La fauna terrestre que ha sido documentada en el Abrigo de
Benzú a lo largo de estos últimos diez años es “abundante”,
con registros óseos de tamaño mediano y pequeño producto de
una “intensa actividad humana”. Así, “se han documentado
fragmentos de diáfisis de húmero de ungulados de mediano
tamaño, en número singificativo de registros, que han sido
fracturados de forma intencional” y que presentan
“evidencias de haber sido quemados”.
Por otro lado, también se han registrado “restos de bóvidos
y de otros hervíboros, estando en estudio su análisis
taxonómico y arqueológico”, se resalta en el texto redactado
por los arqueólogos de la UCA Ramos y Cantillo.
Por otra parte, la industria lítica es “claramente del Modo
III-Musteriense, con predominio de la talla levallois”.
Entre las lascas, dominan las internas” y están “bien
representadas las del inicio de la talla y las de técnica
levallois”. Esta última consiste en un procedimiento
“complejo” de lascado que, por medio de una preparación
especial de la cara superior del núcleo o la piedra, “se
consigue preconcebir o predeterminar, total o parcialmente,
la forma y el tamaño de la lasca, antes de haber sido
extraída. De este modo, la talla lítica sigue unos pasos
concretos que dan lugar a unos resultados formales muy
específicos”.
El equipo investigador recuerda en este documento presentado
en la exposición de Baelo Claudia, en Cádiz, que la
conformación de la Memoria Hisórica de la primera etapa de
trabajos se está llevando a cabo con apoyo económico de la
Ciudad Autónoma de Ceuta.
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