Sableados sus salarios desde hace ya unos meses y no
directamente afectados por la reforma laboral que motivaba
la huelga de ayer, pocos fueron los funcionarios públicos
que ayer no acudieron a sus puestos de trabajo y dejaron de
ganar los entre 130 y 90 euros que se calcula costaba el
paro por cabeza. A cambio recibieron aplauso doble de los
sindicatos por su solidaridad y compromiso.
Los centros educativos (tanto público como concertados) y
sanitarios de la ciudad autónoma funcionaron ayer con
normalidad absoluta, casi como si de cualquier otro día
laborable se tratara, y respondieron a las expectativas de
quienes no esperaban más de un colectivo de trabajadores
públicos que ya fueron llamados a la huelga el 8 de junio,
cuyos salarios ya ha tocado el Gobierno y al que no afecta
“directamente” la reforma laboral.
CCOO habló a mediodía de un seguimiento del 10% en las aulas
y de un 8% en los Centros de Salud y el Hospital, mientras
que UGT elevó esos porcentajes hasta el 15% y el 100%,
respectivamente, en una alambicada explicación de los
servicios mínimos del Ingesa. El delegado se limitó a
referirse al desarrollo del paro en ambos sectores como de
“absoluta normalidad”.
En los juzgados los dos sindicatos coincideron en situar en
un 30% de los trabajadores que debían haber acudido a sus
puestos el porcentaje de los que no lo hicieron.
En los centros que dependen directamente de la
Administración General del Estado Aróstegui habló de un 15%
de seguimiento y en los de la Ciudad de un 20%. Gil
corroboró sus cifras salvo en la Administración local, donde
computando empresas municipales y Urbaser, que no operó en
toda la noche, elevó los datos hasta el 60%.
Sí tuvo tirón la convocatoria en el puerto, donde entre el
70% (según UGT) y el 90% (calculó CCOO) de los trabajadores
pararon su actividad. Ello motivó que los únicos barcos que
pudieron operar en la línea del Estrecho fueron los de los
servicios mínimos establecidos para Acciona. En el
helipuerto sucedió otro tanto de lo mismo y sólo volaron la
mitad de los aparatos que cualquier otra jornada.
No ocuparon sus volantes más de la mitad de los conductores
de autobús urbano (excluidos los servicios mínimos), aunque
ello no provocó colapsos. Tampoco hubo efectos
significativos sobre el sector del taxi.
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