Entre enero y julio de este año más de 1.800 inmigrantes
ilegales habían entrado a España por las diferentes
fronteras marítimas y terrestres, según recogía la agencia
Europa Press de datos ofrecidos por el general de la
División de la Guardia Civil, Gregorio Guerra, quien detalló
que más de 500 habían accedido saltando la valla fronteriza
de Melilla.
A diferencia de lo que ocurre en Ceuta y en el caso de las
costas gaditanas, en Melilla la presión migratoria sigue
siendo por tierra, mediante asaltos al perímetro fronterizo,
a pesar de que este, como el ceutí, fue recrecido de tres a
seis metros después de las avalanchas de 2005, en las que se
pudo confirmar al menos la muerte de 13 personas. No
obstante, en Melilla tampoco han cesado las llegadas por
mar, con desembarcos en pateras a motor que han llegado a
producirse en playas urbanas a plena luz del día, como
ocurrió en la de San Lorenzo el pasado 4 de julio, con una
treintena de inmigrantes, y los días 14 y 22 de ese mismo
mes en ‘Los Cárabos’, con 13 y 20 subsaharianos a bordo,
respectivamente.
En el caso del Estrecho de Gibraltar se da este año un
“goteo” constante de pequeñas embarcaciones de plástico, las
típicas hinchables de playa, con un máximo de media docena
de personas. A los inmigrantes se les proporcionan, previo
pago a las mafias de la inmigración clandestina, remos de
madera con los que se lanzan a las peligrosas aguas que
separan Marruecos de España, con la esperanza de ser
rescatados por los servicios de salvamento españoles. De
este modo han llegado a Tarifa, en Cádiz, en lo que va de
año, más de 800 inmigrantes originarios de países
subsaharianos.
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