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ACTUALIDAD - VIERNES, 15 DE OCTUBRE DE 2010


momento del juicio. fidel raso.

justicia e inmigracion
 

Los subsaharianos vuelven a eludir la cita ante la jueza de lo Penal, que celebra en su ausencia

Los 35 subsaharianos se enfrentan a penas de prisión aunque sólo cuatro de ellos la cumplirían en el caso de condena al tener antecedentes penales computables en esta causa
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Una vez más, los inmigrantes dieron ayer la espalda a la Justicia al no asistir al juicio por el que se les imputaba un delito de desobediencia grave a la autoridad y por el que la Fiscalía les pide una pena de entre 9 meses y un año de prisión. A este respecto, y en el caso de que la jueza dictase una sentencia condenatoria, sólo 4 de los 35 subsaharianos ingresarían en la cárcel al tener antecedentes penales computables con esta causa. Estos proceden de la primera detención, en la que tres residentes del CETI reconocieron haber atentado y desobedecido a la autoridad, mientras que un cuarto, en julio, ya cometería la misma desobediencia.

Sus nombres resonaron entre las paredes huecas en la voz del agente judicial aunque ninguno de los 35 subsaharianos cruzó ayer la entrada a la sala de la Sección VI de la Audiencia Provincial, donde fueron requeridos por la magistrada del Juzgado de lo Penal para responder por el delito de desobediencia grave que les imputa el Ministerio Fiscal, y que hunde sus raíces en la segunda concentración de la Plaza de los Reyes después de que el delegado del Gobierno las declarase ilegales.

A tenor de lo dispuesto en el artículo 786 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y con la conformidad mostrada tanto por la acusación como por la defensa, la jueza acordó la celebración del juicio en ausencia de los imputados, para los que el Ministerio Público pide una pena de 9 meses de prisión, para 31 de los procesados, mientras que para los 4 restantes solicita un año de presidio por tener antecedentes penales computables con esta causa.

Estos cuatro inmigrantes serían los únicos que podrían cumplir, en el caso de que la magistrada la dictase, una condena en la cárcel ya que no se les aplicaría la condicional porque tres de ellos fueron condenados por desobediencia y atentado tras la primera detención. Por lo que incurrirían, además, en un delito de quebrantamiento, ya que en esta pena del primer juicio sí se les aplicó el beneficio de la suspensión por la condición de no volver a delinquir durante el periodo de dos años. Mientras que el cuarto que sí ingresaría en prisión, también cometió un delito de desobediencia por el que fue considera culpable el 20 de julio, antes de las concentraciones.

Antes de iniciar el interrogatorio al único testigo citado, un agente de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), la jueza dio la palabra a las dos partes para que presentasen sus alegaciones previas. Momento que las cinco letradas que conformaron la defensa aprovecharon para introducir como pruebas dos precedentes en estas manifestaciones de los inmigrantes: la sentencia absolutoria por la falta de desobediencia, dictada por la titular de la Instrucción número 2. Y el auto de sobreseimiento acordado por el titular del Juzgado de Instrucción número 3, tras la tercera y última concentración frente a la Delegación del Gobierno. Ambas resoluciones judiciales sin ser firmes ya que han sido recurridas por la Fiscalía.
 


Un agente de la UPR confiesa “desconocer” la resolución

El único testimonio que se escuchó en la sala durante el juicio fue el del jefe de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) que llevó a cabo esta segunda detención de los 35 subsaharianos. Según el agente del Cuerpo Nacional, el cometido de los policías era mantener el orden publico y la seguridad ciudadana, todo ello, en el marco de actuación conforme a la resolución gubernativa, cuyo contenido confesó “desconocer” ya que sólo acataba órdenes “del superior”. Ante las comprometidas preguntas de la defensa, el testigo manifestó haber informado a los inmigrantes que la concentración “estaba prohibida”, habiéndolos avisado “hasta en 3 ocasiones para intentar disuadirlos”, y reiterando que algunos de los agentes fueron receptores de “malos gestos y palabras”.
 


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