Hadduch Abdeselam visitaba junto a miembros de la comunidad
musulmana a los pacientes oncológicos, y con otras
enfermedades en el Hospital Universitario. Les prestaba su
ayuda, y hace dos años se incorporó al voluntariado en
domicilios de la Asociación Española Contra el Cáncer.
Cuando se creó esta unidad en el Hospital, decidió
incorporarse a ella. Es cuidadora de personas mayores y
tiene 48 años.
Entre sus labores, apoya en la interpretación de las
personas que no hablan español, además de ayudarles en
labores administrativas.
“Hacen falta más voluntarios y más gente solidaria”, apunta
Abdeselam, quien destaca que quienes se incorporan a esta
unidad deben tener “fuerza y coraje”, además de “gustarles”
este voluntariado. “No todo el mundo puede hacerlo, pero
también a veces yo me derrumbo si alguien fallece, pero
luego te levantas y sabes que hay que seguir adelante porque
siempre hay alguien que te necesita”, reconoce. A ella le
pasó con un hombre al que cuidó durante más de un año. Pero
después ayudó a sus cuatro hijos, a los que puso en contacto
con la AECC. “Aquí me he dado cuenta de muchas cosas y he
aprendido a saber hasta dónde puedo contestar, ayudar y
apoyarles”, agrega.
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