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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 24 DE JULIO DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

“Usted puede creer en las piedras
mientras no me las arroje a mi”

Por Ramiro T.


En un país como España, con una democracia consolidada y donde prevalece el Estado de Derecho, quienes vivan entre nosotros -por muy respetables que sean sus creencias religiosas- han de ser conscientes que, junto a las ventajas de unos derechos sociales propios de un mundo desarrollado, también va parejo a ello, unas conductas que están perfectamente contextualizadas en un ámbito normativo, donde la legalidad puede –como sucede en este caso- colisionar con pensamientos retrógrados en un mundo libre y en una España donde la Constitución es nuestra mayor salvaguarda de los valores democráticos por los que nos regimos.

Por ello, no se entiende que el soporte de un medio audiovisual público, como es RTVCE, sirva de caja de resonancia para divulgar unos planteamientos hacia la mujer, en nombre del Islam, verdaderamente inaceptables, denunciables y desde luego, nada edificante en un contexto de igualdad como se propugna en la normativa que, tan democráticamente, se viene imponiendo en nuestro país.

Tampoco se entiende que la coalición Caballas, en lugar de condenar los hechos, haya arremetido una vez más contra el PSOE en defensa de los preceptos islámicos como adalides de un comportamiento con la mujer que choca frontalmente con su progresismo.

Mientras tanto, desde el Partido Popular, no ha existido un pronunciamiento claro sobre este conflicto y sí un tibio comunicado, cuando resulta esencial conocer claramente si, para el PP, las creencias religiosas en un Estado como el nuestro laico admiten algún tipo de justificación cuando limitan la conducta y la libertad de la mujer.

El Partido Popular, como formación política que sustenta el Gobierno de la Ciudad y, por ende, la responsabilidad de gestión en cuanto al medio público, habría de haber conocido, evaluado y ponderado las repercusiones de una conferencia de las características de Malik Ibn Benaisa, sin que ello pudiera interpretarse en ningún caso, como censura previa. Al menos, como diría Juan Vivas, en aras a la cohesión social y para no desatar polémicas como ésta en la que confrontan leyes democráticas con creencias que ya tienen antecedentes judiciales, como la condena al imán Mohamed Kamal de la mezquita Suhail de Fuengirola, condenado a 1 año y 3 meses de prisión y multa de 2.160 euros, por un delito de provocación a la violencia en un caso de discriminación sexual, al recoger en el libro “La mujer en el Islam” cómo pegarle a la mujer sin dejar rastro con el objetivo de hacerla sufrir psicológicamente.

No se puede olvidar nunca que los musulmanes, como los cristianos, los judios o los budistas, tienen la obligación de respetar las leyes de los países donde viven, mientras se les permita practicar los pilares de su religión en libertad. Y tampoco hay que obviar que la libertad religiosa limita con otros derechos y, en ningún caso exime del cumplimiento de la legalidad vigente. Por tanto, no se puede criminalizar al PSOE porque, en un ejercicio de coherencia con sus planteamientos políticos, critique a un estudioso del Islám.

Ni tampoco, un medio televisivo público, puede hacer de caja de resonancia para “adoctrinar” a nadie con pensamientos de tal naturaleza que no tienen cabida en nuestra Constitución.

Si el Partido Popular, en su tibio comunicado dice defender los valores constitucionales y la no discriminación entre hombres y mujeres, no se explica cómo a la vez, valida la supremacía de los valores democráticos como pilares de nuestro orden social y de convivencia, sin ser contundente en las reflexiones de Benaisa y, menos aún se entiende, que se considere un hecho exculpatorio que se producen en una mezquita, obviando que se emiten en una televisión pública, donde se le está dando carta de naturaleza pública a las limitaciones a la mujer por una confesión religiosa.

Las reflexiones de esta naturaleza, al PSPC (integrado en la coalición Caballas), le deberían suponer una reacción muy similar a la del PSOE, a no ser que hayan renunciado, por un puñado de votos, a su progresismo confesado y, en ocasiones como ésta, difícilmente demostrado. No se puede dar mayor sensación de incoherencia política, predicando una cosa y defendiendo la contraria. Bien es verdad que el PSPC a lo largo de su trayectoria, siempre se ha movido en el “sí, pero no” y ahora ha demostrado que había que rescatar su incoherencia para situarse en la “progresía” de decirle a las mujeres qué han de hacer, coartando su libertad cuando tanto dicen defender la Ley de Igualdad. ¿Igualdad fuera del Islám? ¿O Igualdad a todos los niveles?

Caballas, en su deriva política, lo primero que ha de hacer es aclararse en cuanto a sus conceptos programáticos, antes de arremeter en plan populista contra el PSOE que, al menos, ha dado una muestra de coherencia y de “mojarse”, algo que al Partido Popular le cuesta muchísimo. Con mantenerse en la ambigüedad, en el ni sabe ni contesta, parecen tener suficiente.

La Ley de Igualdad que tanto se promueve y tanto ha costado, no puede desterrarse de un plumazo o adaptarla a las circunstancias y al travestismo político del momento. Se requiere muchísima más sensatez y, desde luego, valentía para defender los ideales y no los votos, ya que en ese caso, entramos en un mercantilismo vergonzoso y hablamos de otra cosa: de oportunismo.

La lucha por la mujer musulmana es una lucha, ante todo, por ellas y luego, es una lucha por todos, también por la democracia. Esto es muy importante recordarlo porque si no, estaríamos en un choque de civilizaciones con el que no estoy de acuerdo. El tema no es la civilización, la identidad ni la religión sino la ideología. Es eso lo que hay que combatir
 


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