El islam, la tercera gran religión monoteísta surgida
después del judaísmo y el cristianismo y que practican unos
unos 1.200 millones de personas en todo el mundo, celebrará
hoy su día grande: la Fiesta del Sacrificio o Eid El Adha,
en recuerdo del cordero que Abraham degolló como sacrificio
a Dios en lugar de su propio hijo. Todos los años por estas
fechas, es decir, el día décimo del mes lunar del Dualhuya,
los padres degüellan un cordero o un animal macho que se
prepara y come en familia. Es el principal rito de unas
celebraciones que se prolongan varios días.
Se trata, sin duda, de la mayor celebración del calendario
lunar musulmán, que conmemora aquello que cuenta el Antiguo
Testamento de que el profeta Abraham (Ibrahim para el islam)
debía sacrificar a su hijo Isaac (que según el Corán era
Ismael) para mostrar su total sumisión a Dios, como la
divinidad le había ordenado, pero en el momento de realizar
su gesto, Dios paró su mano y le ordenó ejecutar en su lugar
a un cordero, razón por la cual la celebración se denomina
Fiesta del Cordero, la cual ha traído a Ceuta unos 5.000
corderos para que los ciudadanos musulmanes de la ciudad de
las cuatro culturas puedan llevar a cabo su gran
celebración.
La festividad, conocida también como la Pascua musulmana,
tiene lugar al término del peregrinaje anual a La Meca, lo
que constituye una de las obligaciones que todo buen
musulmán debe efectuar al menos una vez en su existencia.
A partir del momento en que Abraham recibió la orden de
canjear un cordero por la vida de su hijo, quedó establecido
que en la religión musulmana no habría sacrificios humanos.
Y quedó confirmado que Ibrahim buscaba sinceramente a Dios
siguiendo a su corazón y apartándose de los ídolos, así como
que habría de fundar un templo, la Kaaba, que lo levantaría
con sus manos, ayudado por su hijo y que el creyente debe
ser humilde y entregado.
En ese día, los musulmanes que han acudido a La Meca
concluyen los ritos de su peregrinación y, después de la
oración especial, sacrifican al borrego –o, más moderno:
pagan para que un matarife cualificado haga el trabajo de
matar al animal, un cordero–.
A pesar de los altos precios de estos animales en la mayor
parte del mundo musulmán –por ejemplo, en Túnez oscila entre
los 100 y 200 euros, y en Argelia es superior a los 250-,
los corderos son sacrificados al concluir el rezo de la
mañana y, en su mayor parte, las familias recurren a
matarifes que recorren las calles con sus instrumentos para
ofrecer sus servicios. La matanza se hace siguiendo el rito
Allah, que establece que el matarife debe hacerla con un
cuchillo santo, según marca la tradición.
La alegría es doble: por la fiesta en sí misma y por haber
terminado el hach, una empresa ardua, un viaje al fondo de
uno mismo, al comienzo de la vida, tal y como la conocemos,
en el valle de Arafat, una planicie en la que cuentan se
reunieron Adán y Eva después de haber vagado por el planeta
200 años tras su expulsión del Paraíso entre los ríos Tigris
y Eufrates.
También es un viaje al final de los tiempos, borrada toda
señal de identificación, cada ser humano anónimo confundido
en la multitud, que vive el momento del encuentro.
Del resto de los musulmanes, alrededor de mil dosicentos
millones alrededor del mundo, sólo unos pocos de cada zona
peregrinan a los Santos Lugares cada año. Los demás,
celebran en sus casas esta fiesta y acuden a las mezquitas
para la oración y luego, los que pueden hacerlo, sacrifican
y celebran una comida a la que se invitan mútuamente.
Es una celebración sobria y honda; una fiesta reconfortante
en la que cada creyente bebe el agua de la vida y se esponja
con ella y recapitula sus actos y sus intenciones para
impregnarse de las nobles cualidades de Ibrahim, a quien se
conoce entre los musulmanes como el amigo íntimo de Allah,
porque, según la fe, sus miembros físicos y sus facultades
están impregnados de lo Absoluto. Se podrían resumir sus
cualidades en una fundamental: no poner trabas a la voluntad
de Allah, dejarse atravesar por Él como el cauce de un río
por el agua y llenarse de su designio hasta la
identificación. Ibrahim, el amigo íntimo, hanif, sometido,
es el ejemplo perfecto que se propone en esta hora del Id al
Kabir, la fiesta mayor, que festeja el establecimiento de la
ley que protege la vida humana y la fusión del ser puro del
hombre con sus anhelos de perfección
El musulmán acude a la oración tras haber hecho la ablución
mayor o gusl y haberse ataviado con su mejor ropa, limpia y
perfumada. Recita unos versículos que sólo se cantan durante
las dos fiestas anuales. Los musulmanes recitan y recitan
hasta que el imam dirige la oración que excepcionalmente se
encabeza con siete takbir. Dos rakás. Después, unas palabras
de saludo por parte del imam a los miembros de la comunidad
presentes. Por último, se disuelve la reunión y los
asistentes se saludan y abrazan en señal de hermanamiento y
se felicitan por la fiesta. Hay una alegría contenida, un
suave perfume a flores, sosiego y reminiscencias de rasgos
atávicos, perennes y nobleza recibida del amigo íntimo como
legado.
Luego, ya en casa, tras colgar al cordero con la cabeza
mirando a la Meca y rezar unos versículos del Corán, se
degüella al animal. La fiesta dura dos días enteros y es
habitual también que se ofrezca a los niños vestimentas y
zapatos nuevos, lo que puede suponer una verdadera sangría
económica para las familias. La matanza se acompaña del
consumo de copiosos asados que, presumiblemente, hacen de
estos dos días las jornadas en las que el musulmán hace
acopio de cantidades exorbitantes de proteínas. Es habitual
que una parte de la carne no consumida durante el Aid sea
donada a los pobres, bien de una forma directa o a través de
instituciones reconocidas. En Argelia existe también la
costumbre de acompañar los asados con el buzeluf, una
preparación al horno de la cabeza de los animales
sacrificados.
En Ceuta, serán mas de 5.000 los ejemplares sacrificados
para unos 30.000 creyentes.
En Andalucía, miles de musulmanes celebran también la
fiesta. En Granada son unos 15.000 los musulmanes que
celebrarán el Eid el Adha, lo que implica el cierre de los
numerosos establecimientos regentados por musulmanes en la
ciudad de La Alhambra. Y en Málaga se calcula que son 50.000
las personas que conmemoran la festividad, que se ve
dificultada por la falta de permiso laboral.
Además de la tradicional comida, hoy es el día en que los
peregrinos varones se cortan el pelo, incluso se lo rapan al
cero, con el mensaje de que comienzan una nueva vida en la
que en adelante se les llamará hach (peregrino). Y luego, el
peregrino que se ha deshecho de su cabellera, se deshace
también de su ropa sucia, se ducha y se pone una túnica
nueva, mientras intercambia felicitaciones con amigos y
vecinos.
El cordero, claro está, lo vive desde otro ángulo,
inconsciente a su suerte, pero su inevitable destino no es
en vano, ya que no queda desperdicio de lo que antaño fue
una vida de tranquilidad y ricos pastos de las Montañas de
los que alimentarse a salvo de otros depredadores. El
cordero o borrego apenas tiene tiempo de lamentar su sino
tras verse sorprendido por el cuchillo que lo degolla
rápidamente, si el matarife es eficaz, como así debe ser.
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