En un país como España, con una democracia consolidada y
donde prevalece el Estado de Derecho, quienes vivan entre
nosotros -por muy respetables que sean sus creencias
religiosas- han de ser conscientes que, junto a las ventajas
de unos derechos sociales propios de un mundo desarrollado,
también va parejo a ello, unas conductas que están
perfectamente contextualizadas en un ámbito normativo, donde
la legalidad puede –como sucede en este caso- colisionar con
pensamientos retrógrados en un mundo libre y en una España
donde la Constitución es nuestra mayor salvaguarda de los
valores democráticos por los que nos regimos.
Por ello, no se entiende que el soporte de un medio
audiovisual público, como es RTVCE, sirva de caja de
resonancia para divulgar unos planteamientos hacia la mujer,
en nombre del Islam, verdaderamente inaceptables,
denunciables y desde luego, nada edificante en un contexto
de igualdad como se propugna en la normativa que, tan
democráticamente, se viene imponiendo en nuestro país.
Tampoco se entiende que la coalición Caballas, en lugar de
condenar los hechos, haya arremetido una vez más contra el
PSOE en defensa de los preceptos islámicos como adalides de
un comportamiento con la mujer que choca frontalmente con su
progresismo.
Mientras tanto, desde el Partido Popular, no ha existido un
pronunciamiento claro sobre este conflicto y sí un tibio
comunicado, cuando resulta esencial conocer claramente si,
para el PP, las creencias religiosas en un Estado como el
nuestro laico admiten algún tipo de justificación cuando
limitan la conducta y la libertad de la mujer.
El Partido Popular, como formación política que sustenta el
Gobierno de la Ciudad y, por ende, la responsabilidad de
gestión en cuanto al medio público, habría de haber
conocido, evaluado y ponderado las repercusiones de una
conferencia de las características de Malik Ibn Benaisa, sin
que ello pudiera interpretarse en ningún caso, como censura
previa. Al menos, como diría Juan Vivas, en aras a la
cohesión social y para no desatar polémicas como ésta en la
que confrontan leyes democráticas con creencias que ya
tienen antecedentes judiciales, como la condena al imán
Mohamed Kamal de la mezquita Suhail de Fuengirola, condenado
a 1 año y 3 meses de prisión y multa de 2.160 euros, por un
delito de provocación a la violencia en un caso de
discriminación sexual, al recoger en el libro “La mujer en
el Islam” cómo pegarle a la mujer sin dejar rastro con el
objetivo de hacerla sufrir psicológicamente.
No se puede olvidar nunca que los musulmanes, como los
cristianos, los judios o los budistas, tienen la obligación
de respetar las leyes de los países donde viven, mientras se
les permita practicar los pilares de su religión en
libertad. Y tampoco hay que obviar que la libertad religiosa
limita con otros derechos y, en ningún caso exime del
cumplimiento de la legalidad vigente. Por tanto, no se puede
criminalizar al PSOE porque, en un ejercicio de coherencia
con sus planteamientos políticos, critique a un estudioso
del Islám.
Ni tampoco, un medio televisivo público, puede hacer de caja
de resonancia para “adoctrinar” a nadie con pensamientos de
tal naturaleza que no tienen cabida en nuestra Constitución.
Si el Partido Popular, en su tibio comunicado dice defender
los valores constitucionales y la no discriminación entre
hombres y mujeres, no se explica cómo a la vez, valida la
supremacía de los valores democráticos como pilares de
nuestro orden social y de convivencia, sin ser contundente
en las reflexiones de Benaisa y, menos aún se entiende, que
se considere un hecho exculpatorio que se producen en una
mezquita, obviando que se emiten en una televisión pública,
donde se le está dando carta de naturaleza pública a las
limitaciones a la mujer por una confesión religiosa.
Las reflexiones de esta naturaleza, al PSPC (integrado en la
coalición Caballas), le deberían suponer una reacción muy
similar a la del PSOE, a no ser que hayan renunciado, por un
puñado de votos, a su progresismo confesado y, en ocasiones
como ésta, difícilmente demostrado. No se puede dar mayor
sensación de incoherencia política, predicando una cosa y
defendiendo la contraria. Bien es verdad que el PSPC a lo
largo de su trayectoria, siempre se ha movido en el “sí,
pero no” y ahora ha demostrado que había que rescatar su
incoherencia para situarse en la “progresía” de decirle a
las mujeres qué han de hacer, coartando su libertad cuando
tanto dicen defender la Ley de Igualdad. ¿Igualdad fuera del
Islám? ¿O Igualdad a todos los niveles?
Caballas, en su deriva política, lo primero que ha de hacer
es aclararse en cuanto a sus conceptos programáticos, antes
de arremeter en plan populista contra el PSOE que, al menos,
ha dado una muestra de coherencia y de “mojarse”, algo que
al Partido Popular le cuesta muchísimo. Con mantenerse en la
ambigüedad, en el ni sabe ni contesta, parecen tener
suficiente.
La Ley de Igualdad que tanto se promueve y tanto ha costado,
no puede desterrarse de un plumazo o adaptarla a las
circunstancias y al travestismo político del momento. Se
requiere muchísima más sensatez y, desde luego, valentía
para defender los ideales y no los votos, ya que en ese
caso, entramos en un mercantilismo vergonzoso y hablamos de
otra cosa: de oportunismo.
La lucha por la mujer musulmana es una lucha, ante todo, por
ellas y luego, es una lucha por todos, también por la
democracia. Esto es muy importante recordarlo porque si no,
estaríamos en un choque de civilizaciones con el que no
estoy de acuerdo. El tema no es la civilización, la
identidad ni la religión sino la ideología. Es eso lo que
hay que combatir
|