Apenas había luz y la noche ya se estaba despidiendo para
dar paso a las primeras claras del día, cuando la valla y la
playa del Tarajal se vistieron de luto. Nueve personas
perdían la vida en las aguas de esta playa en su intento de
convertir en realidad el sueño de su vida. Buscar un mundo
mejor, lejos de la miseria, de las guerras y del
sufrimiento.
Nueve inmigrantes subsaharianos perdían la vida cuando
tocaban con las puntas de los dedos su destino soñado, la
tierra que para algunos, viniendo de los países de
procedencia que lo hacen, es el paraíso.
Miles de idea y de ilusiones quedaron esparcidas en la aguas
como si de ceniza se tratara. La tragedia de la inmigración
volvió a golpear duro el perímetro fronterizo y el Tarajal,
que desde ayer lloran una nueva pérdida de seres humanos.
Eran horas muy tempranas cuando los conocidos “búhos”,
agentes de la Guardia Civil dotados de lentes de visión
nocturna y las cámaras térmicas instaladas en la valla,
daban la voz de alerta: Una marea humana comienza a moverse
en una zona cercana a las instalaciones del paso del Biutz.
Los agentes transmiten las informaciones a sus respectivos
puestos de mando y el protocolo se pone en marcha con la
idea de evitar una avalancha y, por ende, una posible
tragedia.
Los augurios no eran buenos, ya que las Fuerzas de Seguridad
del Estado manejaban informaciones que situaban a un
contingente de unos mil inmigrantes aguardando el momento
adecuado en una zona marroquí muy cercana a Ceuta.
Las Fuerzas Auxiliares de la Gendarmería Real marroquí
estaban en los furgones descansando, según la información
obtenida por este periódico. Nadie podía imaginar que una
tragedia de las magnitudes de la sucedida ayer tendría tan
trágico y triste desenlace.
Veinte efectivos de los Grupo Rurales de Seguridad (GRS) de
la Guardia Civil y entre diez y quince agentes del mismo
Cuerpo que estaban de patrulla en el perímetro conformaban
el grueso de las fuerzas. La tranquilidad de la noche
desapareció cuando uno de los “búhos” dio la voz de alerta
de que unas ocho o diez personas comenzaron a moverse por la
zona cercana.
Los agentes se movilizaron de seguida y se subieron a la
grada, en un punto cercano al paso del Biutz con la
intención de averiguar que estaba pasando. La tensión estaba
en el ambiente y tanto GRS como agentes de patrulla
permanecían en el máximo estado de alerta esperando que algo
sucediera.
Eran ya casi las siete de la mañana cuando un grupo de algo
más de doscientos inmigrantes, en avalancha, emprender veloz
carrera hacia el paso fronterizo del Biutz.
Las fuerzas se desplegaron rápidamente y lograron contener
el primer intento de entrada a nuestro país.
Eran muchos y corrían desesperados buscando el lugar más
idóneo para atravesar la frontera. Los agentes marroquíes
apenas si daban crédito a lo que sus ojos estaban viendo. De
momento, al igual que los agentes de la Guardia Civil, se
dispusieron para frenar esta verdadera marea humana
incontrolada que en su veloz carrera puede hacer imposible
repelerla.
En dirección al Tarajal II
Tras el primer intento, los inmigrantes quedaron algo
desorientados y los agentes de los dos países tuvieron unos
segundos para rehacerse y volver a disponerse para el nuevo
intento, que se produjo a renglón seguido. Los inmigrantes
alcanzaron la zona próxima al nuevo paso del mercancías del
Tarajal II a través del pequeño río que discurre entre
España y el país vecino.
Llegados a ese punto, la marea humana comenzó a aglomerarse
en un claro intento de acceder al territorio nacional.
La intervención de la Guardia Civil, en la zona española,
logró hacerle desistir de su intento y los inmigrantes no
dudaron en seguir hacia adelante hacia el único sitio que
podían hacerlo, el espigón situado en la playa del Tarajal.
La tragedia comenzó a dar sus primeros pasos y el grueso del
grupo corría despavorido en busca del agua del mar para acto
seguido, a nado, cristalizar su intento.
Las prisas, los nervios, el ansia por llegar y el sentir
tener pegados a sus talones a los agentes de las fuerzas de
seguridad de los dos países hicieron que muchos de los
integrantes del grupo se hicieran a la mar. Otros, ante la
actuación de los agentes del país vecino, decidieron huir
hacia otra parte.
En esos momentos, con el grupo ya fuera de control, la
tragedia se fue haciendo cada vez más grande y el hecho de
que muchos inmigrantes no sepan nadar hizo que en la zona
marroquí de la playa del Tarajal se vivieran unos momentos
de un crudeza infinita.
Se oían los disparos que realizaban los miembros de los GRS,
que lanzaron bolas y dispararon balas de fogueo, como
reconoció, posteriormente, el delegado del Gobierno en la
Ciudad en rueda de prensa. Se intentaba un objetivo,
intimidar y hacer desistir a los inmigrantes de su intento
de entrada en Ceuta. La confusión se apoderó de la situación
y comenzaron a vivirse situaciones dantescas, en la que se
mezclaron inmigrantes corriendo despavoridos para todas
partes, auxiliares de la Gerndarmeria Real marroquí, y, al
otro lado, agentes de las patrullas de la Guardia Civil y
miembros de los Grupos Rurales de Seguridad. Un verdadero
caos.
La valla de la frontera quedó cerrada totalmente al paso de
personas y vehículos.
En tierra y en el otro lado de la frontera, los auxiliares
de las fuerzas de la Gendarmería Real marroquí comenzaron a
agrupar a los inmigrantes que habían sido ya interceptados ,
acercándose hasta la orilla la playa, lugar de donde
empezaron a recoger los cadáveres que el mar devolvió.
Los que todavía permanecían en el mar fueron recogidos por
miembros de la patrullera marroquí, mientras que en la aguas
españolas una embarcación de la GEAR rastreaba por si algún
cadáver aparecía en aguas españolas.
Este hecho desató la ira de los inmigrantes, que comenzaron
a lanzar a piedra contra los agentes de la Guardia Civil y
de las fuerzas de seguridad marroquíes.
Fue un momento de todos contra todos y a resultas de ello,
en la zona española, algunos agentes de la Guardia Civil han
resultado lesionados, al igual que parte de las
instalaciones fronterizas, sobre todo una garita de
vigilancia que, según el relato del delegado del Gobierno,
ha quedado con los cristales destrozados.
La normalidad ha tardado algún tiempo en restablecerse, ya
que los agentes del país vecino estuvieron muy ocupados
recogiendo los cadáveres y reteniendo a los inmigrantes,
para, posteriormente, proceder a su traslado hasta Tetuán.
Una tragedia que su suma a las muchas que ya se han vivido
en el paso fronterizo del Tarajal.
Pero quizá esta se haya tornado más especial que las última
vivida, en la que un inmigrante sufrió graves lesiones al
caer desde el techo de las instalaciones del Centro
Operativo de la aduana. En esta ocasión la pérdida de vidas
humanas la hace distinta, al igual que también la virulencia
que han empleado los inmigrantes contra los agentes de los
Cuerpos de Seguridad de ambos países.
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