A la carrera. Así terminó ayer la reconstrucción del
asesinato de Karim Mohamed. El juez quiso probar las dos
hipotéticas rutas de huida en coche, un Honda Accord, hasta
Los Rosales. En el lugar del crimen, junto a las VPO de
Poblado Legionario, un policía realizó disparos al aire para
ver el ruido que hacían. Los accesos al aparcamiento estaban
cerrados.
A la carrera. Así terminó ayer la reconstrucción del
asesinato de Karim Mohamed en el Príncipe. El juez
instructor, Carmelo Ordóñez, quiso poner en práctica dos de
las posibles rutas de escape de los asesinos desde el lugar
del crimen, en las inmediaciones del Polifuncional, junto a
las VPO de Poblado Legionario, hasta el callejón ‘de la
Nena’, en Los Rosales, de donde presuntamente salieron y a
donde regresaron tras los hechos.
Según las pruebas y testificales recabadas, una de estas
rutas habría llevado a los autores del asesinato, tras
callejear a pie por la Agrupación Este y la rotonda que da
acceso al ‘Reina Sofía’ hasta Los Rosales por un camino
“largo”, a través de la carretera de Loma Colmenar y la
N-352. Tal como relataron fuentes del caso, la comitiva se
desplazó a gran velocidad y ya sin escolta policial.
En el lugar de los hechos, una de las “sorpresas” que se
encontraron en la reconstrucción fue el hecho de que, en
contra de lo habitual, el garaje de Poblado Legionario
apareció cerrado a cal y canto. La Policía tuvo que
preguntar a los vecinos hasta encontrar la llave de un
candado que cerraba la puerta de acceso de vehículos. Un
agente se afanó también por encontrar la llave que debería
abrir la puerta del acceso de peatones, en el lado contrario
y por la que, al parecer, los asesinos llegaron a la pequeña
terraza desde la que comenzaron a disparar. En este caso, se
comprobó que la puerta tenía varios puntos de soldadura.
Uno de los momentos más llamativos de la reconstrucción
llegó con los tres tiros de fogueo al aire realizados por un
policía atendiendo a la petición del juez para comprobar el
ruido que generaban unos disparos en la zona. No obstante,
el arma, un fusil, era muy distinta de la que causó la
muerte de Karim, una 9 mm Parabellum, con la que, según las
investigaciones policiales, el ‘Grana’ remató al joven en el
callejón por el que trató de huir. Curiosamente, de esa
pequeña calle sin salida no hay testigos presenciales;
parece que nadie quiso saber, y si algo vio, no quiere
contar lo que allí sucedió.
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