En plena efervescencia de las protestas protagonizadas por
los inmigrantes residentes en el CETI, que se quejan de su
situación “de encierro”, llegan a la ciudad 12 nuevos
subsaharianos que fueron localizados en dos pateras
diferentes -5 viajaban en la primera y 7 en la segunda- y
que fueron rescatados por la embarcación de salvamento
marítimo ‘Salvamar Gadir’. Entre estos inmigrantes se
encuentra un menor que dijo tener 15 años y que afirmó ser
originario de Chad.
“¿Dónde estamos? ¿Dónde estamos?”. Eran las escuetas
preguntas que no dejaba de repetir el miembro más joven del
grupo de los 12 inmigrantes de origen subsahariano que ayer
fueron rescatados por la ‘Salvamar Gadir’, el cual, “una vez
que se tranquilizó”, pidió a los miembros de Cruz Roja que
le atendían que le dijesen si se encontraba en España y si,
concretamente, se encontraba en Ceuta o en Melilla. Este
joven, que afirmó llamarse Aurla, tener 15 años y ser
originario de Chad, una vez que le confirmaron que había
sido trasladado a la ciudad, gritó varias veces “¡Ceuta!
¡Ceuta!”, tal y como explicaron los miembros de Cruz Roja.
La pesadilla de este menor de edad terminó, por lo menos
temporalmente, ayer. Muchos otros como él se han quedado en
el camino.
En plena efervescencia de las protestas protagonizadas por
los internos del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes
(CETI), que piden en las calles de la ciudad una solución a
su situación “de encierro”, el drama de la inmigración trajo
ayer a Ceuta a nuevos subsaharianos en busca de la promesa
del “sueño europeo”.
A las 11:08 horas, la ‘Salvamar Gadir’ y la ‘Salvamar Alkaid’
recibieron un aviso del buque ‘Ceuta Jet’, el cual divisó a
5 de los mencionados subsaharianos remando a 6 millas y
media de la ciudad. Estos inmigrantes, que fueron recogidos
finalmente por la embarcación ‘Gadir’, viajaban una vez más
en el precario medio de transporte que ya se ha hecho
tristemente célebre en el Estrecho: la habitual balsa de
plástico infable con remos de juguete. Fue la primera de
ellas, porque veinte minutos después, el barco ‘Euroferrys
Pacifica’ localizó a la segunda, ocupada por 7 tripulantes,
a 4 millas de la ciudad. El vehículo en el que viajaban, el
mismo. “El barco paró de repente y todos nos asomamos: fue
cuando vimos la patera”, afirmó la vecina de la ciudad
Cristina Gómez, que explicó que “el buque esperó a que
llegara la embarcación de salvamento y todos presenciamos la
dura situación”. Fue también la ‘Salvamar Gadir’ la que se
encargó de este rescate.
Agotados
Cuando llegaron al Puerto Deportivo de la ciudad, los 12
nuevos inmigrantes rescatados llevaban una vez más el
sufrimiento en sus rostros. El físico y el psíquico. Dos de
ellos presentaban “los clásicos síntomas de hipotermia leve
que se dan en estas situaciones”, mientras que siete habían
sido víctimas de mareos y vómitos. Absolutamente todos eran
“presa del cuadro típico de cansancio causado por un largo
periodo de tiempo sometidos a la acción del mar, pero de
ninguna incidencia de gravedad”, explicó el enfermero de
Cruz Roja que coordinó a los miembros de esta entidad que
les atendieron, que añadió que no fue “preciso” trasladar a
ninguno de ellos a un centro sanitario.
Los 12 subsaharianos rescatados se apostaron extenuados
-muchos de ellos envueltos en mantas- bajo la escasa sombra
del recinto del Puerto Deportivo para esperar a los
efectivos de la Policía Nacional que les trasladarían a la
Comisaría para su filiación. Casi todas las cabezas estaban
gachas y casi todas las miradas se perdían en el hormigón
del suelo. Los agentes de Cruz Roja repartieron entre ellos
las mencionadas mantas, además de ropa y calzado nuevo y
botellas de agua.
La Guardia Civil prestó también su apoyo en esta operación.
Los 12 inmigrantes subsaharianos fueron llevados por la
Policía Nacional, tras su filiación, al CETI. Han
sobrevivido a una de las pruebas más duras de su camino al
“sueño europeo”. Les queda otra: la prueba del “hastío”, a
la que sus otros compañeros se enfrentan en las calles.
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