Durante las últimas semanas los almacenes del Tarajal apenas
han registrado movimiento en comparación con la frenética
actividad que se ha vivido en sus calles. Los empresarios,
entre indignados y resignados, cuentan como están viviendo
“un problema tremendo”. Algunos explican que llevan
trabajando allí 25 años, otros 15 o 10. No obstante, todos
coinciden en que este es el peor momento que está viviendo
el polígono. Las ventas, según cuentan, han bajado entre un
70% y un 80%.
Los productos que más salen son los alimentos, que son
perecederos, y las mantas. Un empresario contaba ayer como
el nunca había comercializado con mantas, pero ha tenido que
comenzar a traerlas “para poder vender algo”. ”Estamos en
invierno y es lo que se vende, porque de lo demás no sale
nada”. En su tienda, se ve como las repisas con productos
electrónicos están repletas.
Los productos de menaje de hogar se acumulan en las
estanterías de los comercios multiproducto. Uno de los
propietarios de este tipo de naves comentaba ayer como las
ollas, que antes se reponían hasta tres veces al día, ahora
se reponen una vez a la semana. Estos comercios explican que
sus principales clientes no son porteadores, sino marroquíes
que llegan a Ceuta “a gastar mucho dinero”. “El que menos
trae, se gasta cien euros y ellos mismos se quejan de que
vienen a gastar y no los dejan”, manifestaba un empresario.
Trabas a los clientes
La falta de una escalera también se ha convertido en una
traba más para los clientes y para los empresarios. “La
persona que viene y luego quiere coger el autobús, tiene que
dar toda la vuelta y eso los disuade”, aseguraba un
emprepsario para explicar que todos estos problemas están
provocando que los marroquíes compren en Castillejos porque,
aunque les salga más caro, “es más cómodo”.
“Nosotros vivimos de Marrruecos, dependemos en un 90% del
comercio con el país vecino, y el delegado del Gobierno se
tiene que mentalizar de eso”, apostillaba un trabajador
mientras a su lado una compañera aseguraba: “Se ha reventado
a la gallina de los huevos de oro”.
Ellos, como empleados, reconocían que temen por su trabajo.
En las naves cercanas ya se han producido algunos despidos y
no quieren ser los siguientes. “Después de 25 años, si no
trabajo aquí no se donde iré”, comentaba un trabajador para
denunciar que en una ciudad como Ceuta con el nivel de paro
tan elevado, “se deben tomar medidas para asegurar los
centenares de puestos de trabajo que da el Tarajal”.
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