La Sociedad Estatal Aguas de las Cuencas del Sur (Acuasur),
dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y
Medio Ambiente, puso ayer en marcha la Estación de Bombeo de
Aguas Residuales (EBAR), paso previo para que en los
próximos días, según el delegado del Gobierno, Francisco
Antonio González, entre en funcionamiento, en un periodo de
prueba de seis meses, la Estación Depuradora (EDAR) de Santa
Catalina. Estas últimas instalaciones, cuyas obras
terminaron en el verano de 2010, fueron presentadas al
delegado por el director general de Acuasur, Emilio del
Pozo. A la visita, guiada por la directora del proyecto, la
ingeniero Rocío Rodríguez, y abierta a los medios, acudieron
también el presidente de la Confederación Hidrográfica del
Guadalquivir (CHG), Manuel Romero, y el gerente de la
empresa municipal del agua, Acemsa, Emilio Carreira.
Según datos aportados por Acuasur, la inversión en esta
planta de tratamiento de las aguas residuales ha ascendido a
22,5 millones, a los que se suman 3,7 de la Estación de
Bombeo, y con un 83% de financiación procedente de los
Fondos Europeos de Cohesión.
La instalación permite tratar un caudal medio de 30.000
metros cúbicos al día, y dar servicio a una “población
equivalente” de 194.500 habitantes. En el recorrido por las
instalaciones, Rodríguez explicó que la EDAR cuenta con un
tratamiento terciario, que permite que las aguas depuradas
puedan ser reutilizadas para distintos usos, como el riego
de jardines o el baldeo de calles. El caudal de
reutilización es de 12.000 metros cúbicos al día. Por su
parte, la EBAR cuenta con dos grupos de bombas
independientes. Uno de ellos impulsa las aguas residuales
hasta la nueva EDAR, junto al cementerio de Santa Catalina
(con caudal máximo de bombeo, 3.370 metros cúbicos por
hora).
Mientras, el otro grupo de bombas impulsa las aguas
pluviales al emisario existente (con un caudal máximo de
bombeo de 2.880 m3/h). Antes del bombeo, se realiza el
primer paso del pretratamiento, cuyo objetivo es eliminar
los sólidos de mayor tamaño.
El agua, ya pretratada, se bombea hasta la nueva EDAR, y
pasa por dos desarenadores-desengrasadores, para quitar la
arena y grasa, que posteriormente es tratada en dos
decantadores primarios, donde se retiran los fangos más
fácilmente decantables.
El líquido después es sometido a un tratamiento biológico.
Se trata de dos grandes balsas aireadas mediante la
inyección de aire a presión. Gracias a la aireación se
produce un proceso biológico y natural, evitando la
intervención de reactivos químicos.
En la decantación secundaria se extrae el fango secundario,
quedando el agua depurada en la superficie.
El sobrante de agua que no puede reutilizarse se envía al
mar a través de un emisario submarino, que desagua a más de
500 metros de la costa, mediante un sistema de difusión
conforme a la normativa, facilitando su rápida dilución con
el agua de mar.
Por último estaba previsto por Acuasur acometer las obras
del proyecto para el secado térmico de fangos, con una
inversión próxima a los 5 millones de euros y en fase de
“estudios finales”. Este procedimiento, que se consideró una
“prioridad”, permitiría reducir el volumen de estos residuos
y, por lo tanto, también los costes de su traslado a la
península. No obstante, el delegado del Gobierno afirmó que
hay que “estudiar con tranquilidad si se va a hacer este u
otro tipo de secado”. “Eso va suponer un incremento de
costes, hay una dotación presupuestaria que, en caso que se
decidiera no hacer el secado térmico podría utilizarse en
cualquiera otra de las infraestructuras que son necesarias
en la ciudad”. “Y la propia Ciudad tendrá que decir algo
también”, señaló.
La Ciudad y el Ministerio disponen ahora de seis meses para
firmar el convenio por el cual la administración local se
hará cargo de la gestión de la planta. Tal como señaló el
director de Acuasur, los costes de explotación están por
calcular y dependerá “en el concurso que saque la Ciudad, de
las ofertas”.
|
González cree que la UE debería instar a Marruecos a depurar
sus aguas
Tras destacar el interés del
Gobierno central por “seguir teniendo en cuenta a una ciudad
que necesita de la colaboración y de la inversión permanente
del Estado”, el delegado del Gobierno, Francisco Antonio
González, expresó ayer su deseo de que los socios europeos,
“que han sido estrictos, como debe ser”, en cuanto a la
obligación de tratar las aguas residuales, insten al vecino
Marruecos “a que haga un esfuerzo también en esa mejora de
aguas residuales”. Así se conseguiría, según González, “en
toda la franja atlántica y mediterránea, recuperar ese marco
marino que es bueno para todos, para ellos y para nosotros,
y en el fondo para el medio ambiente, que es lo importante
en este caso”.
|