Porteadoras, empleadas de servicio doméstico, cocineras o
demandantes de empleo. Estas son las labores que desempeñan
las mujeres transfronterizas en la ciudad autónoma y que
representan el 57% de los 25.0000 cruces que a diario se
hacen en el perímetro fronterizo del Tarajal. En su mayoría,
proceden de zonas rurales, pueblos y el interior de la
provincia de Tetuán, aunque dependiendo de su situación
laboral, pueden llegar a sufrir una triple discriminación en
Ceuta por razón de sexo, nacionalidad o simplemente, la
barrera cultural del idioma, tal y como revela un estudio
elaborado por la Ciudad.
La ciudad registra un incremento diario de aproximadamente
25.000 personas procedentes de la provincia de Tetuán, a las
que se les permite entrar en Ceuta sin necesidad de visado,
con tan sólo el pasaporte. Aproximadamente, el 57% son
mujeres y el motivo de su entrada a Ceuta es
fundamentalmente laboral.
Así lo refleja un estudio elaborado por varios organismos
locales por encargo de la Consejería que lidera Mabel Deu en
su área de Mujer, y al que ha tenido acceso EL PUEBLO, en el
que además se explica la raíz de este movimiento migratorio,
definido por los desequilibrios socioeconómicos existentes
entre ambos países.
La importancia de la migración en Ceuta radica en dos
aspectos fundamentales; en primer lugar, al ser un paso
fronterizo y no una aduana comercial, permite un
significativo desarrollo lucrativo que beneficia tanto a la
ciudad como al país vecino, y en segundo lugar, el flujo de
trabajadores marroquíes a la ciudad. “Se calcula que hasta
un 80% de las mercancías importadas en Ceuta fluye hacía
Marruecos a través de sus perímetros fronterizos”, reza
dicho informe. El alto porcentaje de mujeres marroquíes que
cruzan a diario la frontera del Tarajal lleva consigo,
además, un triple hándicap y es que por ser extranjeras,
mujeres y encontrarse con barreras culturales como el
idioma, sufren discriminaciones que establecen límites entre
la legalidad y la ilegalidad a tenor de su situación
laboral.
Perfiles y parámetros
La migración transfronteriza femenina puede describirse en
la ciudad autónoma estableciendo diferentes categorías.
Por un lado, el origen migratorio de la mujer y la duración
del desplazamiento, destacando que proceden de zonas
rurales, pueblos o ciudades del interior de Tetuán y que se
desplazan a Ceuta por largo tiempo o definitivamente, de
forma legal o no. Las hay que no pernoctan en la ciudad y
vuelven diariamente a Marruecos. Una segunda clasificación
estaría en función de las actividades que realizan en la
ciudad y que pueden dividirse, a su vez, en porteadoras que
tan sólo acuden a las naves del Tarajal a comprar mercancías
que revenden en Marruecos, empleadas del servicio doméstico,
grupo más numeroso. Mujeres que trabajan en hostelería y
desempleadas que vienen a buscar trabajo.
En función de la situación legal, hay mujeres con contrato
de trabajo, por lo que tienen reconocidos todos los derechos
recogidos en la Ley de Extranjería y, por tanto, el acceso a
los recursos (que ofrece la ciudad, mientras que otras
trabajan de forma irregular. Por último, muchas
transfronterizas tienen un horario establecido de entrada y
salida del hogar. Otras se emplean en régimen interno, es
decir, duermen en el lugar de trabajo.
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Las migraciones, a caballo entre la legalidad y la
“ilegalidad”
La falta de oportunidades
laborales, el bajo nivel de vida, expectativas de desarrollo
personal y otras, como los sueldos, son algunos de los
motivos que mueven a las mujeres transfronterizas. Pero
estos movimientos pueden ser de diversa índole, tales como
las migraciones cotidianas o pendulares, como son las
porteadoras y las trabajadoras transfronterizas, algunas de
estas con permiso de trabajo y otras que se mueven dentro de
la economía sumergida. Por otro lado, las migraciones
irregulares, casos como los residentes del CETI o los MENA.
Y por último, los extranjeros con tarjeta o autorización de
residencia en vigor en Ceuta, actualmente, 2.597 afiliados a
la Seguridad Social.
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