Mercedes Pérez Ibañez tiene 42 años y es voluntaria de la
Asociación Española Contra el Cáncer desde que en marzo se
creó esta unidad. Destaca que el voluntario “no está para
dar información psicológica ni administrativa”, sino para
“darles apoyo a los pacientes y a sus familiares y que no se
sientan solos”. Ella es la primera vez que hace un
voluntariado con la AECC, a la que se acercó cuando un
familiar padeció la enfermedad. “Lo que hicieron por mí fue
muy importante y quería devolvérselo a los demás; al
principio tenía miedo, pero es una experiencia que me está
llenado mucho”, apunta.
Para Pérez, en esta labor todo es “positivo”, pese a que
algunos momentos son “duros”. “Pero te recompensa poner tu
grano de arena, es una ayuda que estás prestando”, apunta.
“No todo el mundo puede, hay que tener ganas, pero si se
quiere se puede”, destaca Pérez, que es auxiliar de clínica.
Ella asegura que la capacidad de “escuchar” es la mejor
cualidad en un voluntario que trabaja con pacientes
oncológicos.
Por eso, ella recomienda a todos los ceutíes que se informen
sobre este voluntariado, en el que asegura que hace falta
gente. “Además, nadie está libre de tener esta enfermedad,
aunque todo el mundo crea que a él no le va a pasar”, apunta
la voluntaria de la AECC.
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