Miguel Matoso, junto a su mujer y su hijo, fue uno de los
174 pasajeros que viajaba en el buque de Acciona ‘Milenium
II’, en la madrugada del 13 al 14 de enero de 2012, cuando
un mercante colisionó con él. Su hijo salió disparado
-recuerda- y sufrió varias lesiones. Destaca, además, que la
información durante el accidente “fue escasa”. “Cuando ves
que hay un barco empotrado con el tuyo, que se han parado
los motores y que están las lanchas de la Guardia Civil
alrededor del barco, lo primero que piensas es que puedes ir
a pique, y por todo ello se generó mucha ansiedad”, lamenta
Matoso, quien ratifica la necesidad de que el personal de
tripulación debería haber estado formado en atención en
emergencias. “A la llegada al puerto había médicos y
enfermeros, pero íbamos tocados psicológicamente y no había
apoyo por parte de profesionales, y hubiese hecho falta ese
apoyo”, destaca. “Al menos, esa noche hubiésemos dormido en
condiciones”, añade.
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