La madre del joven finado, Ana Murcia Pacheco, dio ayer
muestras de una entereza sin parangón para relatar la noche
en que su hijo fue engullido por las aguas del mar
Mediterráneo y mantuvo en vilo la esperanza de sus
familiares. Ana se aferraba a los recuerdos más dulces de su
hijo: “Era muy aficionado a la pesca. Hace tan sólo unos
días que nos trajo un pez limón y un mero”, relató la madre.
En el barrio donde reside la familia de su novia, el
Polígono Virgen de África, también era ayer recordado con
más alegría que tristeza. “Anteayer estuvo en mi barco
pescando”, narró a este periódico un vecino del enclave.
Jesús era asiduo en este barrio, donde acudía con
regularidad para ver a su hijo y al resto de familiares. Su
afición a la pesca, que terminó costándole la vida, era ayer
de lo más rememorado por quienes le conocían. “Tenía su
barco al lado del mío. Hace unos días me dijo: Jorge, mañana
o pasado nos vamos a coger salmonetes. Y mirad, fue, y ya
veis lo que ha pasado”, comentaba otro de sus conocidos del
barrio.
La muerte de Jesús Lladó Murcia ha resultado estremecedora
no sólo por lo inesperada sino también por la lozanía del
fallecido. Sus causas concretas están aún por determinar.
Los médicos aseguraron a la familia que pudo sentir un mareo
o desvanecerse y quedar atrapado en la inmensidad del mar
hasta que sus pulmones dejaron de respirar y su corazón cesó
de latir.
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