El presidente Juan Vivas ha
lamentado que “personas sin escrúpulos” utilicen a los
inmigrantes, en referencia a las mafias que trafican con
estas personas. Vivas ha dicho que los culpables de la
presión migratoria que sufren Ceuta y Melilla son “esos
individuos que sin ningún tipo de escrúpulos y, a través de
organizaciones mafiosas, se dedican a util zar al ser
humano, a traficar con él en beneficio propio”. Ha destacado
que la sociedad ceutí es “solidaria” y que “ese drama de la
inmigración le duele, pero también es madura y sabe que los
culpables no son las instituciones, ni es Ceuta, ni el
Gobierno de la Nación ni la Guardia Civil”. Vivas se ha
referido a la marcha del pasado jueves, en la que
participaron unas doscientas personas.
“Respeto cualquier manifestación, pero al margen de las
personas que asistieran lo que quiero dejar claro es que no
se puede medir el dolor que la sociedad ceutí ha sentido
como consecuencia de la tragedia vivida en función del
número de manifestantes”.
|