La ciudad de las cuatro culturas vivió ayer la que es una
de las festividades más arraigadas entre una de sus
comunidades, la musulmana, que celebró el Aid-El Kebir,
comunmente conocida como el Día del Cordero o del
Sacrificio. Los más de 38.000 creyentes en Ceuta cumplieron
con el rito y dieron muerte a unos 5.000 borregos a lo largo
de una jornada en la que las familias se reunieron en torno
a la mesa para evocar la historia bíblica en la que la
Divinidad evitó en el último momento que Abraham sacrificara
a su hijo.
La festividad de la Pascua Grande (Aid-El Kebir) más
conocida como el Día del Cordero o del Sacrificio congregó a
los más de 38.000 musulmanes existentes en Ceuta para
cumplir con el rito y sacrificar a unos 5.000 borregos a lo
largo de una jornada festiva, tal y como nuevamente ha
recogido erróneamente el calendario por tercer año
consecutivo.
Se trata, sin duda, de la mayor celebración del calendario
lunar musulmán, que conmemora aquello que relata,
curiosamente, tanto el Corán como el Antiguo Testamento: el
profeta Ibrahim –Abraham para el Cristianismo y el Judaísmo–
debía sacrificar a su hijo Ismael –que según la Biblia era
Isaac– para mostrar su total sumisión a Dios, como la
divinidad le había ordenado; pero en el momento de realizar
su gesto, Dios paró su mano y le ordenó ejecutar en su lugar
a un cordero.
Los sacrificios comenzaron al concluir el rezo de la mañana.
Unos musulmanes lo hicieron en sus casas –cada vez son los
menos ya que no es lo más indicado por motivos
higiénico-sanitarios–, y otros en alguna de las, finalmente,
quince carpas habilitadas por la Ciudad.
Además de la Consejería de Sanidad y Consumo, que coordinó
el dispositivo, también intervinieron el área de Medio
Ambiente, Servicios Comunitarios y Barriadas, así como las
consejerías de Fomento y la de Presidencia, Gobernación y
Empleo. Todas estas áreas trabajaron conjuntamente para la
limpieza previa y posterior y la instalación de las carpas y
los grifos para evitar que las calles se convirtieran en
ríos de sangre.
Las carpas comenzaron pronto a notar una actividad frenética
en esta fiesta que resulta ciertamente sangrienta para un no
musulmán.
Las carpas, que contaron todas con sus matarifes
profesionales, se colocaron en las zonas con más profusión
de población musulmana: Príncipe Alfonso (1) ya que por un
problema de ubicación no pudo instalarse la segunda carpa,
Príncipe Felipe (2), Loma Colmenar, Miramar Bajo,
Villajovita, Pasaje Recreo, Estación Ferrocarril, Sardinero,
Benzú, Bermudo Soriano, San José, Sidi Embarek, Virgen de la
Palma y Tejar de Ingenieros.
Asustados, los corderos esperaban su turno, pero no tenían
mucho tiempo para lamentarse desde que llegaban a la carpa y
su cabeza se sitúaba mirando a La Meca y se veía sorprendido
por el cuchillo que lo degollaba rápidamente si el matarife
era eficaz, como así debe ser.
A cada cuchillada, la sangre –llama la atención su color tan
claro– se extendía lentamente por los dibujos de las
baldosas de la calle, mientras el animal expiraba durante
unos segundos.
La matanza se acompañó, por su puesto, del consumo de
copiosos asados que durante los dos próximos días que dura
la fiesta se degustarán en las mesas musulmanas.
El referente mundial de esta Festividad está en La Meca,
donde millones de peregrinos –entre ellos decenas ceutíes–
viven también su día del cordero. Hace ya años que el
Gobierno saudí prohibió la matanza libre de borregos, para
evitar problemas sanitarios, por lo que el sacrificio se
hace comprando unos bonos al Estado para que sus matarifes
hagan el trabajo. Y es que la tradición se ajusta a los
nuevos asépticos tiempos.
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Athisa recoge alrededor de 34 toneladas de residuo animal
El presidente de la Federación
Provincial de Asociaciones de Vecinos, José Ramos, resaltaba
la eficacia de la empresa Athisa a la hora de recoger los
restos animales. Ramos resaltaba que los vecinos musulmanes
afincados en zonas lejanas a donde se encontraban ubicadas
las 15 carpas para el sacrificio, depositaban las bolsas
repartidas por la FPAV para los restos animales en los
contenedores cercanos a sus domicilios. Esta situación ha
llevado a la empresa Athisa a redoblar su trabajo,
acercándose donde era requerida por los miembros de la FPAV
para proceder a la retirada de dichas bolsas a la mayor
brevedad posible. Finalmente esta empresa retiró alrededor
de 34 toneladas de residuo animal.
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